Eran las 11:20 cuando el presidente argentino Alberto Fernández subió las escaleras del palacio de Itamaraty, acompañado por un puñado de funcionarios y personal de seguridad. Un rato después, protagonizaba la primera reunión bilateral con el flamante presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, un antiguo aliado que el domingo tomó las riendas del gigante sudamericano y que, según testigos del encuentro, prometió “ayudarlo” para conseguir su reelección.
“Ha sido una gran reunión. Hemos decidido volver a poner en marcha el vínculo entre Argentina y Brasil, con toda la fuerza que el vínculo debe tener”, dijo el presidente argentino en la posterior declaración a la prensa, de menos de cinco minutos y sin aceptar preguntas.
Sin explayarse sobre lo conversado, Fernández se mostró esperanzado de “poder avanzar” en lo “conversado” el próximo 23, cuando reciba a Lula, ya en visita oficial de Estado.
La gran expectativa del Gobierno, su canciller Santiago Cafiero y el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, también presentes en el encuentro, es poder rubricar ese día el acuerdo bilateral para la integración, un plan de acción conjunta con ejes económicos, políticos, financieros y energéticos. “Fue una reunión excelente, vamos a avanzar en la integración financiera y energética”, afirmaron desde la delegación argentina, y acotaron que ya mañana Scioli será recibido por el canciller Mauro Viera para “avanzar” en lo acordado.
En su declaración, Fernández dijo tener una “enorme alegría” por el tercer mandato de da Silva. “Creo que el pueblo de Brasil le ha dado a Lula la reivindicación que merecía.
Estoy feliz de estar aquí presente y vivirlo”, expresó. Fernández anticipó que ambos presidentes habían hablado, durante la larga hora que duró la reunión, sobre la región y el “nuevo rol que tienen para cumplir las regiones en la globalización”.
Ya en el terreno político, el mandatario argentino dijo compartir con Lula “el deseo de unir a América latina en un espacio común”, y anticipó que trabajará para “institucionalizar la Celac”, que Argentina preside desde principios de año, y a la que Brasil se reincorporará tras su manifiesta ausencia durante la presidencia de Jair Bolsonaro.
La reunión formal tuvo, con todo, momentos relajados. El triunfo de Argentina en el Mundial de Qatar estuvo presente en las felicitaciones de Lula, y también una promesa.
“Te voy a ayudar, necesito que seas reelecto”, le habría dicho el flamante presidente de Brasil a Fernández, quien no fue tajante en relación a una eventual postulación.
Más allá de las peleas coyunturales, y luego de su ajustado triunfo en la segunda vuelta, la llegada de Lula al poder despierta expectativas en Fernández y el kirchnerismo todo.
El “excelente vínculo” entre ambos, según lo definen desde la diplomacia argentina, podría derivar en una revitalización del Mercosur, frenado y limitado en los últimos años por las divergencias ideológicas con el presidente saliente, Jair Bolsonaro, y la declamada intención del presidente Luis Lacalle Pou de acelerar acuerdos bilaterales extrazona con China, Japón y Oceanía.
Por su parte, Lula quiere además acelerar el acuerdo con la Unión Europea, demorado desde hace años, aunque Argentina pretende ir a un ritmo más lento, atendiendo a las demandas de algunos sectores de su industria.
Líderes regionales ocuparon la agenda
El flamante presidente brasileño buscó ayer restablecer los vínculos con Iberoamérica en su primer día de gobierno, con una extensa ronda de reuniones bilaterales con varios de los principales líderes de la región.
Menos de 24 horas después de asumir, el dirigente progresista mantuvo sendos encuentros con el rey de España, Felipe VI; los presidentes de Argentina, Alberto Fernández; Bolivia, Luis Arce; Ecuador, Guillermo Lasso; Colombia, Gustavo Petro; Chile, Gabriel Boric, y Portugal, Marcelo Rebelo, entre otros.
“Creo que el presidente Lula es un líder regional que le va a dar un impulso a América Latina muy importante”, afirmó Fernández. Lula mandó así una fuerte señal de que, como cuando gobernó entre 2003 y 2010, la política exterior será uno de los ejes de su tercer mandato, después de cuatro años de “aislamiento” internacional con el ahora expresidente Jair Bolsonaro.
Ya había anticipado que quiere devolver a Brasil “al lugar del mundo que se merece”, como “protagonista” de foros internacionales, relegados a un segundo plano por el líder derechista.
En base a La Nación (GDA) y EFE