Por Aníbal Durán
Valga el juego de palabras del título de la prosa, vinculado a nuestro metier, para referirme brevemente en unas cortas líneas que debo enviar a nuestro “par” como gremial en Argentina y aprovecho para difundirlo internamente.

El país inspira confianza; y lean que digo el país y no el gobierno. Este gobierno vaya que sí, pero también pasó en gobiernos anteriores. Hay una impronta de seriedad instalada en el cerno de nuestros gobiernos que parecería ser inamovible. Y bienvenida sea.

Precisamente leo en el diario El País, que por segundo año consecutivo Uruguay lideró el ranking como el país de la región con más probabilidades de que los actores corruptos sean enjuiciados y sancionados, de acuerdo al “Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción (CCC)” que evalúa a 15 países de América Latina. Chile fue segundo y Costa Rica, tercero. Nos dignifica, nos enaltece, lo palpita el mundo, nos hace receptores de inversiones.

Nos consta hay auditorías pendientes del gobierno anterior. Ojalá no quede en agua de borrajas.

El clima de negocios es propicio para los inversores extranjeros, sobre todo en nuestro metier.

Muy buenas condiciones de vida, un ritmo tranquilo, distancias cortas, soluciones habitacionales de toda clase y acceso a servicios de salud y educación de un nivel muy aceptable.

Las oportunidades de inversión inmobiliaria son variadísimas. El inversor sabe o debería saberlo, que aquí con un promotor privado puede invertir con absoluta confianza porque dicho esqueleto estructural que verá al principio y que se irá consolidando paulatinamente, se transformará con el paso del tiempo en un edificio presto a entregarse de acuerdo a lo convenido y si hubiera alguna insatisfacción en algún detalle, dicho promotor privado responderá por la misma. Mucho más que un documento firmado y que debe firmarse, el promotor aquí honra su palabra y su trabajo y le place cumplir en tiempo y forma con un proyecto que se pensó en su oportunidad. Se entiende?

Tenemos además la ley 16906, luego aggiornada por sendos decretos (algunos nos beneficiaron directamente), que declara de interés nacional la promoción y protección de inversiones realizadas en Uruguay, con lo que se logran beneficios impositivos. La aplicación de esta ley a través de la COMAP (Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones, que depende del Ministerio de Economía y Finanzas), importa la promoción de actividades de construcción para la venta o arrendamiento de inmuebles con destino a oficinas o vivienda y las urbanizaciones de iniciativa privada, correspondientes a proyectos de gran dimensión económica.

Gracias a nuestra gremial, el monto de la inversión se redujo y hoy un proyecto de gran dimensión económica, referido a obra civil y bienes muebles destinados a áreas de uso común es a partir de 2 millones 600 mil dólares, aproximadamente.

Las exenciones van desde el IRAE (Impuesto a la Renta de las Actividades Económicas), exención del Impuesto al Patrimonio (IP), recuperación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) por pago en compras de materiales y servicios y exoneración de tributos a la importación de bienes muebles del activo fijo que no compitan con la industria nacional.

Los inversores extranjeros pueden actuar como personas físicas en forma directa o a través de sociedades anónimas, sociedades de responsabilidad limitada o sociedades por acciones simplificadas o en su defecto, fideicomisos inmobiliarios.

Rápida pincelada de un país que ofrece oportunidades. Aquí “las cometas” por fortuna, las sostienen los retoños en los parques y en las playas. Las “otras” que enlodan el partido y envilecen los negocios, no son de uso y costumbre. Los hechos son elocuentes. Y si suceden, se penan.