Daniel Sturla y su visión sobre la baja natalidad: "Cuando yo no tengo fe, traer niños al mundo es un clavo"

El cardenal también sostuvo en entrevista con El País que la reglamentación de la ley de eutanasia debería asegurar que todos los pacientes puedan acceder a cuidados paliativos y se mostró esperanzado en que León XIV vendrá pronto a Uruguay.

Nota al Cardenal Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo, en la Catedral de Montevideo, ND 20251222, foto Ignacio Sanchez - Archivo El Pais
Cardenal Daniel Sturla.
Foto: Ignacio Sánchez.

El cardenal Daniel Sturla aspira a que la reglamentación de la ley de eutanasia asegure que “toda la gente” pueda acceder a los cuidados paliativos y se muestra confiado en que el papa León XIV vendrá pronto a Uruguay, Argentina y Perú.

En conversación con El País, Sturla se refirió a las dificultades que atraviesan los colegios católicos, a la baja de la natalidad y a la renovación que representa para la Iglesia la llegada de los inmigrantes venezolanos y cubanos. “Si hay una experiencia positiva de la sociedad civil aunque no encuadre en lo que el Estado ha determinado, ¿no puede el Estado igual ayudar y facilitar?”, se preguntó el cardenal.

-¿Sintió la legalización de la eutanasia como una derrota?

-Como una derrota para el Uruguay. No es tanto una derrota para la Iglesia. La Iglesia vive para servir a la gente. Yo creo que esto contribuye a eso que Juan Pablo II llamó la “cultura de la muerte” donde todo lo que es la defensa de la vida humana da pasos atrás y va primando eso de la vida humana descartable. Por supuesto que todos conocemos situaciones críticas, pero yo, por ejemplo, vengo del velorio de un amigo que tenía 66 años y el tipo quiso pelearla hasta el final porque tenía un gran amor a la vida. Creo que mucha gente es así, obviamente si tiene los cuidados necesarios, el cariño de las personas de su entorno y si no ve su vida como descartable.

-¿La Iglesia va a intentar incidir en la reglamentación de la ley?

-Entiendo que en la medida que el Ministerio de Salud Pública nos convoque podemos estar a la orden. Vamos a ver si en la reglamentación se toma en cuenta que toda la gente pueda acceder a los cuidados paliativos.

-¿A la Iglesia le falta llegada al sistema político?

-El Uruguay es el Uruguay. Yo creo que no hay ningún problema para comunicarte con el presidente de la República, con algún ministro. Al mismo tiempo, la Iglesia no es un actor de la relevancia que puede tener en otros países de América Latina o de Europa. Somos relativamente tenidos en cuenta y nosotros tratamos de decir nuestra palabra.

-¿Cómo es su relación con el gobierno?

-Con el presidente tenemos una relación cordial. Cuando nos reunimos los obispos del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Uruguaya nos recibió muy cordialmente porque así es él. Tengo contacto con el ministro Carlos Negro porque integro el grupo de apoyo a la movida muy linda de “Pelota al medio a la esperanza”. Soy amigo con Agustín Iparraguirre, que es su promotor y que lo coordina. Conozco al ministro Gonzalo Civila y tengo buena relación con él. En el gobierno anterior sí es cierto que yo tenía una relación más directa con el presidente Luis Lacalle porque tenemos una amistad, porque lo conozco, porque nos tenemos mucho afecto. También conocía a más ministros que en el actual gobierno. Eso sí es cierto. Pero no hay ningún tipo de problema en el relacionamiento.

-Han cerrado colegios católicos emblemáticos en 2025. ¿Cómo lidiarán con eso?

-Se veía venir. Por eso cuando asumí como arzobispo creamos lo que se llama la Fundación Sophia. Esta fundación ha ido reuniendo una serie de colegios chicos en los barrios más populares para darles sostenibilidad. La cosa venía bien hasta que la pandemia supuso un crac porque ahí nos desestabilizamos financieramente y después ha sido muy difícil remar. Por eso nosotros el año pasado dejamos seis colegios. Algunos los padres los pudieron retomar y otros no. Acá hay distintos problemas. El problema global fuerte es la baja demográfica. Ese es un drama del Uruguay que tiene que ver también con la falta de amor a la vida. Yo cuando veo una pareja de 30 años que lleva un perrito en un carrito de bebé como vi el año pasado me choca un poco. Por otro lado, nosotros queremos no perder esos centros de enseñanza en los barrios más necesitados. Obviamente esto supone ponernos todos de acuerdo y es muy difícil. Una de la trabas que nosotros tenemos es el tema de la antigüedad que se paga a los docentes en los colegios. Fue una medida que se tomó en un país que tenía más de un 100% de inflación. Hoy con la inflación que, gracias a Dios, es tan baja, ese costo del 2% anual que se va acumulando hace inviable la marcha de los colegios en los barrios más populares. Sí están en riesgo. Hoy la Fundación Sophia que nació hace 11 años mantiene 29 colegios, 15 en Montevideo y 14 en el interior.

Nota al Cardenal Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo, en el Arzobispado de Montevideo, ND 20251222, foto Ignacio Sanchez - Archivo El Pais
El Cardenal Daniel Sturla, Arzobispo de Montevideo, en el Arzobispado.
Foto: Ignacio Sanchez / El País.

-¿Han conversado con el gobierno sobre el tema de ese costo?

-Eso está hablado. Pero el Sintep (sindicato de la educación privada) lógicamente defiende el punto. Lo hemos planteado a nivel del presidente. Hemos recibido a veces la queja, yo no directamente, del Ministerio de Economía que nos dice “uy, ustedes hacen que suba la inflación” por tener una suba en las cuotas de los colegios. Pero nosotros tenemos ese tema allí.... Tiene un tope a los 20 años, pero tendría que ser distinto eso y si no, se corre el riesgo del cierre de colegios....

-Le van a decir que los colegios tienen exoneraciones...

- Pero eso es lógico. La enseñanza es un servicio público, de gestión estatal o de gestión privada. Cuando hablamos de los ómnibus, hablamos del servicio público de transporte. Ya no existe más Amdet. Hoy el sistema público de transporte en Montevideo es todo privado. Y, sin embargo, hablamos de un servicio que es para todos. La educación es un servicio público estatal en su mayoría pero, con un porcentaje que no sé si ahora llega al 20%, que es privado.

-¿Va a venir el Papa?

-Francisco cada año me decía “yo quiero” ir, pero el quiero después se quedaba con que no encontraba el momento adecuado sobre todo en relación con Argentina. Un Papa argentino podía ir a Chile, Paraguay o Brasil y no ir a Argentina, pero no podía venir a Uruguay y no cruzar a Buenos Aires. Yo creo que el Papa León va a venir. Creo que en enero a más tardar se va a saber si viene en el año 2026. Porque la agenda del Papa no se arma de un día para el otro. Nosotros también necesitamos saber con tiempo la fecha. Él ha dicho públicamente que Uruguay, Argentina y Perú sería su primer viaje latinoamericano.

-Usted lo ha invitado con insistencia.

-También lo invitó el presidente (Yamandú) Orsi. Yo creo que están dadas todas las condiciones. También lo invitó el presidente (Javier) Milei y en Perú lo esperan; va a ser una apoteosis, todos sabemos que él estuvo allí. Además, yo creo que el Papa quiere venir. Ama Latinoamérica.

-Mencionó que le preocupa la baja natalidad.

-Muchísimo. Cuando yo era adolescente el gran tema era la superpoblación mundial. Yo creo que esa propaganda de que la superpoblación era el gran drama de la humanidad terminó siendo un “bluff”. China limitó el número de nacimientos a uno por pareja, lo cual fue un desastre porque llevó a que hubiera muchos más varones que niñas porque las niñas eran abortadas. En Europa, con la caída brutal de la natalidad que tiene y el crecimiento que tienen las familias musulmanas... va a provocar, ya lo está haciendo, una realidad muy difícil. No hay mucho concreto para hacer. El tema de fondo es un tema de falta de fe. No voy a hablar de otras culturas porque ni me meto ni sé. Pero cuando se pierde la fe en Dios también se pierde el sentido de que la vida, más allá de todas sus vicisitudes, es bella. Y vale la pena ser vivida. Y cuando yo no tengo fe, entonces al final traer niños al mundo es un clavo, algo que ‘para que le voy a jorobar la vida a otros y voy a jorobar mi vida’. Y eso tiene la consecuencia de esa especie de deshilache de Occidente. Juan Pablo II lo dijo hace años: “Europa, ámate a ti misma”. Es un tema que hoy podríamos decir a Occidente.

-Hay otros factores. El desarrollo trae el retraso en la maternidad.

-De acuerdo. Son todos problemas muy complejos. Yo aporto desde mi perspectiva que no deja de ser pequeña. Una cosa es retrasar la maternidad y la paternidad y otra es negarme a tener hijos.

-¿La inmigración hace que haya más fieles en las iglesias?

-Es clarísimo. Sobre todo por la inmigración de los venezolanos. Y hay muchos cubanos que descubren la fe porque en Cuba la secularización ha sido tremenda. Hay cubanos que ya vienen con fe aunque la Iglesia ha sido muy constreñida en Cuba. Los venezolanos tienen una experiencia de fe fantástica. Han implicado una renovación en casi todas las parroquias de Montevideo. Lo que hay que me llama la atención, aunque no lo tenemos cuantificado, es cada vez más adultos que piden los sacramentos de la iniciación cristiana (bautismo, comunión y confirmación). Muchos adultos son llevados por sus hijos. Es una cosa interesante.

-¿Cómo se da la sinergia con el Estado para las tareas sociales?

-Hay mucho para hacer, pero se tienen que unir más el Estado y la sociedad civil. El Estado tiene que ser más abierto en ayudar a las instituciones serias que quieran trabajar en los lugares donde hay pobreza. Hay sí una cuestión muy fuerte con respecto a que el Estado hace asociación con la sociedad civil en formatos que el Estado mismo decide. Si hay una experiencia positiva de la sociedad civil aunque no encuadre en lo que el Estado ha determinado, ¿ no puede el Estado igual ayudar y facilitar?

-¿Es “estadocéntrico el enfoque?

-Sí, yo creo que sí. Eso es algo muy uruguayo.

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