AFP, EFE
El cónclave para elegir al próximo papa comenzará el 7 de mayo, decidieron ayer lunes los cardenales de la Iglesia católica, que heredará grandes desafíos como el combate a abusos sexuales dentro del clero, tema que los propios purpurados pusieron en primer lugar de la agenda del sucesor del fallecido Francisco.
Los cardenales se encerrarán desde ese día en la majestuosa Capilla Sixtina para elegir al próximo papa, y no podrán salir hasta que la fumata blanca preceda el esperado “Habemus papam”.
El cónclave que llevó a la elección de Francisco en 2013 tomó dos días, la misma duración del de su predecesor, Benedicto XVI, ocho años antes.
La fecha se definió en la quinta reunión cardenalicia desde la muerte de Francisco el lunes 21, que abordó “temas de particular relevancia para el futuro de la Iglesia” como “algunos de los desafíos que se ponen de relieve”.

“La evangelización, la relación con otras confesiones, la cuestión de los abusos”, indicó el Vaticano en un comunicado.
Los cardenales participarán el 7 de mayo en una misa en la Basílica de San Pedro.
Los menores de 80 años con derecho a voto pasarán luego a encerrarse para votar en un proceso secreto que puede durar varios días. No tendrán acceso a sus celulares, al internet, ni a la prensa. El Vaticano no confirmó aún cuántos de los 135 cardenales electores participarán del cónclave. El 80% de ellos fue designado por Francisco.
“Nuestro deseo es encontrar a alguien que se parezca a Francisco, que no sea el mismo pero en continuidad”, indicó a la prensa el cardenal argentino Ángel Sixto Rossi, de 66 años.
Parolin favorito
Los últimos dos cónclaves de 2005 y 2013 duraron dos días.
El italiano Pietro Parolin aparece como uno de los “papables” favoritos a medida que crecen conflictos y crisis diplomáticas por el mundo. Este cardenal ejerció como Secretario de Estado con Francisco tras ser nuncio en Venezuela.
La casa de apuestas británicas William Hill lo pone por delante del filipino Luis Antonio Tagle, seguido del cardenal ghanés Peter Turkson y del también italiano Matteo Zuppi.
El cónclave se popularizó aún más tras la galardonada película homónima de Edwar Berger, que juega con las tensiones entre facciones del Vaticano.
“Es una oportunidad de mostrar al mundo que películas como Cónclave y otras parecidas no son la realidad”, dijo el cardenal español Cristóbal López Romero al medio oficial Vatican News.

Abusos en la agenda
Después de encubrir por décadas crímenes sexuales contra niños por parte de sacerdotes, la Iglesia católica trae el tema al centro del cónclave para sustituir al papa Francisco.
Los cardenales ahora lo ponen entre los principales desafíos del sustituto del primer papa latinoamericano.
El Vaticano informó en un comunicado que “la evangelización, la relación con otras religiones y el tema del abuso” destacan entre los más urgentes de la Iglesia.
“Aplaudimos el reconocimiento por parte de los cardenales de que poner fin a la crisis de abuso debe ser una prioridad para el próximo papa”, dijo a AFP Anne Barrett Doyle, codirectora de la ONG estadounidense Bishop Accountability, que documenta la violencia clerical.
“La Iglesia en todo el mundo, a través de sus parroquias, escuelas, hospitales y orfanatos, cuida de decenas de millones de niños. La obligación más sagrada del próximo papa debe ser protegerlos del abuso. Su seguridad está en juego, al igual que la autoridad moral de la Iglesia”, añadió.
Francisco asumió en 2013 cuando la Iglesia enfrentaba una avalancha de revelaciones sobre abusos sexuales por parte de sacerdotes.

Un punto de inflexión llegó en 2018, durante un viaje a Chile.
El papa inicialmente defendió con firmeza a un obispo chileno contra las acusaciones de que encubrió los crímenes de un sacerdote anciano, y luego admitió haber cometido “graves equivocaciones” en el caso, un hecho sin precedentes para un papa. Forzó la renuncia de todos los obispos de Chile.
También arremetió contra el cardenal estadounidense Theodore McCarrick después de que fuera declarado culpable por un tribunal del Vaticano de abusar sexualmente de un adolescente en la década de 1970.
McCarrick falleció a principios de este mes en Estados Unidos, a los 94 años.
En 2019, Francisco se movilizó para realizar cambios duraderos en la forma en que la Iglesia manejaba el tema de los abusos.

Eliminó el secreto pontificio sobre las agresiones sexuales a menores.
Las denuncias, testimonios y documentos de los juicios internos en la Iglesia pueden entregarse ahora a la justicia civil, aunque no hay ninguna obligación.
Las víctimas pueden acceder a su expediente y a la sentencia.
Con el texto Vos Estis Lux Mund (“Ustedes son la luz del mundo”), Francisco hizo también obligatorio comunicar en la Iglesia cualquier sospecha de agresión sexual o de acoso, y cualquier intento de ocultación por parte de la jerarquía.
El secreto de la confesión siguió siendo absoluto.
“Lo que necesitamos del próximo papa es una acción significativa, no más retórica”, dijo Barrett Doyle, “que revele los nombres de los miles de sacerdotes declarados culpables hasta la fecha según la ley de la Iglesia”.
Y que “promulgue una ley universal de la Iglesia que retire permanentemente del ministerio a todos los abusadores de menores comprobados”.

Cardenal Becciu queda fuera del cónclave
El cardenal Angelo Becciu, a quien Francisco quitó los privilegios de purpurado por su implicación en un escándalo financiero por el que fue condenado y que insistía en que podía entrar en el cónclave, está dispuesto a dar marcha atrás y no participar en la elección del próximo papa.
Becciu tomó su decisión tras la congregación general de los cardenales celebrada ayer lunes, en la que se decidió que el cónclave comience el próximo 7 de mayo y en la que se mostró al menos un documento firmado por Francisco que indicaba que Becciu no podía participar en el cónclave, según medios locales que citan fuentes próximas a la reunión.
El cardenal aceptó entonces dar un paso atrás “por el bien de la Iglesia”, indicaron las mismas fuentes.
El responsable de la sala de prensa del Vaticano, Matteo Bruni, declaró que los cardenales no habían adoptado “ninguna deliberación por el momento” sobre el caso Becciu.
Los medios ya habían informado sobre dos cartas firmadas por Francisco en las que se indicaba que Becciu no podía participar en el cónclave.
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