APCCU: Lectura necesaria de la realidad

Los cambios vertiginosos que vivimos, que nos sorprenden y que nos obligan a “correrlos” aunque sea de atrás, son síntomas de los tiempos actuales.

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Aníbal Durán
Aníbal Durán.
Foto: APPCU

Dicen que Trump, en su momento, ganó la elección porque supo en distintos Estados, los requerimientos principales de los ciudadanos (claro, todo a través de la tecnología). Y captó esas necesidades y sobre las mismas se explayó.

Como sea, lo cierto es que los más veteranos (va de suyo que los jóvenes y edades medias ya lo tienen incorporado), deben (debemos), no soslayar ni minimizar las herramientas que aparecen como vorágine incontenible.

La Inteligencia Artificial, al servicio de una buena causa, nos golpea la puerta.

El Big Data o también Macro Datos es un ejemplo a aplicar en el mercado inmobiliario. Ya hemos sostenido reuniones con referentes en el tema, quienes han quedado en ampliarnos detalles y plantearnos algún convenio con la gremial.

El citado Big Data hace referencia a una cantidad de datos que supera la capacidad del software convencional y logran ser capturados, administrados y procesados en un tiempo razonable.

Y, además, entre otras funciones, se aplica en el terreno inmobiliario; esencial para que las cosas tengan su justa medida. Ni precios destemplados, ni construcciones en lugares sin demanda, ni alquileres con precios no razonables, por poner algunos ejemplos.

Está claro que ayuda a la transparencia, para todos los actores.

Sin duda, hoy éstos acceden a información en tiempo real, para tomar decisiones más atinadas y menos riesgosas.

Existen índices de precio justo o por lo menos de precios razonables. Cuando se ingresa una propiedad a los tantos índices ofrecidos, el índice compara el valor con propiedades similares en la zona, indicando como decíamos antes, el justo medio. Es esto un axioma inmutable? Seguramente no. Pero es un dato que nos proporciona o nos acerca a la certeza; de eso se trata.

Fíjense que, sin la Data, hacer comparaciones con distintos medios de prensa o portales, nos insumiría un tiempo (como sucedía) sideral y seguramente, primaría la confusión.

Los promotores que han construido desde que me conozco a “puro olfato”, con esa pasión innata que tienen por invertir, por comprar terreno y demandar mano de obra, hoy acceden a datos para ver hacia dónde va la demanda, qué requiere el mercado. Se puede conocer cuál es la mejor zona para invertir y qué tipo de demanda existe en dicha área e incluso, qué grupo etario “calza” mejor en ese lugar.

Hoy es valor entendido que lo más requerido parecen ser las unidades más bien chicas, como monoambientes o apartamentos de un dormitorio, producto de la fragmentación familiar por los innumerables motivos que pueden darse. Sobre todo, en la capital.

Lo expuesto aporta además un aspecto esencial: confianza. Confianza recíproca entre todas las partes. La transparencia que aludíamos líneas arriba, otorga ese pensamiento positivo en lo previo a una transacción, que sin duda logrará que fluyan mejor las negociaciones.

Todos los datos deberán ser debidamente procesados y allí interviene el hombre, para que la información sea una fuente confiable y termine en un negocio rentable para todo el mundo.

Esta rápida incursión que hicimos por los tiempos ya vigentes y que se incrementarán de cara a la tecnología, debe complementarse con profesionalismo y dignidad. Por más tecnología imperante, la buena fe es un valor que no admite claudicaciones.

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