El papa Francisco envía un mensaje a China y elogia la "sabiduría" y antigua cultura de Mongolia

Los gobiernos “no tiene nada que temer de la labor de evangelización de la Iglesia porque ésta no tiene una agenda política”, dijo el pontífice en su visita a Asia.

El Papa sale de una yurta, vivienda que usan nómadas en las estepas de Asia Central
El Papa sale de una yurta, vivienda que usan nómadas en las estepas de Asia Central.
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El papa Francisco afirmó ayer en un encuentro con misioneros católicos en Mongolia que los gobiernos “no tienen nada que temer de la labor de evangelización de la Iglesia”, una declaración percibida como mensaje para China. “Los gobiernos (...) no tienen nada que temer de la labor de evangelización de la Iglesia porque ésta no tiene una agenda política”, dijo el pontífice argentino en la catedral de los Santos Pedro y Pablo de Ulán Bator.

El mensaje de “misericordia y verdad” de la Iglesia busca “promover el bien de todos”, agregó en el templo, cuya nave circular se inspira en las tiendas tradicionales de los nómadas mongoles del país.

Este viaje de Francisco es la primera visita papal a Mongolia, un país de mayoría budista situado al sur de Rusia y al norte de China, donde apenas hay 1.400 fieles, incluyendo 25 sacerdotes y 33 monjas.

El desplazamiento del líder de la Iglesia católica parece orientado a mejorar los vínculos entre el Vaticano y China, que no tienen relaciones diplomáticas.

El Partido Comunista de China teme que cualquier organización pueda socavar su autoridad. Durante mucho tiempo sospechó que el Vaticano pueda tener influencia política en los católicos chinos.

Francisco hizo un esfuerzo en mejorar los lazos con Pekín y el año pasado renovó un acuerdo espinoso sobre el nombramiento de los obispos en China.

En su primer acto público desde su llegada, el viernes, el papa fue acogido ayer sábado con una ceremonia oficial en Ulán Bator, con la guardia de honor de jinetes en la enorme plaza Sukhbaatar, denominada así en honor a un héroe revolucionario mongol.

El presidente de Mongolia, Ukhnaa Khurelsukh, vestido con una túnica tradicional, descendió por una larga escalinata con alfombra roja para recibir al papa justo enfrente de una enorme estatua de bronce de Gengis Kan, el fundador del Imperio mongol en el siglo XIII.

Más de mil peregrinos de otros países y algunos curiosos se congregaron en la plaza para ver a Francisco. El papa elogió la “sabiduría” y la rica y antigua cultura de Mongolia, donde los ganaderos y agricultores son “respetuosos con los delicados equilibrios del ecosistema”.

También alertó sobre los peligros de la corrupción en esta joven democracia, sacudida el año pasado por manifestaciones contra un escándalo de malversación relacionado con la industria del carbón.

El pontífice dijo que las religiones pueden “representar una salvaguardia ante la insidiosa amenaza de la corrupción, que supone un peligro grave al desarrollo de cualquier comunidad humana, fruto de una mentalidad sin escrúpulos y utilitarista que ha empobrecido países enteros”.

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