El 26 de julio de 1984 fue la última vez que se vio con vida a Diego Fernández Lima, un adolescente de 16 años de la ciudad de Buenos Aires (Argentina). Aquella tarde salió de su casa rumbo a la vivienda de un amigo y nunca regresó. Casi 41 años después, en mayo pasado, un hallazgo fortuito reveló el final de su historia: sus restos óseos aparecieron enterrados en el fondo de una casa de Coghlan, justo al lado del chalet donde, a comienzos de este siglo, vivió Gustavo Cerati, líder de Soda Stereo. El crimen, que había permanecido oculto durante décadas, hoy tiene un sospechoso: un excompañero de estudios, miembro de la familia Graf, que aún reside en la propiedad donde se encontraron los huesos.
La conexión entre víctima y sospechoso fue aportada por un compañero de escuela de ambos, que en la actualidad vive en Europa, y que se comunicó con el fiscal Martín López Perrando, funcionario a cargo de la investigación, después de leer la noticia periodística de que los restos óseos hallados en Coghlan eran de Fernández Lima.
Así lo informaron a La Nación fuentes judiciales. Este jueves, por Zoom, el fiscal López Perrando le tomará declaración testimonial al compañero de Fernández Lima y al sospechoso.
Si bien el fiscal López Perrando puede pedir citar a prestar declaración indagatoria al sospechoso, por el tiempo transcurrido, el crimen prescribió.
“Está claro que Fernández Lima fue asesinado. No sabemos si solo hubo un asesino. La intención, a partir de que ahora sabemos que en la casa donde fue enterrado el cuerpo vivió y aún viven integrantes de la familia Graf, es reconstruir lo que pasó hace 41 años”, dijeron las fuentes judiciales.
La desaparición de Fernández Lima comenzó a resolverse de casualidad. Parte del cadáver fue hallado el 20 de mayo pasado cuando albañiles trabajaban en la construcción de un edificio en un lote situado en Congreso al 3700, en lo que había sido la casa donde vivió Cerati.
“Personal de la Comisaría Vecinal 12C fue alertado desde el número de emergencias 911 sobre el hallazgo de restos óseos humanos, posiblemente de vieja data, en una obra en construcción situada en Congreso al 3700. Al arribar, los agentes se entrevistaron con el arquitecto a cargo del proyecto, quien refirió que mientras los obreros se encontraban realizando tareas de excavación sobre la medianera, en un momento dado se desprendió un trozo de tierra de la casa lindera y quedaron a la vista restos óseos humanos que aparentaban ser antiguos”, informaron oportunamente fuentes de la Policía de la Ciudad.
Hace cuatro décadas, los fondos de las propiedades –la casa donde vivió Cerati y el inmueble contiguo– solo estaban divididos por una ligustrina. Si bien los restos óseos fueron hallados cuando los albañiles trabajaban en lo que había sido el lugar donde vivió el músico y líder de Soda Stereo, los investigadores creen que los huesos habían sido enterrados en el lote vecino.
Tras el hallazgo de los restos óseos se inició una investigación que quedó a cargo del fiscal López Perrando, que contó con la colaboración del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) para el exhaustivo análisis de los restos y el minucioso proceso que confluyó en la identificación de la víctima.
A finales de junio pasado, los especialistas del EAAF le elevaron un informe al fiscal López Perrando. Los peritos habían logrado determinar que los huesos correspondían a una persona de sexo masculino de entre 16 y 19 años que había sufrido una muerte violenta.
“Se trató de una muerte violenta, sin dudas. No se sabe si la puñalada provocó la muerte, pero sí con certeza sabemos que el muchacho fue apuñalado. La herida cortopunzante estaba a la altura de la cuarta costilla, como por detrás del brazo. También hay signos de que se intentó desmembrar el cuerpo”, explicó en su momento a La Nación una fuente judicial.
La búsqueda desesperada de su familia
“La Policía dice que tiene 3.000 casos iguales. Y fíjese qué absurdo: desde el primer momento lo caratularon 'fuga de hogar’. Yo protesté y ¿sabe qué me dijeron? Que así estaban impresos los formularios. Me negué a eso, pero fue como si nada. ¿Qué quiere que investiguen si ya dan por sentado que él se fue, no me que me lo robaron“, había dicho Juan Benigno, el padre de Diego, a la revista Esto!, editada por Crónica, cuando su hijo llevaba dos años desaparecido.
Javier Fernández, el hermano de Diego, habló del dolor que atraviesa su familia desde hace décadas.
“Me siento vacío. Muchísima indignación, tristeza, dolor. Muchas preguntas... 41 años. Necesitamos justicia, que se haga justicia”, dijo el hombre en diálogo con TN.
“Yo tenía 10 años en ese momento. Mi hermano 16”, recordó el hombre y acto seguido se quebró al recordar el triste final de su padre: “Mi papá murió buscándolo. En el año 1991 lo atropelló una camioneta en Galván y Congreso, ahí nomás de donde estaba Diego”.
Luego, Fernández contó que su padre, en todas las notas que daba a la prensa al momento de la desaparición de Diego, “decía que la Policía no buscaba”. “Él pensaba que lo había secuestrado una secta en ese momento. Él hizo una investigación propia, solo, en una época en la que no había celulares, cuatro canales de televisión... no había cámaras en las calles”, detalló.
Su madre, que hoy es de edad avanzada, está recibiendo la noticia de la muerte de su hijo “a cuentagotas”. “Mi mamá sabe de los restos. Hay datos que todavía no le queremos decir. No hace falta, me parece. Pero por lo menos cerrar un ciclo, en parte, tener a quien llorar o enterrar, no sé qué vamos a hacer, y después necesitamos justicia para estar tranquilos todos”, sentenció el hombre.
La Nación/GDA