Las tensiones entre China y Japón se han disparado después de que la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, sugiriera que su país podría intervenir militarmente en Taiwán si la isla autogobernada es atacada por Pekín.
Estas son algunas de las claves del choque que ha resucitado la histórica enemistad entre las naciones vecinas y provocado una cascada de reproches y represalias.
Lo que dijo Takaichi
La controversia comenzó cuando la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, declaró en el Parlamento el pasado 7 de noviembre que una contingencia en el estrecho de Taiwán podría activar el derecho de “autodefensa colectiva”, lo que abriría la puerta a una posible intervención de las Fuerzas de Autodefensa niponas.
Era la primera vez que se vinculaba explícitamente un ataque o bloqueo contra la isla con la seguridad nacional de Japón y Pekín calificó de inmediato las declaraciones de “injerencia flagrante” al considerar a Taiwán un “asunto interno” de China, pues el gigante asiático reclama su soberanía desde 1949.
Pekín ha recordado además el periodo de dominio japonés sobre la isla (1895-1945), a lo que China suele recurrir cuando critica cualquier pronunciamiento japonés sobre el estrecho.
En los últimos días, diferentes departamentos del Gobierno chino han recriminado a Takaichi sus “extremadamente peligrosas” palabras: Japón “pagará un precio doloroso” si interviene en Taiwán, advirtió el 14 de noviembre el Ministerio de Defensa.
Reacciones
Tras las declaraciones de Takaichi, la tensión bilateral escaló velozmente en forma de protestas diplomáticas, medidas administrativas y movimientos militares por parte de China.
Ese mismo día el cónsul chino en Osaka publicó en las redes sociales un mensaje, después eliminado, en el que mecionaba “cortar la cabeza” de Takaichi y por el que Tokio protestó formalmente.
Una semana después China convocó al embajador japonés en Pekín para expresar su rechazo a las palabras de la mandataria, mientras el Ministerio de Exteriores emitía avisos de viaje para sus ciudadanos ante “la situación de seguridad” en Japón, lo que provocó cerca de 500.000 cancelaciones de pasajes desde China hacia Japón, y se cancelaron estrenos de películas japonesas. En el plano militar, China comenzó esta semana maniobras con fuego real en el mar Amarillo, mientras su Guardia Costera patrullba cerca de las islas Senkaku/Diaoyu, un área administrada por Japón pero reclamada por Pekín.
Además, la Cancillería china anunció que el primer ministro, Li Qiang, no tiene previsto reunirse con líderes japoneses en la cumbre del G20 y una visita a Pekín esta semana del director de la Oficina de Asuntos de Asia y Oceanía de la cancillería nipona, Masaaki Kanai, no logró disipar la tensión.
El episodio más reciente, ayer mismo, ha sido la suspensión de las importaciones de mariscos japoneses por parte de China, adelantada por medios japoneses. Al respecto, la cancillería china comentó que tras las palabras de Takaichi “no hay mercado” en el gigante asiático para esos productos.
China había comenzado este mes a importar de nuevo marisco japonés tras vetarlo en 2023, alegando una renovada preocupación por el vertido de aguas desde la accidentada central nuclear de Fukushima.
Fricciones históricas
Japón y China mantienen desde hace siglos una relación compleja, moteada de conflictos bélicos y una fragilidad emocional por las repetidas ocupaciones japonesas de territorio chino y las afrentas durante la Segunda Guerra Mundial, una herida colectiva latente.
Entre las fuentes habituales de tensión bilateral figuran su contencioso territorial por las islas Diaoyu/Senkaku, en torno a las que China ha aumentado el envío de navíos militares.
Pekín, habitualmente cauto en sus aproximaciones diplomáticas, ha exhibido en el último lustro una postura fuerte en seguridad, incrementando su presencia militar en los mares de la región, incluso aproximándose a puntos donde Tokio encontró en años recientes importantes reservas de tierras raras. La detención y condena en los últimos años de empresarios japoneses y académicos chinos con vínculos con universidades niponas bajo acusaciones de espionaje también contribuye a sembrar desconfianza. Es previsible que la crisis diplomática siga creciendo y se extienda más allá de las industrias ya afectadas, como la turística, la educativa o la del entretenimiento.
La renovada tensión bilateral podría tener importantes implicaciones económicas para ambos, especialmente en el marco de la agresiva política arancelaria estadounidense, dado que China es el mayor socio comercial de Japón, y Tokio es el tercero para Pekín.
Un gesto durante una reunión: “Falta de protocolo”, dice Japón
Japón presentó ayer una queja formal ante China, alegando que no se respetaron los protocolos de comunicación durante una reunión entre representantes de los ministerios de Exteriores de ambos países en Pekín, en pleno aumento de la tensión bilateral por Taiwán. “La organización de la prensa se hizo sin coordinación con la parte japonesa”, afirmó a los medios de comunicación el portavoz del Gobierno japonés, Minou Kihara, según citas recogidas por la televisión NHK. El portavoz añadió que Tokio pidió explicaciones a China por el incidente, que tuvo lugar durante el encuentro en Pekín entre el jefe del Departamento de Asuntos Asiáticos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón, Masaaki Kanai, y su homologo chino, Liu Jinsong. Las declaraciones de Kihara llegan después de que se hiciese viral en las redes sociales una foto de Kanai junto con Liu, que parecía sugerir que el representante nipón realizó una reverencia a su homólogo chino mientras éste se guardaba las manos en los bolsillos. Esta fotografía fue tomada, según NHK, en una zona del Ministerio de Asuntos Exteriores chino normalmente restringida a los medios, pero que en esa ocasión contó con la presencia de diferentes fotógrafos, que tomaron imágenes y grabaciones de las conversaciones posteriores a la reunión entre los dos funcionarios.
AFP, Agencia EFE
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