EFE
Una ola de atentados con explosivos, ráfagas de fusil y coches bomba dejó al menos siete muertos ayer martes en el suroeste de Colombia. Los crímenes ocurrieron casi en simultáneo y apenas tres días después de que el senador y aspirante presidencial Miguel Uribe Turbay fuera tiroteado en un acto de campaña en Bogotá.
Colombia despertó ayer con una decena de atentados en diferentes municipios de los departamentos de Cauca y Valle del Cauca, dos viejos epicentros del conflicto armado.
En el Valle del Cauca hubo al menos tres explosiones en Cali, la capital, y otras más en el municipio de Jamundí. En el vecino Cauca, fueron tres las detonaciones en los municipios de El Bordo y Corinto, y en Caloto un francotirador asesinó a un policía.
Hasta anoche había al menos siete personas fallecidas y decenas de heridos en esta región codiciada por los grupos armados ilegales como corredor estratégico para mover droga y otros negocios ilícitos hacia la costa Pacífica.
Allí tienen presencia las disidencias de las extintas FARC, bandas herederas del paramilitarismo y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el mayor grupo guerrillero de izquierda activo en el país.
Según el ministro de Defensa, los atentados de ayer son una respuesta a los recientes avances militares en la zona, donde el Ejército estaría penetrando un “centro neurálgico” de las estructuras lideradas por Iván Mordisco uno de los principales jefes del Estado Mayor Central (EMC), la facción más poderosa de las disidencias de las FARC. Iván Mordisco tiene 50 años y su nombre real es Néstor Gregorio Vera Fernández, pero se le conoce por su alias y es el hombre más buscado del país. Por él, el Gobierno de Gustavo Petro ofrece una recompensa de cerca de un millón de dólares.
Aunque en varias ocasiones han circulado rumores sobre su muerte, Mordisco sigue liderando actos de terrorismo, narcotráfico, asesinatos y reclutamiento forzado de menores de edad.
Lleva más de 20 años en armas, pero su historia cobró notoriedad en mayo de 2016, cuando, en plena recta final del proceso de paz entre las FARC y el entonces presidente Juan Manuel Santos, anunció que un grupo de guerrilleros bajo su mando no se acogería a los acuerdos.
La serie de atentados de ayer martes ocurrió tres días después del hecho de violencia política más grave de los últimos años en Colombia: el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, aspirante presidencial y nieto de un expresidente.
El político fue tiroteado por la espalda mientras participaba en un acto de campaña en Bogotá el sábado, a un año de las elecciones presidenciales.
Estos hechos, a manos de un menor de edad, evocaron los traumáticos años 90, cuando varios candidatos presidenciales fueron asesinados a manos de grupos ilegales que buscaban sembrar el miedo e influir en la política nacional.
Uribe Turbay, de 39 años, permanece en estado crítico en una clínica mientras las autoridades intentan esclarecer el ataque, tras el cual surgieron denuncias sobre posibles planes para atentar contra otros líderes políticos, entre ellos el expresidente Álvaro Uribe.
Aunque Petro llegó al poder en agosto de 2022 con la promesa de lograr una “paz total” mediante acuerdos con los grupos armados, no lo ha logrado.