"Estamos en el Sillicom Valley Barrio Sur". Eso aclara Oscar Martínez, de 32 años, a quienes imaginaban un gran reservorio protegido con industrias cybernéticas creciendo al mundo como escenario imprescindible para la creación. Porque la empresa de la que es socio junto a Carlos Silvera, también de 32 años y Hubert Mestre, de 34 años, es la primera empresa uruguaya en fabricar computadoras y está ubicado en una sencilla casa en Minas e Isla de Flores, "frente a donde estaba el conventillo". Allí trabajan 15 personas. Son rápidos: en una hora se puede armar una computadora y ya tienen 1.200 saliendo a la venta.
Los tres se conocieron en distintos roles en el mercado informático, se hicieron amigos y terminaron siendo socios de la empresa HM. Silvera y Mestre estudiaron ingeniería y Martínez Ciencias de la Comunicación. En algún momento del año pasado vieron como en el mercado uruguayo aparecían computadoras mexicanas. "¿... y porqué no puede haber computadoras uruguayas", se preguntaron. No se contestaron la pregunta enseguida pero hicieron las máquinas.
Ellos explican ese proceso con las misma tranquilidad y sencillez con que quieren que uno entienda que "las memorias de las computadoras son como las de las personas, cuanto más información mejor se resuelven los problemas". Silvera dice que: "La rueda ya estaba inventada, nosotros nos inventamos nada". Y explica el largo proceso que siguieron para lograr un acuerdo con una empresa china, radicada en EEUU, que fabrica las carcazas, el fabricante del motherboard (el que hace las tarjetas madre, la médula donde se procesan los datos) y las certificaciones nacionales e internacionales de que eso que hacen está bien y funciona bien. "Lo que inventamos es que estamos dispuesto a invertir" dice Silvera.
El grupo explica, casi como relativizando su logro, que en realidad ya había computadoras uruguayas. Son los llamados "clones", casi el 70% de las máquinas que se venden en el país y que se arman en Uruguay con piezas de distintos origenes. Pero aclaran: esto no es un clon, es una computadora uruguaya. Porque desde el logotipo de "GHM, la marca uruguaya de computadoras", el proceso de armado, la logística, la configuración interna, los procesos de certificación de calidad con los gigantes mundiales Microsoft e Intel, hacen que el producto final tenga su nacionalidad propia, oriental. Más allá del origen de cada componente, como ocurre con las grandes marcas del sector.
"Esto no es un invento. Es un riesgo y es un barco al que nadie se había subido antes: crear una marca e ir a Microsofot, golpear la puerta y pedirles que certifiquen lo que hacemos. No somos maniáticos del trabajo o de la invención, somos maniáticos de que en Uruguay se hagan cosas" dice Martínez.
Tienen también un socio "invisible": casi el 50% de lo que gastan comprando materiales para estos PC tan uruguayos como el auto Indio o el SUN para calentar agua, va a rentas generales.
Mucha gente quedará, a la hora de comprar, entrampada en la duda: Además de uruguayas y más baratas, ¿estas maquinas son buenas? Martínez no tiene dudas. Asegura que son muy buenas, que están certificadas por los estándares internacionales más exigentes y que tienen una peculiaridad: si alguien tiene algún problema puede hablar con el que las hizo. Vive a la vuelta y les conoce el motherboard, porque alma, por ahora, no tienen.