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Fastidio en el gobierno por retrasos en el proceso de transición

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El gobierno tiene pronto los documentos desde el 10 de diciembre, según ordenó Vázquez. Foto: Archivo El País

CAMBIO DE GESTIÓN

“Desde el 10 de diciembre estamos esperando para juntarnos con las nuevas autoridades, pero hasta ahora no sabemos siquiera quién es el interlocutor”, se quejó Julio Bango.

Habían pasado menos de 20 días del resultado del balotaje cuando los ministros salientes y entrantes posaban para la foto. La transición gubernamental había empezado a buen ritmo y hasta se bromeaba con que Uruguay era “un ejemplo de democracia”. Pero, a falta de una semana para que culmine el relevo, en varias dependencias no hubo siquiera una reunión introductoria.

“Desde el 10 de diciembre estamos esperando para juntarnos con las nuevas autoridades, pero hasta ahora no sabemos siquiera quién es el interlocutor”, se quejó Julio Bango, quien lidera el Sistema Nacional de Cuidados. Tanto él como otros jerarcas del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) realizaron esta semana un balance de sus direcciones y en casi todas las presentaciones surgió la misma interrogante: ¿qué pasa con la transición?

La uruguaya es una transición a mitad de camino: no es tan larga como la mexicana (demora cinco meses) ni tan breve como la francesa (se resuelve en dos semanas). El analista Óscar Bottinelli recordó que el pasaje de posta más largo ocurrió en el primer gobierno de Tabaré Vázquez: fue elegido el 31 de octubre y asumió el siguiente 1° de marzo. En las siguientes administraciones, la competencia de segunda vuelta acortó los tiempos.

Los sistemas parlamentaristas, en cambio, tienen tiempos diferentes en base a las posibilidades de formar gobierno. El caso más emblemático es España, donde por falta de un acuerdo de coalición se extendió durante un año la designación del nuevo Ejecutivo. Cuando la mayoría parlamentaria se consigue sin demasiada negociación, las transiciones suelen ser casi inmediatas.

El propio Bango recuerda que, cuando el Frente Amplio asumió el gobierno por primera vez en 2005, a él lo tocó ser parte de la transición: había sido designado para dirigir Infamilia, un programa que estaba en Presidencia de la República y luego pasó al Mides. “Ya en enero estábamos reunidos con las autoridades salientes”, dice.

El director Nacional de Evaluación y Monitoreo del Mides, Juan Pablo Labat, había dicho a FM Del Sol que se sigue “en una transición fantasmática, no hay con quién conversar” y hasta se animó a arriesgar una cifra de cantidad de técnicos y jerarcas que todavía no han conseguido un interlocutor: “Habemos unos mil”.

“Hay un montón de tiempo perdido, a menos que se piense dejar las cosas como están”, criticó Labat, quien volverá a su cargo técnico en el propio Mides. Según él, “quien pierde es el país, no se trata de un gobierno electo o del que se va”.

Álvaro Delgado, futuro secretario de Presidencia y el hombre a quien Luis Lacalle Pou le confió la transición, dijo que “en general la transición viene bien” y que el pasaje de información lo hacen los ministros, subsecretarios y directores generales.

Lacalle había priorizado apretar el acelerador en la designación de los tres cargos principales de cada ministerio, esos que había presentado en una sala del hotel Dazzler el 16 de diciembre pasado.

Entonces, ¿por qué las quejas? Uno de los hechos que más incertidumbre causa en el gobierno saliente es qué ocurrirá con dependencias clave para la izquierda, como las políticas de drogas, infancia y áreas de la salud en las que todavía no hay un heredero. Eso, sumado a la falta de información que algunas empresas públicas le han pasado al nuevo gobierno (léase datos que hacen al ajuste de tarifas), hace que a una semana del cambio de mando haya un clima de vacilación.

En la educación, a su vez, falta definir el cargo de dirección de Secundaria y el tercer integrante del Codicen. Ambos cargos son clave para el armado de las metas y presupuesto.

En salud, las incertidumbres están centradas en la Junasa, quien maneja millones de dólares anuales, y el prestador público: ASSE.

Una de las explicaciones del “retraso” puede estar dado por el tipo de coalición. Los cientistas políticos ya han explicado que en este caso el socio que lidera, el Partido Nacional, es el nodo central y negocia con cada socio por separado.

Pero salvo casos excepcionales -como el encuentro de ayer entre Julio María Sanguinetti y Guido Manini Ríos- los otros partidos no negocian entre sí. Eso genera que la información queda centralizada en el formador de la coalición.

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