BRASIL

Jair Bolsonaro y Luiz Inácio Lula da Silva saben que no tienen tiempo que perder. Ayer lunes, un día después del sorprendente resultado de la primera vuelta electoral por la gran votación que recibió el presidente, rompiendo todos los pronósticos de las encuestas, Bolsonaro y Lula lanzaron sus campañas para el balotaje del domingo 30.

Lula, de 76 años, salió primero el pasado domingo con el 48% de votos, en tanto Bolsonaro obtuvo el 43%, apenas cinco puntos abajo cuando los sondeos daban que la diferencia iba a ser de unos 15 puntos, e incluso algunas proyectaban un triunfo del candidato del Partido de los Trabajadores (PT) en primera vuelta.

La ventaja de cinco puntos dejó la definición abierta y proyecta cuatro semanas de una campaña intensa y agresiva en un país ya profundamente dividido.

“Tenemos que conversar con todas las personas que no votaron por nosotros en la primera vuelta”, dijo Lula después de una reunión con su equipo en San Pablo.

Bolsonaro, por su parte, dijo que su proyecto tiene “lo necesario para liberar a Brasil del autoritarismo, del chantaje y la injusticia que tanto nos indigna”. “¡El cambio más profundo del país ya comenzó! No es el pueblo el que tiene que temer”, escribió en Twitter.

Los apoyos de Simone Tebet, tercera con 4% de los votos, y Ciro Gomes, con 3%, tendrán un papel relevante en la segunda vuelta. Ninguno de los dos anticipó a quién apoyarán, o si no se jugarán por ninguno. Tebet prometió que anunciará su postura en el “momento oportuno”, mientras Gomes, duro crítico de Lula y Bolsonaro, pidió tiempo.

Como ya sucedió en otros eventos claves recientes, como la elección de Donald Trump, el Brexit y el plebiscito del acuerdo de paz en Colombia, todos en 2016, las principales encuestadoras erraron de plano.

Los números del domingo correspondieron en cambio con el escenario que defendía el equipo de campaña de Bolsonaro, de 67 años, que lo deja con posibilidades de lograr la reelección.

Leandro Consentino, politólogo del instituto Insper, pronostica un “final abierto” y “una situación pareja” para ambos, con Bolsonaro mostrando fuerza en estados claves como Rio de Janeiro, San Pablo y Minas Gerais, en el sudeste de Brasil y que reúnen 40% del padrón electoral.

“El balotaje promete ser una disputa feroz”, dijo Paulo Calmon, politólogo de la Universidad de Brasilia.

“Será una campaña agresiva y de bajo nivel”, agregó.

La Bolsa de Valores de San Pablo cerró ayer lunes con alza de 5,54%, señal del apoyo de la comunidad económica no solo a Bolsonaro, sino a la nueva configuración conservadora del Congreso.

El Ibovespa, índice principal, escaló 5,54% hasta los 116.134,46 puntos, y la cotización del dólar retrocedió 4,19%, a 5,20 reales desde el cierre del viernes. En la Bolsa hubo fuertes subidas de acciones producto de la votación, como la de la Compañía de Saneamiento Básico de San Pablo (16,93%), mientras que la estatal Petrobras subió 8,86%, ayudada además por un alza internacional del petróleo.

“Independientemente de quien gane el segundo turno, va a tener que gobernar con un Congreso más orientado a la derecha, más liberal y promercado, con un gran peso”, dijo el economista Igor Macedo de Lucena.

En el Congreso, el Partido Liberal (PL), al que pertenece Bolsonaro, aumentó su base como la mayor bancada en la Cámara de Diputados (de 76 a 99 escaños, casi un quinto del total), y se convirtió igualmente en la minoría mayor en el próximo Senado (sumando ocho lugares, para un total de 15 escaños de 81 senadores en total).

Además, conquistaron más posiciones los partidos de centro, mientras que el PT de Lula avanzó, pero menos de lo esperado. Este balance de fuerzas restaría margen de maniobra a un eventual gobierno del líder de izquierda.

“El mercado considera que si hubiera una victoria de Lula, este no conseguiría hacer los cambios drásticos que promete, y si ganara Bolsonaro, habría una composición más favorable en el Congreso” para continuar con su agenda liberal, indica Jason Vieira, economista jefe de la administradora de activos Infinity Asset Management.

En concreto, la primera vuelta del pasado domingo mostró que el bolsonarismo está bien implantado en Brasil. Bolsonaro obtuvo 1,7 millones de votos más que en la primera vuelta de 2018.

“Esta elección demuestra cuán arraigado está el movimiento conservador en Brasil. Incluso si Bolsonaro termina dejando la presidencia, el bolsonarismo se mantendrá”, pronosticó en una columna en el diario Folha de S. Paulo la socióloga Angela Alonso, de la Universidad de San Pablo.

Las elecciones de 2018 habían estado marcadas por un rechazo al PT de Lula por escándalos de corrupción. Pero los resultados de este domingo muestran que el bolsonarismo no “fue solo un rayo en el cielo azul, es decir, alguien que ganó por circunstancias de todo tipo”, dijo Jairo Nicolau, politólogo de la Fundación Getulio Vargas, al portal Nexojornal.

Bolsonaro logró mucho más que capear las crisis que marcaron su mandato, la pandemia del covid-19 o la disparada de la pobreza en Brasil.

Casi la mitad de los senadores elegidos el domingo (15 de 27) son del PL o aliados.

Entre ellos hay varios de sus exministros, como Tereza Cristina (Agricultura) o Marcos Pontes (Ciencia). El vicepresidente saliente, Hamilton Mourao, también ganó un escaño en la cámara alta. Igualmente, fueron elegidos exmiembros muy polémicos, como Eduardo Pazuello, quien estuvo al frente del Ministerio de Salud durante los peores días de la pandemia, de mayo de 2020 a marzo de 2021.

Nicolau dijo a la AFP que “una pequeña parte de los brasileños es extremista, pero el bolsonarismo es sobre todo un movimiento de expresión del conservadurismo del país”, en reemplazo de partidos tradicionales de centroderecha como el PSDB, del expresidente Fernando Henrique Cardoso.

“El PSDB era un partido de élites, con muy poca penetración en el tejido social. Ahí es donde Bolsonaro marca la diferencia: es un verdadero líder popular, como hace tiempo no tiene la derecha brasileña”, agrega Mayra Goulart, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Federal de Rio de Janeiro. (AFP, EFE)

El Partido Liberal (PL) por el que se postuló Jair Bolsonaro, será la primera minoría en la Cámara de Diputados, por delante de las fuerzas que apoyan a Luiz Inácio Lula da Silva. El PL ganó al menos 23 diputados en las elecciones del domingo, llegando a un mínimo de 99 de los 513 escaños de la cámara baja.

El bolsonarismo y sus aliados también tomaron impulso en el Senado, lo que llevó a constituir uno de los Congresos más conservadores de la historia de Brasil.

Los partidos conservadores y de centroderecha sumaron alrededor de 273 diputados, mientras que los vinculados a la izquierda lograron alrededor de 138 escaños, lo que haría cuesta arriba un eventual gobierno de Lula. El Partido de los Trabajadores (PT) de Lula consiguió crecer con respecto a 2018, pero será el segundo mayor grupo en la próxima legislatura, con al menos 76 asientos para diputados.

Bolsonaro dio muestra de su vigor -subestimado por la mayoría de las encuestas- al convertir un pequeño partido en el mayor grupo del Congreso y ayudar a elegir a algunos de sus más estrechos colaboradores. Cinco exministros del mandatario consiguieron un escaño en el Senado, cuatro en la Cámara de Diputados y otros dos están en carrera por gobiernos regionales que se definirán en la segunda vuelta.