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Psiquiatras alertan por aumento de intentos de suicidios y autolesiones entre adolescentes

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El aumento de llamadas a la línea antisuicida tuvo, el pasado febrero, un hecho inaudito: una consulta cada 45 minutos. Foto: Shutterstock
Depresion, tristeza, mujer llorando, mujer triste, foto Shutterstock
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SALUD MENTAL Y PANDEMIA

"Aumentó el número de hospitalizaciones e ingresos a puertas de emergencias por lesiones autoinflingidas, intentos de autoeliminación y conductas de riesgo”, dice experta a El País.

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En el medio del camino entre la niñez y la adultez, entre aquellos que fueron priorizados para la vuelta a las aulas y aquellos que salen a trabajar, están los adolescentes. “Ellos, los adolescentes, son ahora la población que más nos preocupa: aumentó el número de hospitalizaciones e ingresos a puertas de emergencias por lesiones autoinflingidas, intentos de autoeliminación y conductas de riesgo”, dice la catedrática de Psiquiatría Pediátrica de la Udelar, Gabriela Garrido, quien cada día observa en las consultas “más casos y de mayor gravedad”.

Si los contagios del COVID-19 se definen como olas, los impactos en la salud mental, describen los psiquiatras, son como esos sedimentos que quedan en la costa de la playa y se empiezan a observar en mayor cantidad cuando la marea se retira. Una señal cuantitativa de esa afectación, al menos en Uruguay, es el incremento de las llamadas a la Línea de Vida -el 0800 0767, que recepciona consultas de quienes tienen ideas o intentos suicidas-, y que en los primeros cinco meses de 2021 tuvo un 38% más de llamadas que en el mismo período del año anterior (en 2020 ya se habían duplicado respecto al año previo sin pandemia).

El aumento de llamadas a la línea antisuicida tuvo, el pasado febrero, un hecho inaudito: una consulta cada 45 minutos (cuatro veces más que el febrero anterior). “El fallecimiento (suicidio) de Santiago García (exjugador de fútbol) generó un efecto en el servicio, un aumento de las llamadas, seguramente asociado a que la línea fue difundida públicamente”, explicó Jimena Píriz, del departamento de Salud Mental de ASSE, de quien depende el servicio.

El prestador público también recibió en este 2021 más de 50 llamadas diarias a la Línea de Apoyo Emocional (el 0800 1920 creado especialmente con la pandemia).

Todas esas consultas, dice Garrido, son como la punta de un iceberg. Debajo del nivel del mar (de aquello visible) yacen la mayoría de problemas que, en el caso de los adolescentes, han quedado más ocultos por dos motivos: la falta de presencialidad educativa y la falta de presencialidad de las consultas médicas).

“Muchos de los adolescentes que atendemos cada día se desvincularon del sistema educativo y muestran una asombrosa desmotivación. Incluso algunos que siguen conectados con el liceo, se conectan por las mañanas sin salir de su cama; han cambiado las rutinas, las horas del sueño, el tiempo de exposición a pantallas”.

Un caso.

Faltaban unos días para el último sábado de abril cuando, a través de Tik-Tok (una de las redes sociales más populares entre los jóvenes), se viralizó el “reto” de convertir el 24 de abril en el día internacional de la violación. Numerosos usuarios advirtieron que durante ese día habría agresiones sexuales masivas en todo el mundo, incluso en Uruguay.

“Esta (publicación en redes sociales) parece menor, pero tuvo un impacto en muchísimos adolescentes”, contó la psiquiatra Garrido. Incluso, para sorpresa de los especialistas, “hay quienes en la pandemia se han aislado tanto que empiezan a borrarse directamente de las redes sociales” y dejan de interactuar con sus pares.

En un momento de la vida en que la personalidad se construye mirando a sus amigos -incluso a veces más que a sus propios familiares-, muchos adolescentes “quedaron sin proyectos: por segundo año consecutivo no saben si tendrán una fiesta de graduación, un cumpleaños de 15 o una simple salida”.

En este sentido, dijo Cristina Larrobla, profesora agregada de la Clínica Psiquiátrica de Facultad de Medicina de Udelar, “hoy habría que pensar” el riesgo-beneficio que tiene para el adolescente el aislamiento y la falta de presencialidad educativa a los que se lo está sometiendo por COVID-19.

Según el calendario de retorno a las aulas que anunció el gobierno, los adolescentes volverán a las clases presenciales tras la campaña de vacunación y las vacaciones de invierno. El propio ministro de Educación, Pablo da Silveira, reconoció que existe preocupación en las más altas esferas por el “impacto emocional”.

Larrobla va más a fondo: “Más allá de lo sanitario, habría que repensar qué esperamos del joven, qué lugar le asignamos”. Según la profesora agregada, el adolescente es víctima de dos mensajes contradictorios: “Se habla de que son el futuro del país y, a la vez, se los percibe como peligro. Se dice que son los que cargarán sobre sus hombros lareforma de la seguridad social que se está planificando y, al mismo tiempo, se los percibe como quienes no adhieren a las normas y son responsable de las fiestas clandestinas, las marchas...”.

Uruguay tiene una de lastasas de suicidio más altas de la región. Larrobla concluyó: “Los suicidios entre los 10 y los 18 años venían teniendo una leve crecida previo a la pandemia, y ahora se ha hecho más preocupante”.

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