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La Semana Santa es, junto con la Navidad, una de las mayores celebraciones para el mundo católico. En 2020 los fieles debieron conmemorar la crucifixión y muerte de Jesús lejos de las iglesias, dado que la pandemia del COVID-19 ya había dicho presente en Uruguay. Este año, en cambio, se autorizaron las celebraciones de algunos de los ritos católicos, aunque con protocolos.

En ese marco, el cardenal Daniel Sturla dijo ayer, al finalizar la conmemoración en la Catedral de Montevideo, que la salida de la pandemia se logrará “cuidándonos entre todos” y con “mucho espíritu de fe y de confianza en Dios”.

“En medio de esta situación, que se nos ha complicado más que el año pasado, hay que tener esperanza al ver que la vacunación marcha muy bien”, comentó Sturla en conversación con El País.

Sin el clásico viacrucis, las tradicionales visitas a las siete iglesias, ni la consagración de la hostia y el vino (símbolos del cuerpo y sangre de Jesús), como medidas de protección para evitar contagios, los católicos conmemoraron el viernes santo y se preparan para la Pascua del domingo.

El cardenal dijo que las medidas para evitar la propagación del virus se cumplieron a rajatabla. Esto implica, también, la participación de un número limitado de fieles. Aquellos que se quedaron afuera pudieron, sin embargo, seguir las actividades por los canales oficiales de la Iglesia Católica en las plataformas digitales.

Sturla consideró que el país enfrenta dos grandes desafíos en los que la iglesia deberá trabajar todo el año: la preocupación por la falta de trabajo, lo que implica brindar ayuda a los más desprotegidos, y la discusión sobre el proyecto de ley de eutanasia, que algunos legisladores del oficialismo han impulsado a nivel parlamentario.

“Preocupados por esa ley de eutanasia que, como otras leyes, se reviste de humanismo, pero crea una situación muy dolorosa para todas las personas ancianas. Eso no es bueno”, apuntó.

En cuanto al empleo, el cardenal dijo que se necesitan inversiones para reactivar el país y sacar a la gente de la pobreza. “Es el gran tema. Tener las suficientes inversiones. (…) Dependemos mucho de los precios internacionales de nuestros productos y de que los podamos vender, por ejemplo, el tema de la soja que ahora tiene un precio muy alto, más allá de la situación de la sequía”.

El cardenal, en tanto, elogió el trabajo del Ministerio de Desarrollo Social (Mides). “Siempre se puede estirar un poquito más, sobre todo en la atención a los más humildes, a los más pobres, pero creo que el Mides está trabajando muy bien”.