Claudio tiene 36 años y varios tatuajes en su cuerpo. Cuando se enteró de la noticia del fallecimiento de José Mujica quedó tan afectado por lo que significaba el expresidente para él que un amigo tatuador le ofreció un regalo. Claudio, militante del Partido Comunista, no lo dudó: mientras decenas de miles de personas despedían al expresidente en el Salón de los Pasos Perdidos, él estampó el rostro de Mujica en su pierna derecha. Dice que, para él, fue un referente, y que si tiene que pensar en un sucesor “sería imposible que haya alguien como él”.
A lo largo de las dos jornadas en las que el féretro del líder y fundador del Movimiento de Participación Popular (MPP) permaneció en el Parlamento -prácticamente todo el tiempo acompañado por su esposa, Lucía Topolansky, en la primera fila de asientos- fueron varios los que repitieron una y otra vez la condición de “único” de Mujica. Desde líderes mundiales, como el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, hasta militantes que escribieron en el libro de condolencias sus agradecimientos.
Lo cierto, es que en filas del MPP, -y también a impulso de Mujica y Topolansky, que han buscado la forma de no hacer sombra para que crezcan nuevos cuadros políticos- desde hace tiempo que se comenzó un largo camino de construcción hacia el futuro. Ese recorrido ya ha consolidado a dos figuras claves del actual gobierno: el presidente Yamandú Orsi y el secretario de Presidencia, Alejandro Sánchez.

Y no han sido casuales varios episodios de las últimas horas, cargados de simbolismo, que reafirman la idea de continuar el legado. Cuando la cureña que cargaba el cajón pasó frente al Palacio Estévez, Orsi colocó sobre el féretro la bandera nacional y Sánchez la de Artigas. Luego, el secretario de Presidencia explicó en su cuenta de X, con un sentido mensaje, que le prometía a Mujica seguir levantando esa bandera que el expresidente “honró”, fiel a los ideales artiguistas, dedicando su vida “a que los más infelices sean los más privilegiados”.
Otro hecho que no pasó desapercibido es que Sánchez fuera la única voz en la sede del MPP, dando una arenga en la que llamó a “continuar la lucha”. Y también la imagen del presidente y el secretario de Presidencia cargando el cajón cuando este arribó al Palacio Legislativo.
Tanto Orsi como Sánchez son señalados por dirigentes del MPP como dos figuras de peso que están llamadas a ocupar lugares de dirección. Y a quienes tanto Mujica como Topolansky impulsaron como sus “pollos”, acompañándolos en actos públicos, pero también incorporándolos a reuniones con líderes mundiales para que, poco a poco, se fueran haciendo conocer.
Ese liderazgo que generó Mujica tanto a nivel local como en la izquierda internacional -con su mensaje de austeridad y de priorizar los afectos por sobre lo material, que lo llevó a ganar gran notoriedad en tierras tan alejadas como Japón-, se sabe, será difícil de replicar. Esto lo tiene claro la dirigencia del MPP. No obstante, entienden en Orsi y Sánchez, por los lugares que ocupan hoy, poco a poco podrían ganar cada vez más espacio.
El secretario de la Presidencia se ha mostrado como el negociador del gobierno, tanto a la interna del Frente Amplio como con la oposición, lo que lo lleva a tener un gran poder. También se ha colocado desde la gestión del Poder Ejecutivo al frente de negociaciones con los principales empresarios del país, como en el caso del litigio con Grupo Vía por Ferrocarril Central o ante el consorcio Aguas de Montevideo, que impulsa el proyecto Arazatí.
Sin embargo, el liderazgo de Sánchez es algo en construcción, y si bien se ha ganado un lugar de conducción, los dirigientes del MPP tienen presente que aún no es conocido por todos los uruguayos.
Ese punto, precisamente, es el que Orsi -que no es parte del Comité Ejecutivo del MPP- ya ha demostrado tener y que lo llevó a sus 57 años a ganar una elección nacional para convertirse en presidente -junto a los dos mandatos a nivel departamental en Canelones.
La transición
Para cuando quien fuera el líder del país entre 2010 y 2015 anunció el 29 de abril del año pasado que enfrentaba un cáncer, el MPP ya trabajaba desde hacía un tiempo en la construcción de lo que sus dirigentes llamaron la etapa “pos Mujica”.
Hace varios meses que “la chacra”, como denominan a la casa donde vivía Mujica junto a Topolansky, era considerada un “órgano no estatutario del MPP” -en palabras de Sánchez a El País- de consulta permanente. La orgánica del sector y ahora la gestión de gobierno están en manos de Sánchez y otros dirigentes de primera línea del sector.
Desde los últimos años el MPP funciona con una Dirección Nacional -integrada por 45 miembros y 60 suplentes electos en sus comicios internos-, que luego define la conformación del Comité Ejecutivo Nacional, que actualmente cuenta con 13 miembros.
Ese ejecutivo nacional se reúne todos los lunes a las 9:00 horas. Hasta hace pocos días, “la chacra” también seguía los temas cotidianos y marcaba su postura a través de Topolansky. Ese espacio está conformado también por los senadores Charles Carrera y Daniel Caggiani, los diputados Carlos Rodríguez y Cecilia Cairo, y quien fuera jefe de campaña y hoy asesor de Orsi, Camilo Cejas.
Luego, el otro ámbito de coordinación formal que tiene el MPP es la reunión que mantiene cada 45 días la Dirección Nacional. Esta se ve reducida en la cotidianidad a una suerte de “mesa chica” donde Sánchez, Cejas y algunos legisladores del sector toman las decisiones tanto político partidarias como de gestión que, en ese caso, se elaboran a partir de lo que plantee el presidente.
De todos modos, algo que será clave, y lo saben sus dirigentes, es cómo lograr que el enorme caudal electoral que acarreaba Mujica se mantenga en el MPP ahora que él ya no estará en los próximos ciclos electorales.
Con el expresidente en vida, solo Orsi pudo ganar una elección siendo el elegido de Mujica. No pudo hacerlo Topolansky cuando postuló a la Intendencia de Montevideo, Sánchez a la presidencia del Frente Amplio, ni Carolina Cosse cuando compitió en una interna.
“Mujica no tiene heredero, lo que tiene que hacer el MPP es construir un liderazgo colectivo, distinto, que tendrá los mismos valores y principios, pero se tendrá que expresar de otra manera”, aseguró Sánchez a El País meses atrás.
Las tres tareas que dejó el expresidente
El secretario de Presidencia, Alejandro Sánchez, relató a El País algunas de las “órdenes para el futuro” que el expresidente le planteó para continuar su legado y que sean banderas que levante el Movimiento de Participación Popular (MPP).
“Lo primero que nos dijo fue mantener la amplitud, como un eje central. No caer en la política miserable de pegar por pegar, sino tratar de seguir construyendo un proyecto nacional que involucre e incluya a todo el mundo. Y tercero que la fila india se tenía que mantener junta. Que la tribu tenía que estar lo más unida posible en el futuro. Y esas son las tareas que dio”, sostuvo Sánchez.
“Eso es parte de lo que hay que cumplir. La necesidad de no caer, como siempre predicó al final, en el discurso del odio ni en la política miserable de agredir por agredir. De hecho, parte de por qué el cajón tenía la bandera de Artigas y el pabellón nacional tenía que ver con eso, de que todo el mundo pudiera sentirse tranquilo de ir a despedirlo y a solidarizarse con el dolor”, agregó.