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En plena pandemia de coronavirus, se duplican los crímenes informáticos

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La pandemia es una oportunidad para hackers, pederastas y estafadores que se esconden detrás de sus computadoras. Foto: Archivo

EFECTOS COLATERALES

Adultos con cuentas falsas para pedirles fotos a menores, fraudes de apócrifas empresas que dicen dar préstamos reembolsables y ataques a sitios web del gobierno, son algunos de los casos.

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Los delitos informáticos se duplicaron en el primer semestre de 2020, según cifras oficiales. Aunque las razones de esto pueden ser variadas, hay un motivo crucial: la pandemia del COVID-19. La multiplicación del uso de computadoras para trabajar, asistir a clase o hasta para pedir préstamos en el marco de la crisis hizo que los usuarios estén más expuestos; y que los hackers, estafadores y acosadores sexuales vieran en esto una oportunidad para atacar.

La oficina del comisario Winston Rodríguez, que está al frente del departamento de Delitos Informáticos de la Dirección General de Lucha contra el Crimen Organizado e Interpol, está repleta de sobres de manila. Desplegados en sus dos escritorios, sobre un mueble y hasta en el piso. Unos encima de los otros, exigidos por la cantidad de papeles que guardan dentro. “No estamos dando abasto”, reconoce el jerarca.

Para él hay dos o tres razones que explican el aumento significativo de trabajo en esta división, que sigue con los mismos 16 funcionarios que tiene desde hace algunos años. “Por un lado está el tema del coronavirus, por otro que quizá la gente se esté animando a denunciar más, y después el incremento del uso de tecnología. Pero estas son tres cosas que pueden estar combinadas. No hay una verdad única”, explica Rodríguez.

Los delitos que más han llegado a su división durante este año tienen que ver con pornografía infantil (lo que incluye casos de acosos y abusos a través de la web). De enero a agosto de 2019, Delitos Informáticos recibió 90 denuncias, mientras que en el mismo período de 2020 fueron 190.

“Hay situaciones distintas: están los pedófilos que intercambian lo que consiguen de sus víctimas, y los que solo lo usan para satisfacer su lascivia. También están los que tratan de acercarse a ellas más allá del contacto por internet. Todos suelen operar en las redes sociales, que les permiten a los usuarios el anonimato, por eso muchas veces se trata de adultos que se relacionan con menores de edad haciéndose pasar por niños”, advierte el jerarca.

Esta práctica, que se denomina grooming -un adulto que se vincula con un menor a través de la impostura- está extendida a nivel mundial y es “bastante común en Uruguay”, según Rodríguez. Lo que sucede es que el mayor, “mediante estratagemas y engaños”, lo que hace es “vulnerar a la víctima para que le envíe fotografías”.

“Estamos hablando de menores de 7 u 8 años que tienen redes sociales. Entonces pasa que muchas veces no saben el daño que les puede causar eso. Y siguen mandando y siguen mandando y llega un momento en que su comportamiento lógicamente cambia. Muchas veces se terminan lastimando”, relata el comisario.

Muchas veces, también, este es un primer paso para ir rumbo a una extorsión, o a una “sextorsión” como suelen llamarle los especialistas. Esto pasa cuando el atacante ya recibió una fotografía o un video por parte de la víctima y le pide dinero bajo amenaza de difundir la imagen en las redes sociales. Comúnmente se les solicita que hagan un depósito en una billetera electrónica.

Esta práctica, que se utiliza mucho con adolescentes, tiene una variante por la cual también suelen caer personas adultas. “Les mandan solicitud de amistad y les empiezan a hablar desde una cuenta falsa. Lo suelen hacer con fotos de mujeres vistosas o de hombres con muchos músculos. A veces les piden plata varias veces, y las personas por miedo siguen pagando. Y lo más duro de todo esto es que uno no sabe quién lo está extorsionando ni dónde está. Puede ser una persona en Montevideo, pero también puede ser desde Sudáfrica”, advierte Rodríguez.

En cuanto a pornografía infantil, sin embargo, el encargado del departamento de Delitos Informáticos sostiene que en el 97% de los casos los atacantes son uruguayos.

Más estafas.

Otra de las oficinas que suele trabajar con delitos a través de la web es el Departamento de Investigaciones de Delitos Financieros, de la Dirección General de Lucha Contra el Crimen Organizado e Interpol, el cual está a cargo del comisario Darwin Ferreira. Pese a que ellos no han notado por ahora un incremento de las denuncias -de enero a mediados de setiembre de 2019 recibieron 380, y en el mismo período de este año también 380, según informó el jerarca-, sí descubrieron que las prácticas para hacer caer a los incautos son cada vez más “creativas”.

Hackers, ciberseguridad, red
Foto: Shutterstock

Están por ejemplo quienes usan las redes sociales, sobre todo Facebook, para ofrecer apócrifos préstamos amortizables. Un link que lleva a los usuarios a una página, allí se les piden sus datos y se les otorga el préstamo a cambio de un depósito inicial que puede ir desde $ 1.500 a $ 4.000. “Muchas veces las personas terminan poniendo plata dos o tres veces, hasta que se dan cuenta de que es raro que te pidan dinero para darte un préstamo”, explica Ferreira.

Algo parecido sucede con la venta de servicios: se ofrecen, por ejemplo, trabajos de carpintería, y a cambio se pide una seña. O con la venta de distintos artículos: contenedores para viviendas o teléfonos celulares de alta gama.

También hay estafas contra los que venden celulares a través de internet. Un usuario recibe un mensaje de que alguien le ha comprado, luego le mandan por mail una boleta que demuestra que se le hizo un depósito -que en realidad es falsa- y este le termina mandando el teléfono a alguien que no pagó por él.

Otros casos recurrentes en los últimos tiempos son los de compras millonarias, casi siempre a casas de venta de insumos para computadoras, a través de tarjetas clonadas. La Policía logró comprobar que hay quienes venden en internet bancos de datos con números de tarjetas, pero aún no llegaron a encontrar a los culpables.

Contra el Estado.

Mauricio Papaleo, director de Seguridad Informática de la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento (Agesic), dijo a El País que hubo un incremento de los “incidentes” contra las páginas web que ellos monitorean, que son básicamente las de todo el Poder Ejecutivo y las de algunos otros organismos del Estado.

Cada año hay un aumento de estos incidentes que está en el entorno del 10% y el 20%. Sin embargo, en el primer semestre de 2020 el aumento fue de un 50%. Papaleo sostiene que no está claro si este aumento tiene que ver con un incremento de los ataques por la pandemia de COVID-19 o si en realidad se debe a que creció la capacidad de respuesta del organismo.

Los incidentes más frecuentes son el phishing -que consiste en el robo de una clave- y el malware -virus que tienen como objetivo infiltrarse en las computadoras de las víctimas.

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