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El gran desafío de “Super Sophie” en Bélgica: la salida del confinamiento por el COVID-19

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La primera ministra Sophie Wilmès responde preguntas de los medios de comunicación al término de la última reunión del Consejo de Seguridad Nacional. Foto: EFE

CORONAVIRUS EN EUROPA

“Franca”, “tranquila”, “profesional”, con capacidad para mostrar “empatía” frente a una situación excepcional: así describen los medios y los expertos en política a la dirigente de 45 años.

La primera ministra de Bélgica, Sophie Wilmès, casi desconocida hace seis meses, ha salido a la luz gracias a la crisis del coronavirus pero “super-Sophie”, como ya la llaman algunos, se enfrenta a partir de mañana lunes a la delicada salida del confinamiento.

“Franca”, “tranquila”, “profesional”, con capacidad para mostrar “empatía” frente a una situación excepcional: así describen los medios de comunicación y los expertos en política a la dirigente liberal francófona de 45 años.

“Está claro que esta crisis ha cambiado por completo su estatura”, declaró a la AFP Vincent Laborderie, un politólogo de la Universidad católica de Lovaina.

“Nueva en el panorama”, tiene algo que gusta a los belgas, y “el lado femenino jugó también”, añade este experto, en un país muy afectado por la pandemia (más de 7.700 muertos hasta el viernes).

Para esta hija de un economista que se graduó en una escuela de comunicación, todo se aceleró en 2014. Era adjunta en un ayuntamiento de tamaño medio de las afueras de Bruselas cuando se le presentó la ocasión de ser la primera suplente en una lista de su partido para las elecciones legislativas. Se convirtió en diputada gracias al nombramiento como ministro del jefe de filas de los liberales, Didier Reynders (ahora comisario europeo).

Luego entró en el gobierno en 2015 en la cartera del Presupuesto, un cargo con el que llamó la atención del entonces primer ministro, Charles Michel, otro liberal francófono, por su seriedad y rigor. Cuando este último anticipó su salida para la presidencia del Consejo Europeo a finales de octubre de 2019, Sophie Wilmès le sucedió como primera ministra.

Esta madre de cuatro hijos fue la primera mujer en ocupar el puesto en Bélgica, pero al frente de un gobierno sin mayoría en el parlamento y que solo se ocupa de “los asuntos corrientes”.

Coronavirus catástrofe. Foto: archivo El País.
Foto: archivo El País.

“No hay que olvidarlo, llegó un poco por casualidad”, señala Dave Sinardet, profesor de ciencias políticas de la Universidad Libre de Bruselas (VUB).

Y aunque a finales de marzo se formó una especie de unión nacional para gestionar la crisis (una votación en el Parlamento otorgó “poderes especiales” a su coalición minoritaria), esto no durará más de tres meses.

La última rueda de prensa de Wilmès, el 24 de abril, cuando anunció un aligeramiento muy progresivo de las medidas de confinamiento, ha despertado críticas de los opositores.

Reacción.

Los socialistas y ecologistas francófonos le reprochan que dé prioridad a la reapertura de los comercios a partir del 11 de mayo en vez de a las reuniones familiares en un círculo restringido, aplazadas al 18 de mayo.

Oponer “la economía a lo humano” es estar “completamente equivocado”, reaccionó la primera ministra, recordando que estos partidos de izquierda son socios de los ejecutivos regionales de Bruselas y Valonia (sur) que apoyaron las decisiones anunciadas.

Desde diciembre de 2018, cuando los nacionalistas flamencos de la N-A abandonaron la coalición gobernante de centro-derecha, Bélgica ha estado sin un gobierno en pleno ejercicio.

Una situación que el voto de los “poderes especiales” el 27 de marzo ha puesto entre paréntesis provisionalmente. Entonces ¿cuál es el futuro de Wilmés?

A finales de marzo, el diario Le Soir elogió el “ascenso irresistible” de esta mujer a la que apodó “super-Sophie”.

Para Sinardet, sin duda ha ganado popularidad, al menos entre los francófonos, y “será probablemente vice primera ministra” del próximo gobierno, porque su partido (el MR, Movimiento Reformador), situado en el centro del tablero político, seguirá probablemente siendo una de sus bases.

No se expone, cultiva una cierta discreción en los medios de comunicación, pero “esto también puede ser una estrategia”, considera el politólogo flamenco.

Encuesta.

Entre los ciudadanos de siete países entrevistados por el Instituto Ipsos para un centro de investigación política francés, el Cevipof, y varios socios internacionales, los franceses, los británicos y los italianos son los que peor califican a sus dirigentes y se muestran más pesimistas.

El peor juzgado es el presidente francés, Emmanuel Macron, cuya gestión no satisface al 42% de los franceses, y que recibió una nota de 4,1 (en una escala de 0 a 10).

En la cima de la clasificación está la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, a quien se acreditó una nota de 7,8 y sólo un 7% de descontentos.

El jefe del gobierno austriaco, Sebastian Kurz, la sigue con una nota de 6,8 (11% de insatisfechos) y luego la canciller alemana, Angela Merkel, con 6 (20% de no satisfechos). Con notas inferiores a 6 se ubican los primeros ministros Boris Johnson, del Reino Unido, con 5,6; Giuseppe Conte, de Italia, con 5,5; y Stefan Löfven, de Suecia, con 5,2.

Hay 241.682 muertos y un millón ya se curaron

El nuevo COVID-19 ha provocado al menos 241.682 muertos en el mundo desde que apareció en diciembre, según un balance establecido anoche por AFP sobre la base de fuentes oficiales. Desde el comienzo de la epidemia se contabilizaron más de 3.398.390 casos de contagio en 195 países o territorios. Las autoridades consideran que al menos 1.023.900 personas se curaron de la enfermedad.

Desde el viernes se registraron 6.167 nuevas muertes y 94.645 contagios en el mundo.

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