Ángel tiene 24 años y vive junto a su familia a pocos metros de un arroyo, en la zona sur del área suburbana de Salto. Está en pareja y tiene dos hijos, pero en la casa también convive con sus dos padres que tienen una pequeña quinta.
Fanático de la pesca, que muchas veces es un modo de ganarse la vida, concurre asiduamente al arroyo cercano para cavar la tierra y sacar lombrices, algo que hace desde su adolescencia. Pero el viernes de tarde se llevó una sorpresa y encontró algo diferente.
Según contó a El País, fue con un amigo para hacerse de las carnadas para los peces, cuando vio un objeto en un descampado lindero al cauce de agua que le llamó la atención. No dudó en levantarlo y allí se dio cuenta que se trataba de un objeto diferente, como el que antes solo había visto en las películas.
Era un "mortero de entrenamiento", según contó a este diario, por lo que pudo saber después que llegó a su casa y buscó en Internet, queriendo informarse. Lo envolvió en una campera deportiva que llevaba puesta ese viernes por la tarde y lo llevó ante su madre.
"Encontré esto", le dijo, "para mí es un artefacto de los que usa el Ejército". Y se fue a pescar, no temiendo que estallara ni que tampoco le causara daño a nadie en su casa.
Alertada por la situación, su madre llamó a otro de sus hijos, quien le sugirió llamar inmediatamente a la Policía y así lo hizo. Una vez que llegaron los uniformados, le advirtieron de qué se trataba el objeto encontrado, aunque le indicaron que desconocían si el mismo estaba o no activado.
Tras esto, le dieron intervención al Batallón de Infantería 7 del Ejército Nacional, que actuó de inmediato rescatando el artefacto y trasladándolo al Cuartel de Salto donde permanece bajo cuidado para las pericias del caso.
Se trataba de una Bomba de Práctica MK-23, un equipo utilizado para entrenamiento militar, que reproduce las condiciones de disparo y puntería sin riesgo de explosión.
Ángel no tuvo más información al respecto y señaló que "no tiene idea" de cómo llegó el artefacto hasta ese lugar, al cual va seguido para extraer sus lombrices e irse hasta la zona de la represa, a unos 20 kilómetros de su hogar, a pescar sobre el río Uruguay.