De yihadista y rebelde a presidente: la evolución del nuevo líder sirio que busca acercarse a Occidente

Ahmad al-Sharaa cambió su uniforme militar por trajes y se embarcó en una ofensiva de encanto que pretende convencer a propios y extraños que es capaz de conducir a Siria hacia la democracia.

Al Sharaa: cambió el uniforme militar por el saco y la corbata
Al Sharaa: cambió el uniforme militar por el saco y la corbata.
Foto: AFP

Ben Hubbard / The New York Times
Como comandante de un grupo rebelde aliado con Al Qaeda durante la larga guerra civil de Siria, el hombre conocido por su nombre de guerra, Abu Mohammed al-Golani, dio la bienvenida a yihadistas extranjeros, envió suicidas para hacer estallar puestos militares y prometió crear un estado islámico.

Hace una década, le dijo a un periodista que los musulmanes no deberían entrar al Parlamento a jurar sobre una constitución hecha por el hombre porque tenían que respetar “el gobierno de Dios Todopoderoso”.

El mismo comandante se convirtió en el nuevo presidente de Siria después de que una alianza rebelde que él lideraba derrocara al hombre fuerte Bashar Assad en diciembre. Rompió con Al Qaeda hace años y ahora usa su verdadero nombre, Ahmad al-Sharaa. Ha cambiado su uniforme militar por trajes y se ha embarcado en una ofensiva de encanto para convencer a los líderes extranjeros y a sus compatriotas sirios de que puede reparar su destrozado país y conducirlo hacia la democracia, o algo parecido.

“Si democracia significa que el pueblo decide quién lo gobernará y quién lo representa en el Parlamento, entonces sí, Siria va en esa dirección”, dijo a The Economist en una entrevista este mes.

El marcado contraste entre el pasado yihadista de Al-Sharaa y su presente pragmático y nacionalista ha dejado a los sirios y a los funcionarios extranjeros preguntándose qué cree realmente y cómo gobernará un país crítico en el corazón del Medio Oriente.

Ahmed al-Sharaa,habla ante representantes y dignatarios durante la Conferencia de Diálogo Nacional
El presidente sirio, Ahmed al-Sharaa, habla ante representantes y dignatarios en la Conferencia de Diálogo Nacional.
Foto: AFP

Muchos sirios, exhaustos tras 13 años de guerra civil, dicen que todo lo que haga será mejor que la miseria y la destrucción provocadas por Asad. Los críticos sirios que desconfían de su enfoque islamista sostienen que más allá de su retórica conciliadora se esconde un pasado siniestro al que no ha renunciado claramente.

Desde que emergió como nuevo líder de Siria, altos funcionarios árabes y occidentales lo han visitado en Damasco o lo han recibido en sus capitales para presionarlo sobre temas que les preocupan, incluyendo la lucha contra la influencia iraní, limitar la presencia militar de Rusia, cerrar las exportaciones ilegales de drogas, tomar medidas enérgicas contra los yihadistas violentos y garantizar los derechos de las mujeres y las minorías religiosas.

Algunos de esos funcionarios han dicho en privado que están impresionados con el mensaje inclusivo de Al Sharaa, pero pocos han prometido lo que más necesita: ayuda financiera para impulsar la economía de Siria e impulsar la reconstrucción, y el levantamiento de las duras sanciones impuestas para castigar a Assad. El lunes, la Unión Europea acordó suspender las restricciones a los bancos sirios y a los sectores de energía y transporte, así como ampliar las medidas para facilitar la ayuda humanitaria.

Un factor que dificulta la interacción con su gobierno en el exterior es que Estados Unidos y otros países, junto con las Naciones Unidas, siguen clasificando al grupo rebelde que él dirigía, Hayat Tahrir al-Sham, o HTS, como organización terrorista.

Barbara A. Leaf, funcionaria de alto rango del Departamento de Estado para Oriente Medio durante el gobierno de Biden, fue una de las primeras funcionarias estadounidenses en reunirse con Al Sharaa en Damasco, la capital siria, en diciembre. En una entrevista, dijo que el presidente había venido claramente preparado para escuchar lo que Estados Unidos tenía que decir y para responder. “Me pareció un pensador muy metódico con un alto grado de pragmatismo”, afirmó Leaf.

Ella dijo que no estaba claro en qué medida su pasado yihadista aún afectaba sus opiniones como líder de un país recientemente liberado que buscaba desesperadamente reconocimiento y apoyo internacionales.

“O bien es simplemente un gran actor o tiene una especie de personalidad esponjosa que asume tanto la experiencia como el contexto que va dando forma al entorno más amplio y ajusta su propio pensamiento a ello”, dijo.

Al-Sharaa se enfrenta a enormes desafíos. La guerra mató a más de 500.000 personas, según la mayoría de las estimaciones, obligó a millones más a huir al extranjero y diezmó comunidades enteras, dejando a muchos refugiados sin un hogar al que regresar.

Al Sharaa: el próximo 1° de marzo está previsto que asuma un nuevo gobierno en Siria
Al Sharaa: el próximo 1° de marzo está previsto que asuma un nuevo gobierno en Siria

Ha recorrido provincias sirias y se ha reunido con representantes de las minorías cristiana, alauita y drusa. Aunque su gobierno es de orientación islamista, no ha prohibido el alcohol ni impuesto códigos de vestimenta a las mujeres.

Ha hablado con cautela de Israel, que ha ocupado territorio en el sur de Siria, al que ha pedido que respete una tregua de décadas a lo largo de la frontera compartida entre ambos países, y de Rusia, a pesar de que su ejército respaldó a Asad y bombardeó intensamente las comunidades rebeldes. Ha arremetido contra Irán, que también respaldó al antiguo régimen, pero ha dicho que Siria no representará una amenaza para sus vecinos.

Su contacto con la administración Trump parece haber sido limitado, pero en una entrevista reciente para el podcast The Rest Is Politics-Leading, elogió al presidente Donald Trump por su interés en la “construcción de la paz” y su “enfoque positivo tanto en Oriente Medio como en la futura política estadounidense en la región”.

Los críticos de Al-Sharaa lo acusan de decirle a quienquiera que se reúna con él lo que quieren oír, mientras que oculta su origen extremista y los antecedentes violentos de algunos de sus asociados.

En 2017, el grupo rebelde de Al Sharaa creó un “gobierno de salvación” para administrar el territorio que controlaba en el noroeste de Siria. Tras la caída de Asad, Al Sharaa trasladó esa administración a Damasco para que actuara como gobierno interino del país hasta el 1 de marzo, cuando se supone que asumirá el poder un nuevo gobierno. No se pueden celebrar elecciones durante tres o cuatro años, ha dicho, porque Siria está sumida en el caos.

Lealtades cambiantes durante la guerra

Las lealtades de Al-Sharaa cambiaron durante la guerra. Llegó a Siria desde Irak con el apoyo del Estado Islámico, pero luego rompió con el grupo. Juró lealtad a Al-Qaeda pero se fue de este grupo en 2016. Su grupo original, el Frente Nusra, luchó y se alió con otros rebeldes a lo largo de los años y cambió su nombre dos veces, convirtiéndose en HTS en 2017. Orwa Ajjoub, candidata a doctorado en la Universidad de Malmö en Suecia que estudia HTS, dijo que la historia de Al-Sharaa sugiere que estaba guiado menos por convicciones rígidas que por una búsqueda de poder. “Ha cambiado mucho y es sincero en este cambio”, dijo Ajjoub. “Por un lado, hay un pragmatismo que es alentador y da algo de esperanza. Pero por otro, los límites a los que está dispuesto a llegar para permanecer en el poder son aterradores”.

NUEVO ESTADO

Monopolio estatal para control de las armas

La conferencia de diálogo nacional celebrada ayer martes en Damasco esbozó las bases del nuevo Estado sirio, tras la caída del régimen de Bashar al Assad, con la puesta en marcha de una justicia de transición y un monopolio de las armas controlado por el Estado.

La conferencia fue organizada por las autoridades dirigidas por el presidente interino Ahmad al Sharaa, quien ensalzó una “nueva fase histórica” tras cerca de 14 años de guerra civil.

Al Sharaa fue nombrado en enero tras la ofensiva de una coalición encabezada por el grupo islamista radical Hayat Tahrir al Sham (HTS), que derrocó a Bashar al Assad y tomó el poder el 8 de diciembre en Damasco.

Un gobierno provisional está encargado de gestionar los asuntos corrientes hasta el 1 de marzo, fecha en la que Siria debe contar con un nuevo gobierno que refleje “la diversidad” del pueblo sirio, según las nuevas autoridades.

Las recomendaciones de la declaración final “servirán de base” para un plan de reforma de las instituciones, indicó la comisión que organizó la conferencia, en la que participaron representantes de la sociedad civil, de comunidades religiosas, personalidades de la oposición y artistas.

En la declaración, los participantes reclamaron un “monopolio de las armas en manos del Estado, construir un ejército nacional profesional y considerar cualquier formación armada al margen de las instituciones oficiales como grupos ilegales”, una alusión implícita a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dirigidas por los kurdos, y a los grupos armados que se negaron a entregar las armas tras la caída de Al Assad.

Sin embargo, la administración autónoma dirigida por los kurdos, que controla gran parte del noreste de Siria, y su brazo armado, las FDS, no fueron invitadas.

“Esta conferencia no representa al pueblo sirio y, como parte integrante de Siria y sin haber estado representados (...) no participaremos en la puesta en marcha de sus resultados”, declararon las FDS. AFP

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