LA ENTREVISTA DEL DOMINGO
"Hasta ahora vemos una relación bastante directa entre la aprobación del gobierno y la intención de votar por mantener los artículos de la LUC", dijo directora de la consultora Cifra.
Mariana Pomiés, la cara visible de la consultora Cifra tras la muerte de Luis Eduardo González, la misma a la que le “pesa” ser mujer en un ambiente masculinizado, admite que tras el referéndum del próximo domingo no acaba la puja electoral y que, por el contrario, inicia por adelantado la carrera hacia 2024, porque “les sirve ya tener a la militancia andando”. Una línea de partida en la que será clave no solo quien gane, sino la cantidad de votos que saque cada uno.
-¿Hay algo “novedoso” en la elección del próximo 27 de marzo?
-Lo novedoso, en esta oportunidad, es la LUC.
-Pero ya hubo otras veces en que se aplicaron leyes de urgente consideración…
-Pero no una LUC de casi 400 artículos. No digo que sea malo o bueno, pero es novedoso. Esta ley es el corazón del proyecto de gobierno y es sobre los temas más variados. Las LUC anteriores eran por asuntos puntuales.
-¿El electorado cómo decanta eso?
-En febrero, por ejemplo, solo el 41% de los mayores de 18 años se consideraba bien informado. Había un 38% que decía “algo escuché” y un 21% que confesaba que no haber escuchado nada y que, por otras repreguntas, sabemos que es un porcentaje mucho mayor aún. Pero, ¿qué es estar bien informado? Hicimos entrevistas cualitativas y ninguno de los participantes en todo el país había leído los 135 artículos que están en juego.
-Entonces, ¿qué irá a votar la gente?
-Dentro de los que dicen que el domingo 27 de marzo votarán celeste para mantener la ley, hay una gran mayoría que considera que es “una buena ley”. Pero de esos mismos, en la pregunta sobre la información que tenían, eran mucho más los que admitían que no se consideraban informados. Entonces el voto parecería estar atado a las confianzas: los que dan un voto de confianza al gobierno, estiman que debe ser una buena ley.
-¿Es confianza o es un sesgo según “familias ideológicas”?
-Hasta ahora vemos una relación bastante directa entre la aprobación del gobierno y la intención de votar por mantener los artículos de la LUC. Puede que eso cambie, recién el lunes cerraremos el campo de nuestra última encuesta y puede que haya corrimientos. Por ahora observamos que en seguridad, economía y educación la aprobación de la gestión está teniendo un saldo positivo. Eso influye.
-¿El indeciso es quien perdió esa confianza?
-Entre los indecisos (que representan más de un 20% del electorado) es donde se concentra la población con mayor desconocimiento de la LUC. El 88% no sabe nada de la ley o escuchó muy poco. Es la gente más lejana a la política. Son menos jóvenes que los indecisos que suelen haber en elecciones nacionales, están más corridos hacia los 30 años.
-¿Por qué?
-Es probable que los artículos discutidos sobre la gestión de la Policía les sea particularmente sensible a los jóvenes. Son los que más salen de noche. En cambio hay más indecisos cercanos a los 30 años. Los menos indecisos, como es habitual, son los más veteranos, que son los más pendientes de las noticias y los más partidizados. Los indecisos, a su vez, tienen menor educación formal. En este sentido, en el interior es donde hay más proporción de indecisos y también allí es donde es más fuerte la opción de mantener la LUC (sobre todo en el centro-norte que es donde la coalición vota mejor).

-¿En Montevideo se observan las mismas fuerzas que en las elecciones nacionales?
-Sí. En la costa de la capital es donde hay menos indecisos “puros”, son solo el 4%, y allí es donde ganaría más holgado el No (54% está bastante convencido de que irá a votar celeste). En el centro de Montevideo la disputa es más pareja, con una leve ventaja para el Sí rosado. Y en el resto del departamento, como sucedió en elecciones anteriores, ganaría la hoy oposición (48% dice que seguro votará por el Sí y otro 3% que probablemente).
-La literatura politológica suele decir que ante cifras altas de indecisos incide mucho el “humor” del electorado al momento de ir a votar, ¿sucederá eso?
-Va a pesar el humor y el amor. El amor que se les tiene a los referentes de un lado y del otro. Es un tema de confianza a quien se le tiene afecto o cercanía.
-¿El partido de la selección uruguaya contra Perú podría incidir?
-En el humor seguro que sí. Pero no estoy segura de que el resultado deportivo decante en inclinar el voto para un lado.
-El presidente Lacalle Pou es quien dará la conferencia por el No y se lo ve liderar la campaña celeste, ¿es lo correcto?
-No puedo entrar en los asuntos legales porque no es mi expertís y porque entre los expertos hay dos bibliotecas. Pero sí me parece razonable que un presidente salga a defender sus leyes, más en este caso que se va al corazón de su gestión y que la normativa fue a impulso del Ejecutivo. ¿Cómo tiene que defender la ley? Ahí ya hay más de consideraciones políticas, sobre todo bajo el entendido de que es el presidente de todos los uruguayos. También me parece lógico que no participe de los actos más partidarios. ¿Tiene que ser el vocero en la conferencia? Como estrategia, es el político dentro de la coalición que tiene mejor imagen.
-En el hipotético caso de que ganara el Sí a la derogación, ¿cómo quedaría posicionada la figura de Lacalle Pou el día después? ¿Y que pasaría también en cuanto a la unidad del gobierno?
-A la figura de Lacalle Pou no le afectaría tanto. Él, en su línea discursiva, habla mucho de la tolerancia y el respeto y eso le juega a favor. Al gobierno sí se le podrían complicar algunas cosas. Un primer desafío sería cómo mantener a la coalición unida, a medida que pase el tiempo. Los partidos y componentes van a jugar sus estrategias electorales individuales y podrían acelerarse esas fricciones. El otro desafío es cómo seguir con el proyecto del gobierno si, según el discurso de los gobernantes, la LUC es realmente “muy importante”.
-¿Y si gana el No?
-Es un respaldo popular para otras reformas que el gobierno está esperando hacer: la reforma de la seguridad social, la transformación educativa que recién está en pañales…
-¿Importa el margen de la victoria?
-Sí, para las dos partes. Este gobierno tiene que ganarlo cómodo, si no es una alerta para las reformas y para las próximas elecciones.
-¿El resultado del 27 de marzo debe interpretarse como una línea de base en la carrera hacia 2024?
-Gane el que gane empezará la campaña electoral más visible para 2024. Ya calentaron motores, los engranajes están aceitados y a todos los actores políticos les sirve mantener a la militancia andando. Por ejemplo, desde el lado de la oposición, que se ve que ya calentó los motores, si encima vota por arriba del 40% está muy bien y le sirve seguir de largo.
-¿El electorado está preparado para “soportar” esta campaña por adelantado?
-No. Hay un cansancio de la gente hacia la política muy grande. Hasta a veces es un agotamiento que deriva en enojo.
-¿Qué pasará con el Frente Amplio si gana o pierde el Sí?
-Si gana la derogación, la oposición consigue una legitimidad muy fuerte. El gobierno no lo podrá desconocer en decisiones futuras. También es una responsabilidad porque tendrá que dar respuesta a los artículos que se deroguen. Y lo posiciona muy bien en la base para las próximas elecciones. Es probable que sea perdonado por algunos disidentes que no lo votaron. Y si pierde el Sí, depende del margen de esa derrota.
-¿Por qué?
-Si pierde por poco (léase arriba del 40 y pico por ciento) es un campañón. El Frente Amplio estaría votando mejor que en octubre, tras una situación adversa en que el propio Frente no estaba seguro de que se alcanzaran las firmas. Incluso el perder por poco sería un fuerte empujón para la oposición y con menos responsabilidad: no tiene que resolver y simbólicamente es como pisarle los talones al oficialismo.
-¿Y si pierde por mucho?
-Sería un duro golpe para una militancia que viene quedado mal tras la derrota del balotaje, y que se había entusiasmado con la juntada de firmas. En política igual no hay muertos. Solo que al Frente le será más duro.
-La simbiosis entre el Frente Amplio y el sindicalismo en la campaña, ¿favorece o complica a las partes?
-El Frente y los sindicatos siempre estuvieron y caminaron juntos. De hecho fue una dificultad para el Frente cuando fue gobierno y lo que en muchos casos derivó en enfrentamientos entre las partes. Es lógico que el Frente siendo oposición vuelva a volcarse a sus amigos históricos, que además son una gran fuente de votos. El problema que hay en ese acercamiento casi natural es con el votante más de centro. Porque en esa población se ha deteriorado la imagen de los sindicatos, entonces puede haber votantes de centro-izquierda que digan “no sé si me gusta estar tan cerca de esta gente”. Ese sí es un desafío para el Frente. Ahora, a dos años de 2024, no le embroma tanto. La duda será para el futuro cercano.
-¿Cómo analiza el juego en esta campaña de los intendentes Carolina Cosse y Yamandú Orsi?
-Eran las caras visibles de cara a 2024 y era esperable que tuvieran una visibilidad en la campaña por la derogación de los artículos de la LUC. Creo que Cosse ha participado más visiblemente, salvo que nos estemos perdiendo algo que haya sucedido en Canelones, y ha estado más comprometida con la campaña. Igual la figura de Fernando Pereira es la que se posicionó como la del vocero más fuerte de la oposición en esta campaña. Pereira junta los dos mundos: el sindical y el político partidario.
-¿El electorado sabe qué significa el voto anulado, el voto en blanco y cómo pesan en el resultado?
-En la última encuesta preguntamos: “Si no se quisiera favorecer a ninguna de las dos posiciones en el referéndum, ¿hay que votar en blanco o anulado?”. El 42% nos dijo que hay que votar anulado. El 17% dice que es lo mismo. El 22% en blanco y el resto no sabe. Y entre los indecisos, un tercio no sabe qué tendría que hacer, otro tercio dice que debería votarse anulado y el otro tercio dice que debería ser en blanco o que da lo mismo.
La mujer que suplantó a González
-¿Por qué no harán el ejercicio de proyectar el resultado el día de la elección?
-Esos ejercicios los paga alguien y no hubo nadie dispuesto a pagarlo.
-¿Cuándo cuesta?
-Si se hace bien, puede estar entre $600.000 y $1.500.000. Ese día trabajan para nosotros casi 300 personas. Pero nadie quiso poner ese dinero, además en el canal (12) esa noche coincide con la transmisión de los premios Oscar.
-¿Hay chances de que nos vayamos a dormir sin saber el resultado?
-Es una posibilidad, sí.
-¿Cómo fue sustituir a Luis Eduardo González?
-Empecé a trabajar con él en las elecciones de 1994 y para mí era como un padre. Tenía una rigurosidad obsesiva que me sirvió como escuela. Te enseñaba a calentar silla, a hacer las cuentas una y mil veces, a chequearlo todo. Nunca lo voy a igualar. El Sordo es el Sordo… es el uno.
-¿Pesa ser mujer en su trabajo?
-Mucho. Es un ambiente muy masculinizado. Cuando iba a presentar informes a políticos me costaba mucho hacerme respetar. En ese sentido, me saco el sombrero con Canal 12 que aceptó seguir con una mujer, y además joven, tras la muerte del Sordo. Me pasa de juntarme con mis colegas de otras consultoras y somos yo y el Club de Toby.