A una semana de las elecciones, Honduras experimenta un ambiente de tensión. Los principales candidatos concluyen sus campañas en medio de conflictos institucionales con los entes electorales y dudas sobre la transparencia, en un contexto donde la violencia política y las denuncias de fraude definen la fase final.
Más de seis millones de hondureños podrán votar para elegir al sucesor de la actual presidenta de Honduras, Xiomara Castro, primera mujer en el cargo, quien el próximo 27 de enero concluirá su mandato de cuatro años.
De los cinco candidatos presidenciales, tres acaparan el mayor caudal de votantes: Rixi Moncada, del gobernante Partido Libertad y Refundación (Libre); Salvador Nasralla, del Partido Liberal, y Nasry Asfura, del Partido Nacional.
Moncada, abogada de profesión, pregona un socialismo democrático, para continuar, según ella, con la misma línea de Xiomara Castro, esposa del expresidente Manuel Zelaya, quien además es coordinador general de Libre, partido fundado en 2011.
Nasralla, ingeniero civil industrial, y Asfura, empresario de la construcción, son conservadores y representan a dos partidos con más de un siglo de historia.
La campaña política ha transcurrido en un ambiente de tensión, en parte por los mensajes incendiarios de los principales candidatos presidenciales, con pocas propuestas, más allá de acusarse mutuamente de intentos de fraude y de la mala situación del país.
El proceso electoral también ha sido empañado por denuncias de violencia política, con la muerte de activistas de los tres partidos mayoritarios, aunque en casi todos los casos las autoridades han afirmado que obedecieron a razones ajenas a los comicios generales. Los conflictos tienen que ver con agresiones simbólicas, acoso, coacción y amenazas, además de acusaciones de corrupción y manejo de recursos públicos, tanto del oficialismo, como de la oposición.
EFE