Desde que Hamás provocó la actual guerra en la Franja de Gaza con la masacre del 7 de octubre de 2023, hay una sola manera de abordar este conflicto: Israel es el país agredido, como lo es Ucrania invadida por Rusia en febrero de 2022.
En el caso de Gaza, hay un grupo terrorista (Hamás) que solo responde a sus jefes y a la potencia regional que lo financia (Irán), y que no tiene el más mínimo respeto por los civiles palestinos a los que también trata como rehenes.
Este grupo terrorista controla todo en la Franja de Gaza, incluyendo la información sobre la situación en el terreno. Hamás puede decir lo que quiera sobre el número de bajas provocadas por Israel, que no hay forma de corroborarlo. Para ellos, todas las bajas son “civiles”. Y esto porque los terroristas de Hamás solo visten sus uniformes de guerra cuando teatralizar actos como el entierro de sus “mártires” o las recientes entregas de rehenes israelíes. ¿Hay víctimas civiles inocentes en Gaza? Sí, como en todas las guerras. Las guerras son consecuencias de la estupidez humana, que Albert Einstein definía infinita. Lo que representa un crimen de lesa humanidad es usar a esos civiles como escudos humanos, como hace Hamás con la población de Gaza.
Por otro lado, hay un país democrático (Israel), que forma parte de la comunidad internacional y, por tanto, sometido al escrutinio de los organismos que rigen las relaciones globales, incluida la actuación israelí en esta guerra.
Israel integra Naciones Unidas, Hamás no. Israel realiza elecciones con todas las garantías para elegir a sus gobernantes y hay alternancia en el poder; con Hamás no. En Israel funcionan partidos políticos de las más diversas tendencias y hay libertad de expresión; en Gaza con Hamás no.
Hamás no representa a los palestinos; los domina, los oprime y los usa hasta el sacrificio para cumplir el objetivo por el cual surgió como organización terrorista: la eliminación de Israel.
Israel también se fijó como objetivo la eliminación de Hamás. Pero no son comparables. Israel busca eliminar a un grupo terrorista; Hamás a un Estado democrático.
La tregua en Gaza, que puede hacerse añicos este sábado si se rompe el débil hilo que la sostiene desde que Hamás anunciara que frenaría la liberación de rehenes, nunca fue garantía de que la guerra iba a tener un pronto final. Si ambos bandos se propusieron eliminar al otro, es obvio que esto terminará cuando solo uno siga en pie. Hamás lo sabe, por eso busca dinamitar la tregua.
El polémico plan de Donald Trump para trasladar a los palestinos a países como Jordania y Egipto y que Estados Unidos se haga cargo de la reconstrucción de la Franja de Gaza, solo sería viable si Hamás desaparece. Y esto Hamás también lo tiene muy claro.
Tan claro como que nada detendrá a Israel hasta asegurarse de que Hamás -u otra organización terrorista en Medio Oriente- nunca más sea una amenaza para el Estado hebreo.
¿Alguien puede ser tan ingenuo como para creer que Hamás dejará las armas y aportará mano de obra para la reconstrucción de Gaza? ¿Alguien cree que Israel permitirá que del otro lado de la frontera haya un grupo armado que en cualquier momento puede volver a atacar? Para que los civiles palestinos puedan soñar otro futuro que no sea de escudos humanos de una organización terrorista, es necesario que primero esa organización terrorista desaparezca. Solo entonces podrá ponerse en práctica un proyecto para la reconstrucción de Gaza.