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"Fue un mimo al alma": habla el padre de la nurse que tras 24 días en CTI pudo reencontrarse con su bebé

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Gimena Avelino con su familia. Foto: Gentileza Silvia Techera

CERRO LARGO

"Fue un mimo al alma" cuando vieron que, a pesar de todo el panorama de salud de la madre, el niño estaba sano, dijo a El País Neri Abelino, padre de Gimena.

La imagen recorrió los medios de comunicación. Una mujer tocando con sus dedos el rostro de un bebé pequeño y un hombre rodeándolos a ambos con sus brazos. Ella, Gimena Abelino, una nurse de 37 años, era el motivo de oraciones de muchos a lo largo de todo el país.

A fines de marzo de 2021, embarazada de 32 semanas, Gimena fue internada en una mutualista de Melo, Cerro Largo, con COVID-19. Su estado de salud empeoró y debieron pasarla a CTI. Pocos días después, los médicos decidieron que era momento de que naciera su hijo. Él, Joaquín, nació por cesárea el 3 de abril de 2021.

Las plegarias pasaron a ser para que el niño y la madre pudieran tener una vida juntos. Ambos sobrevivieron al parto pero ella siguió en CTI 24 días más. El 27 de abril, el día que la imagen del reencuentro recorrió las redes y los medios, Gimena estaba en sala y había tenido a su bebé en brazos por primera vez.

“Para ella fue emocionante, muy emocionante”, dice a El País Neri Abelino, padre de Gimena. “Ella se había vacunado dos días antes de que su marido empezara a sentirse mal”, cuenta. Y dice que desde ese momento a la internación de ella “todo pasó muy rápido”.

La historia fue seguida por la periodista arachana Silvia Techera a través de sus redes sociales. Ella fue quien compartió la foto viral del reencuentro y escribió: “Finalmente la nurse Gimena Abelino se reencontró con su bebé Joaquín y junto a Marcelo, papá y esposo, demuestran que el amor todo lo puede”.

Sobre el nacimiento de Joaquín, dice Neri, fue un mimo al alma cuando vieron que, a pesar de todo el panorama de salud de la madre, el niño estaba sano. Dice, también, que él no lo ha visto porque como trabaja en la calle todo el día no quiere llevarle ningún virus. A Gimena sí la volvió a ver.

En algunas madrugadas Neri no podía dormir, así que se levantaba y se iba hasta la puerta del sanatorio. Allí esperaba encontrarse con una compañera de trabajo de su hija o con un guardia de seguridad o con una limpiadora que pudiera decirle algo, lo que fuera, sobre ella. “Me decían ‘la vemos bien’, y yo tenía esperanza. Pero esa ansiedad no se la deseo a nadie”, concluyó.

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