La Intendencia de Montevideo inauguró el 21 de este mes “la nueva calle Rincón”, el proyecto por el que pasó a ser semipeatonal. La obra -que comenzó en mayo- tuvo un costo aproximado de US$ 2.500.000, y fue llevada adelante dentro del proyecto Late Ciudad Vieja.

Con motivo de la reciente inauguración, El País habló con peatones y comerciantes para conocer sus impresiones. Estos últimos se mostraron descontentos, debido a las pérdidas que tuvieron durante los meses de obras.

“Las ventas cayeron 40% por los cortes en la calle, trabajé todos esos meses para no perder el negocio”, dijo Adriana (52), dueña de un local ubicado entre las calles Misiones y Treinta y Tres.

“Puse el local en la etapa final de la pandemia y puedo decir que estos meses fueron peores”, reflexionó, aunque confía en que “es un proyecto que puede ser que aporte en el futuro” y confesó que “estéticamente quedó lindo”.

Fueron varios los comerciantes que expresaron el mismo descontento. “Afectó mucho a los comercios”, aseguró Leticia (46), trabajadora de un almacén ubicado entre Zabala y Misiones. En cuanto a cómo quedó la obra, continuó: “A mí me parece que está mal hecha, puede ser que para los peatones esté buena, pero yo creo que le erraron en todo”.

Uno de los aspectos más resaltados por los trabajadores de la calle Rincón fue “el ruido insoportable y la mugre”. “Vivimos entre el polvo durante estos meses”, dijo Leticia. Además, se quejó de que frente a su comercio “la vereda sigue siendo angosta y ya hay partes del piso en mal estado”.

Daniel (55), funcionario de un estacionamiento, acompañó la molestia por el polvo durante la obra y dijo que “parecía un chiquero”. E insistió: “El polvo ensuciaba todo, y cuando llovía se llenaba de barro”.

Además, mostró su malestar, entendiendo que “no parece fin de año”. “Antes esto era un hormiguero de gente y de autos estacionados en doble fila”, y concluyó con que “después de tanto tiempo teniendo la calle cortada, la gente perdió el hábito” de ir a la Ciudad Vieja.

Otro de los aspectos que preocupó a los comerciantes durante la obra de la calle Rincón fue la seguridad. “Al estar todo cortado casi no pasaba gente, a mí me robaron dos veces”, contó, por ejemplo, Leticia.

Tanto dueños de comercios como vecinos que prefirieron mantener el anonimato, dijeron que una de las mayores preocupaciones pasa por el “crecimiento de la delincuencia en la zona”.

“Esto pasaba desde antes, pero está creciendo cada vez más”, aseguró uno de los vecinos que entiende que deben de establecerse “controles todo el día a través de cámaras de videovigilancia”, para “atrapar a los que están vendiendo droga por la zona”.

Consultados varios peatones por El País, la mayoría de ellos expresaron conformidad con el rediseño del espacio. “Me parece un cambio para bien, revive la Ciudad Vieja sin perder su esencia”, dijo Marcos (25), quien pasa diariamente por allí en dirección a su trabajo.

Una de las quejas compartidas por los peatones fue por la falta de papeleras, ya que aseguran que esto “hace al tramo incómodo”.

Al lanzar este proyecto, desde la IMM comunicaron que se planteó como objetivo “dar protagonismo y comodidad a quienes circulan a pie”. Además, aseguraron que esto da “mayor salud, accesibilidad y mejor convivencia”. La calle pasó de ser un 70% para autos y un 30% para peatones, a invertirse esos números.

En conversación con El País, la directora de Espacios Públicos de la IM, Natalia Castro, dijo que esta obra significó “un cambio muy positivo, que aporta y da comodidad al peatón”. También resaltó que “mejora la estética de la Ciudad Vieja”. Aseguró que existió un constante diálogo con la Comisión de Patrimonio. “Fue revitalizar, pero conservar”, concluyó.