Las fachadas de mármol y revoque antiguo de cuatro de cada cinco edificios céntricos, considerados bienes protegidos por su valor histórico, fueron grafiteados. Se trata de inmuebles emblemáticos de Montevideo que en algunos casos fueron construidos hace un siglo. Uno de ellos es el Jockey Club Montevideo. Edificado en 1920, el Jockey Club vivió décadas de esplendor cuando la flor y nata de la sociedad montevideana se reunía en sus salones. El edificio, hoy abandonado, ocupa unos 15.000 metros cuadrados y tiene entradas por la avenida 18 de Julio y por la calle Andes.
El lunes 29 pasado, la fachada del Jockey Club estaba tapada de grafitis y afiches publicitarios. Alguien pagó a dos cuidacoches para que utilizaran rasquetas con el objetivo de quitar los pegotines pegados a las paredes de mármol. Ayer, el edificio tenía los grafitis a la vista. Algunos eran muy antiguos. Habían sido realizados con pinturas negras y amarillas. En estos casos, se tratan de firmas de grafiteros que significan: “yo estuve acá”.
La entrada del majestuoso edificio del Jockey Club es un portón de hierro con ornamentos. Un chapón de madera compensada, puesto por encima y atornillado al hierro, impide la entrada de personas que viven en la calle. Sin embargo, las escalinatas son utilizadas como camas por mendigos.
“Varias personas ponen ahí baldes para hacer sus necesidades o colocan colchones para dormir. Ese es el problema de las zonas céntricas de Montevideo. Queda feo (para el peatón que circula por la avenida 18 de Julio). Afecta a la cuadra comercial. Si veo que esas personas están ahí, cruzo la calle”, dijo Diego Silva, encargado del Palacio de la Música.
El local tiene en sus escaparates y estanterías todo tipo de artículos musicales, parlantes y accesorios. Una de sus paredes da hacia el edificio del Jockey Club. Una mancha de humedad se aprecia en una pared del Palacio de la Música.
Una de las ventanas del Jockey Club tiene un cartel que dice: “Pestana Hotel Group”. Esta compañía tiene una asociación con el futbolista portugués, Cristiano Ronaldo, la que cuenta actualmente con cinco hoteles ubicados en Nueva York, Madrid, Lisboa, Funchal y Marrakech, según informó la Revista Forbes.
A 19 cuadras del Jockey Club, por la avenida 18 de Julio y Gaboto, se ubica la exsede del Liceo Francés. Se trata de otro edificio catalogado como patrimonio histórico por una ley votada por el Parlamento a instancias de la Comisión Nacional de Patrimonio. Hoy en ese emblemático edificio funciona la Facultad de Bellas Artes. Sus escalinatas están llenas de grafitis y firmas de personas. Lo mismo pasa en las paredes cercanas a la puerta de edificio. Uno de los escritos dice en forma escueta: “Estado cómplice”.
Un comerciante vecino dijo que hace tiempo que el edificio fue grafiteado y señaló que a nadie le importó. “Lo hacen en todos lados (de Montevideo) y no pasa nada”, agregó resignado.
Mario Lupinacci, propietario de la óptica homónima, afirmó a El País que en el Centro hay un combo decadente: “grafitis, ciclovia, personas en situación de calle y una mugre terrible”. Con una mano, Lupinacci apuntó a unas plantas ubicadas dentro de un macetero de cemento. “La IMM colocó esas plantas hace ocho meses y la regaron una sola vez”, dijo.
Los otros dos edificios considerados históricos están muy cerca uno del otro. Uno de ellos, situado en la calle Yí, hoy es un comercio. Sus fachadas son de un material noble y tiene ornamentos muy antiguos. Una de sus paredes, que da sobre la calle Yí, fue grafiteada.
Casi enfrente, por la calle Mercedes a la altura del 1260, se encuentra “La Casa de Augusto Casa Pérsico”. La construcción de la residencia comenzó en 1930. Fue dirigida por la renombrada firma de arquitectos Vilamajo, Pucciarelli y Carve. En la casona hoy funciona una sede de Cancillería. Es la única propiedad cuya fachada no fue pintada con aerosoles.
Reparación muy costosa
A pocos metros de “La Casa de Augusto Pérsico”, pero por la calle Yí a la altura del 1444, funciona el “Museo del Azulejo”. Depende de la Intendencia de Montevideo. En el inmueble se muestra una colección donada por el arquitecto Alejandro Turcio, según consignó la página web museos.gub.uy.
Allí se exponen diferentes tipologías de azulejo empleadas en Uruguay desde finales del siglo XVIII hasta la década de 1930. La fachada del museo también fue grafiteada.
Para el presidente de la Comisión de Patrimonio, Willy Rey, la situación de los edificios considerados monumentos históricos “es dramática”. A su juicio, los grafitis y el material utilizado para borrarlos pueden afectar los revoques y las terminaciones de edificios históricos.
Señaló que, en algunas propiedades de gran valor arquitectónico, la restauración de ornamentos dañados es muy onerosa. Y agregó que tapar con pintura el grafiti no es la mejor solución. “Hay que trabajar con el revoque que se encuentra en la fachada del inmueble. Muchas veces pintar el revoque termina afectándolo”, insistió Rey, quien es arquitecto de profesión.
A su juicio, los grafitis generan “un daño”, “es una empobrecedora práctica cultural” que lo que hace “es destruir”bienes culturales.
Para Rey, los grafitis no son tareas de artistas sino de “idiotas” y advirtió que se debe aplicar la ley con “dureza” contra aquellos que dañan inmuebles de alto valor patrimonial o histórico.
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