Con información de AFP
Alemania, la primera economía de la Unión Europea (UE) pero en caída en los últimos años, tendrá elecciones legislativas el domingo y el resultado que anticipan las encuestas es un giro hacia la derecha. El favorito para reemplazar al socialdemócrata Olaf Scholz como canciller es Friedrich Merz, al frente del bloque conservador CDU/CSU, que lidera claramente los sondeos con una intención de voto del 30%. Pero las alarmas están encendidas por la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), segundo partido en intención de voto con el 20%. Los socialdemócratas del SPD de Scholz están tercero con un 16% de intención de voto.
Si los sondeos no fallan, Scholz perderá los comicios del domingo frente a Merz.
La elección se lleva a cabo en un contexto de crisis económica, y de cuestionamiento del modelo industrial y geopolítico sobre el cual el país prosperó.
La guerra en Ucrania terminó por dominar el mandato de Scholz, durante el cual la subida de los precios de la energía golpeó la economía, alimentando las luchas internas en su coalición con Los Verdes y el Partido Democrático Libre (FDP), que se derrumbó el 6 de noviembre.
A diferencia del talante centrista de la excanciller Angela Merkel, Merz promete un fuerte giro a la derecha para aplacar los miedos de la ciudadanía hacia la migración irregular que alimentan a la extrema derecha.
Pero para llegar al gobierno, Merz, un exabogado de inversiones de 69 años, deberá formar una coalición, un proceso que incluso en tiempos menos turbulentos toma varias semanas o meses.
Aunque recientemente buscó su apoyo para aprobar una simbólica y controvertida moción parlamentaria para endurecer la política migratoria, Merz ha descartado con vehemencia un gobierno con AfD.
La principal economía europea se creyó durante mucho tiempo inmune al ascenso de la extrema derecha que se producía en otros países del entorno.
Sin embargo, la AfD se sitúa ahora segunda en los sondeos, con clara ventaja sobre los socialdemócratas del SPD o sus aliados en el gobierno, los Verdes.
El resto de partidos prometieron aplicar un “cordón sanitario” y no cooperar con la ultraderecha, una postura que la AfD ha descrito como un “acuerdo de cártel antidemocrático”.
Este estatus ha envalentonado a la AfD, que celebró la elección de Donald Trump en Estados Unidos y ha contado con el apoyo del magnate Elon Musk, que declaró que “sólo la AfD puede salvar a Alemania”.
Una serie de atentados mortales durante las semanas previas a las elecciones ha inflamado el debate sobre la migración y ha sumado apoyos a la AfD.
Después de uno de estos ataques, atribuido a un afgano en situación irregular que apuñaló letalmente a un hombre de 41 años y un niño de dos, Merz rompió el “cortafuegos” anti AfD para aprobar una moción para endurecer la política migratoria.
Ese acercamiento arrastró a decenas de miles de manifestantes a las calles, que denunciaron una “campaña como si fuera 1933”. El jefe de gobierno saliente Scholz también condenó ese entente como un “mal presagio” para la negociación poselectoral.
“La inmensa mayoría de alemanes no quiere más griterío extremo, más odio ni más polarización”, dijo el socialdemócrata en el Bundestag.
Pero Merz, que culpa a Scholz del ascenso de AfD, argumenta que si las fuerzas moderadas no actúan, la extrema derecha un día podrá obstaculizar la labor del gobierno o incluso “acercarse a una mayoría”.
“Para todos los partidos de centro está claro que deben trabajar juntos para evitar que AfD llegue al gobierno y para mantenerla lo más pequeña posible”, dijo Marianne Kneuer, profesora de política comparada en la Universidad Técnica de Dresden. “Pero hasta ahora ningún partido tuvo éxito en esto”.
Deberes pendientes
La toxicidad del debate político en las últimas semanas complica la ya de por sí ardua tarea de formar un gobierno en un Parlamento en el que pueden llegar a entrar hasta ocho partidos.
Como candidatos a socios de la CDU/CSU figuran los tres partidos que integraban la anterior coalición: los socialdemócratas de Scholz, los Verdes (aunque parte de los conservadores lo descarten) y los liberales del FDP que, sin embargo, podrían quedarse fuera de la cámara.
En medio de turbulencias geopolíticas, la lista de deberes del próximo gobierno es extensa, empezando por dinamizar una economía que antaño era envidiada en el mundo.
Ahora, su crecimiento está estancado desde antes de la pandemia e incluso se ha contraído en los últimos dos años.
China, antes mercado clave de las exportaciones alemanas, se ha convertido en un fiero competidor, especialmente en el sector de la automoción, fundamental en la cuna de marcas como Volkswagen o Mercedes.
Y desde Washington, antes firme aliado de Berlín, Trump arremete contra Alemania acusándola de no contribuir suficiente a la OTAN y agita la amenaza de los aranceles.
“Esta incertidumbre y escalada de un conflicto comercial” puede alargar la recesión otro año en el país, advirtió el Instituto de Investigación Económica Alemán.
A Merz “Le gusta el papel de outsider”
Merz prometió reconstruir el papel internacional de su país para “una Alemania de la que podamos volver a sentirnos orgullosos”. Afirmó confiar en que puede hacer frente a Donald Trump, al que calificó de “predeciblemente impredecible”. “Le gusta flirtear un poco con ese papel de haber vuelto a la política como un outsider”, dijo el politólogo Antonios Souris de la Universidad Libre de Berlín.