Redacción El País
Cuando un micrófono de la televisión estatal china captó recientemente al máximo líder de China, Xi Jinping, y al presidente de Rusia, Vladimir Putin, reflexionando sobre la posibilidad de vivir hasta los 150 años y tal vez incluso para siempre, muchos reaccionaron con ansiosa consternación.
Pero en el laboratorio de Lonvi Biosciences, una empresa emergente de medicina para la longevidad ubicada en Shenzhen, al sur de China, no ha habido quejas. “Vivir hasta los 150 años es definitivamente realista”, afirmó Lyu Qinghua, director de tecnología de la compañía, que ha desarrollado píldoras antienvejecimiento basadas en un compuesto presente en el extracto de semilla de uva. “En pocos años, será una realidad”.
Se muestra escéptico ante la posibilidad de que la medicina moderna venza por completo a la muerte -algo que Putin afirmó que era posible con los trasplantes de órganos-, pero cree que la ciencia de la longevidad avanza tan rápido que incluso lo aparentemente imposible podría hacerse realidad. “Dentro de cinco a diez años, nadie padecerá cáncer”, predijo.
La búsqueda del elixir de la vida, acogida con entusiasmo en los últimos años por multimillonarios tecnológicos estadounidenses como Peter Thiel, se lleva a cabo en China desde hace más de dos milenios. Comenzó con el primer emperador, Qin Shi Huang, quien ordenó una búsqueda a nivel nacional de pociones que desafiaran a la muerte. Por si acaso eso no funcionara, también ordenó la creación de miles de guerreros de terracota para que lo protegieran en su tumba en caso de fallecer.
El emperador murió a los 49 años, posiblemente por envenenamiento por mercurio causado por un tratamiento antienvejecimiento.
Desde sus inicios, el negocio de la longevidad ha estado rodeado de un halo de pseudociencia. Sin embargo, la inversión estatal y de empresas privadas, así como el creciente interés tanto de los líderes chinos como del público, lo han convertido en una rama legítima y, en ocasiones, lucrativa de la medicina.
China, deseosa de alcanzar y, siempre que sea posible, superar a Occidente en biotecnología, inteligencia artificial y otras tecnologías avanzadas, ha convertido la industria de la longevidad en una prioridad nacional, invirtiendo miles de millones en investigación y en los productos comerciales derivados.
La esperanza de vida media en China alcanzó el año pasado los 79 años, cinco años más que la media mundial, según el Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido Comunista.
Pero eso, logrado a través de mejoras constantes en la atención médica y el estilo de vida, todavía está por debajo del promedio de Japón de casi 85 años y muy lejos de los 150 años mencionados por Xi.
Xi y Putin, ambos de 72 años, tal vez solo estaban conversando informalmente. Pero los opositores exiliados del Partido Comunista los tomaron en serio, señalando un video de 2019 que apareció en las redes sociales chinas, que supuestamente era una promoción del hospital militar de élite 301 de Beijing, donde se atiende a altos funcionarios.
El video, que fue rápidamente eliminado por la censura china, presumía de que el hospital estaba realizando un trabajo pionero para el “Proyecto de Salud de los Líderes del 981” y tenía como objetivo prolongar la vida de altos cargos del partido hasta los 150 años. Dejando a un lado las reflexiones captadas por el micrófono abierto, el entusiasmo de China por prolongar la esperanza de vida ha crecido a la par de su rápido crecimiento económico, que ha dado a cientos de millones de personas el tiempo y el dinero necesarios para mirar más allá de la mera supervivencia diaria.
Una empresa china que ha aprovechado esta tendencia es Time Pie, un grupo con sede en Shanghái que comenzó comercializando suplementos dietéticos y ahora organiza conferencias científicas y publica una revista, Aging Slow, Living Well (Envejecer despacio, vivir bien). “Antes, en China nadie hablaba de longevidad, solo los estadounidenses ricos”, dijo Gan Yu, cofundador de la empresa. “Ahora muchos chinos están interesados y tienen el dinero necesario para prolongar sus vidas”.
La idea de la inmortalidad persiste como herramienta de marketing. Immortal Dragons, un fondo de inversión de Singapur centrado en proyectos de longevidad, está dirigido por un joven emprendedor chino, Bo Yang Wang, quien ha explorado oportunidades de negocio en la criopreservación, la impresión 3D de órganos y el reemplazo de cuerpo completo.
Lonvi, la startup de longevidad con sede en Shenzhen, tiene objetivos más modestos.
En 2022, abrió un laboratorio en un edificio de oficinas en las afueras de la extensa ciudad china vecina de Hong Kong, después de que científicos de Shanghái descubrieran que un compuesto natural presente en el extracto de semilla de uva -la procianidina C1 o PCC1- aumentaba la esperanza de vida de los ratones al eliminar selectivamente las células senescentes o envejecidas y proteger las células sanas. (Lonvi no tiene ninguna relación con los científicos de Shanghái).
Los ratones tratados con el compuesto vivieron un 9,4% más a lo largo de su vida - y un 64,2% más desde el inicio del tratamiento.
Los hallazgos, publicados en un artículo de Nature Metabolism en 2021, fueron revolucionarios. Sin embargo, en setiembre, la revista publicó una nota del editor alertando a los lectores sobre “errores en los datos”, aunque no retiró el artículo. Estudios posteriores, incluido uno realizado en Japón, han respaldado las afirmaciones iniciales.
Trasladar a los humanos lo que funciona en ratones requiere pruebas largas y rigurosas, y lo que funciona en ratones a menudo no funciona en las personas, afirmó David Barzilai, médico estadounidense y fundador de Barzilai Longevity Consulting. Según él, China “se está tomando cada vez más en serio la longevidad y la biología del envejecimiento, tanto a nivel institucional como político”. Sin embargo, añadió: “Una firme intención científica no garantiza un rigor uniforme ni un éxito traslacional. El reto no consiste solo en hacer más, sino en hacerlo mejor”.
La semilla de uva ha sido popular durante mucho tiempo como alimento saludable en Occidente y en la medicina tradicional china. Pero Lonvi afirma haber aislado moléculas en ella que “eliminan las células zombi” -células envejecidas que no mueren y dañan las células sanas- y haber encontrado la manera de producir cápsulas con altas concentraciones de estas.
“Esto no es una pastilla más. Es el santo grial”, dijo Yip Tszho, conocido como Zico, director ejecutivo de Lonvi. Andrew Higgins / The New York Times