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Brasilia, la capital creada por Oscar Niemeyer y Lúcio Costa, cumple seis décadas

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El arquitecto Oscar Niemeyer mira la maqueta del Palacio de Planalto, la sede del gobierno en la ciudad de Brasilia. Foto: AFP

UNA CIUDAD QUE SURGIÓ EN TIEMPO RÉCORD

La ciudad se construyó en cuatro años, un récord, y sin mirar en sus costos, que dejaron una carga pesada para las finanzas de Brasil.

El 21 de abril de 1960, Brasil inauguró su nueva capital, Brasilia, una ciudad futurista surgida en medio de su despoblada meseta central con un plano sobrio y magistrales volúmenes arquitectónicos.

Estos son algunos de los momentos destacados de aquella gesta, basados fundamentalmente en despachos de la AFP de hace seis décadas.

La ciudad se construyó en cuatro años, un récord, y sin mirar en sus costos, que dejaron una carga pesada para las finanzas del país.

Está situada a unos mil kilómetros de Rio de Janeiro, la capital desde 1763, y su inauguración dio lugar a varios días de festejos. Para aportar agua a esta región de extrema sequía una gran parte del año, se construyó un lago artificial, el Paranoá, de unos 40 km2.

Su concepción se inscribe en el proyecto de modernización nacional del presidente Juscelino Kubitschek, que la definió como “una revolución geopolítica”, en la cual, “después de haber permanecido casi 200 años al borde del mar, Brasil toma posesión de su territorio”.

La ciudad, que entró en 1987 en la lista de obras catalogadas Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, se llevó a cabo bajo la conducción del urbanista Lúcio Costa, el arquitecto Oscar Niemeyer y el paisajista Burle Marx. Niemeyer recibió en 1988 el Premio Pritzker, considerado como el Nobel de la arquitectura.

Circunferencia.

La fecha de la inauguración coincidió con el aniversario de la ejecución en 1792 de Tiradentes, un precursor de la independencia de Brasil, que abogaba por el desplazamiento de la capital de la entonces colonia portuguesa al interior de las tierras.

En los días previos, “unos 100.000 trabajadores, ingenieros y técnicos dan los últimos retoques a la mayor obra en construcción del planeta”, describió la AFP.

“Para alojar a los constructores de Brasilia, se construyó una ciudad provisional en el medio de la sabana”, “para 150.000 habitantes, con 60 hoteles, 40 bares y siete bancos”, todos condenados a la demolición una vez la capital acabada.

La ciudad “tiene la forma de una circunferencia, de tal amplitud que sus límites no se perciben desde lo alto del rascacielos de 28 pisos donde se instalarán los servicios administrativos del Congreso”, escribió la AFP. En el interior de esta circunferencia, dos diámetros forman una cruz. A lo largo de uno de ellos se extiende la Explanada de los Ministerios; el otro es el sector residencial.

En sus ejes, las avenidas “nunca topan entre sí, gracias a los puentes y túneles construidos en todas las intersecciones”.

En un extremo del Eje Monumental se sitúa la Plaza de los Tres Poderes, delimitada por el Palacio presidencial de Planalto, el Congreso con sus dos medias esferas en sentidos inversos y el Supremo Tribunal Federal (corte suprema).

Brasilia. Foto: AFP
Brasilia. Foto: AFP

Al final de la Explanada de los Ministerios se yergue la catedral futurista, de hormigón y vidrio, con pilares de sección parabólica. Otro de los edificios de mayor atractivo visual es el palacio de Itamaraty, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.

La mudanza de capital, al principio, fue sobre todo simbólica.

“El interior de muchos edificios públicos no está acabado, las oficinas aún no terminaron de instalarse y ,sobre todo, el funcionamiento de los ascensores es a menudo precario”, escribió la AFP el 20 de abril.

Las conexiones telefónicas tampoco están a punto.

Y tampoco es fácil desplazarse en una aglomeración casi sin transportes públicos.

Pero las celebraciones del día inaugural están prontas.

El 20 de abril, “los brasileños que desde hace 24 horas afluyen hacia la nueva capital manifiestan su entusiasmo delante de las obras maestras de la arquitectura”, apunta un despacho. El presidente Juscelino Kubitschek recibió las llaves de la ciudad frente a “una multitud de unas 3.000 personas”, compuesta por trabajadores en pantalones vaqueros, labradores de la meseta con el rostro curtido por el sol, turistas de Río o de São Paulo vestidos de blanco y altos funcionarios o parlamentarios con trajes oscuros. El 21, las autoridades del país tomaron posesión formal de Brasilia.

Capital de esperanza y de “otro planeta”

Brasilia, la ciudad planificada con icónicos edificios futuristas, recibió el apodo de “capital de la esperanza”, pero en el aniversario hay desánimo planetario por la pandemia de coronavirus y la tensión política extrema por las críticas del presidente Jair Bolsonaro contra las medidas de cuarentena.

El Distrito Federal tenía previsto un copioso programa de eventos conmemorativos, entre ellos conciertos, exposiciones de arte y una misa en la vistosa catedral, uno de los edificios proyectados en la capital por Oscar Niemeyer, el fallecido arquitecto de la “curva sensual”.

Pero todo quedó aplazado durante, por lo menos, tres meses. En su lugar, las autoridades promueven ahora que los ciudadanos canten un “cumpleaños feliz” desde las ventanas de sus casas y preparan un video conmemorativo con la participación de artistas y personalidades vinculados al origen de Brasilia.

Cuando visitó Brasilia en 1961, el cosmonauta soviético Yuri Gagarin comentó que tenía la impresión “de estar desembarcando en otro planeta”.

A vista de pájaro, el llamado Plano Piloto de Brasilia tiene forma de avión, con dos grandes ejes que se cruzan: el monumental, con la amplia Explanada de los Ministerios y la Plaza de los Tres Poderes, y el residencial, una sucesión de supercuadras de edificios de viviendas casi iguales con jardines y amplias zonas verdes que invitan a la calma. (Con información de AFP)

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