Siguiendo como criterio estar presente en todos los ámbitos multilaterales de relevancia donde Uruguay sea invitado, el presidente Yamandú Orsi participó este lunes de una reunión anunciada ya hacía tiempo en Santiago de Chile, y que congregó a otros cuatro mandatarios progresistas para dialogar sobre la democracia en tiempos de crisis: el anfitrión Gabriel Boric; el colombiano Gustavo Petro; el brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva y el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez.
El encuentro, como todos los de este tipo, tuvo un apretado y protocolar cronograma, que incluyó un intercambio entre las partes para convenir una declaración final, instancias varias con intelectuales, y momentos algo más distendidos, como el que Orsi tuvo en la noche de este domingo al llegar a la capital chilena y compartir una cena con Boric y Lula Da Silva —y en la que también estuvieron, como parte de la delegación uruguaya, el canciller Mario Lubertkin y el secretario de la Presidencia, Alejandro Sánchez.
Y tuvo, al mediodía en el Palacio de la Moneda, una media hora de discursos de los protagonistas —cada uno habló aproximadamente tres minutos—, y en donde Orsi planteó la necesidad de hacer una "autocrítica" que apunte al "por qué" de la "pérdida de credibilidad" actual de la democracia y el sistema de partidos. Fue en este sentido que pidió que se hiciera "todo el esfuerzo posible por evitar el crecimiento de los extremismos y la pérdida de confianza en el diálogo", y mostrar un real compromiso en esta materia.
Pero más allá de la exposición de Orsi, lo que rescata el gobierno uruguayo de esta nueva experiencia internacional —en menos de cinco meses de gestión— fue el "intercambio bueno y válido" en un ámbito preparatorio —que fue una suerte de "hoja de ruta", de acuerdo a la declaración final— del "próximo hito de esta iniciativa": una segunda reunión, con el contexto de la 80° período de sesiones de la ONU, que tendrá como foco la "construcción de una agenda compartida, sostenida en el tiempo y articulada en defensa de la democracia".
Para entonces, la participación de jefes de Estado será sensiblemente mayor a la que hubo este lunes en Santiago, y Orsi volverá a asistir. "Se está colocando al presidente de Uruguay en otra dimensión", dijo a El País un integrante del gobierno, presente en Chile con la delegación uruguaya.
La visión del Ejecutivo, de esta manera, es que el escenario internacional vigente, con sus desafíos actuales —como la guerra arancelaria y los cambios geopolíticos en función de los conflictos— plantea la disyuntiva para los Estados más pequeños de elegir entre "ser irrelevante o ser parte de la dinámica". "Hay muchos países que están siendo irrelevantes; nosotros intentamos jugar en todas las canchas, siempre con nuestro mensaje", sintetizó el jerarca.
Los mensajes y la declaración
El común denominador de las intervenciones fue la elaboración de un diagnóstico simple de los problemas con los que hoy lidian las democracias.
Lula Da Silva puso el énfasis en "el descrédito" en que han caído el sistema político y sus partidos, al tiempo que "la democracia liberal" se ha visto incapaz de responder a las "demandas" contemporáneas; Petro centró su discurso en una reflexión sobre el "amor" como sinónimo de "ayudarse" y adelantó que "el gobierno de Colombia, mientras sea progresista, estará aquí presente"; el español Pedro Sánchez dijo que había que "pasar a la ofensiva" en la defensa de la democracia y propuso enfrentar lo que llamó la "internacional reaccionaria del odio y la mentira"; Boric, en tanto, afirmó que "la democracia está amenazada" y que "esa amenaza no se reduce solamente a la fuerza militar, como sucedió en América Latina durante la segunda mitad del siglo XX, sino que hay elementos más sutiles que atentan contra ella y que terminan naturalizándose".
Al final de la jornada se emitió una declaración —la que dijo haber establecido la hoja de ruta hacia setiembre— en la que se resumió que los temas de trabajo giraron en torno a la "defensa de la democracia y del multilateralismo, desinformación y tecnologías digitales, y extremismos y desigualdad", y se definieron una serie de compromisos en temas como "la consolidación de una red de países y sociedad civil para impulsar mecanismos participativos que favorezcan el aprendizaje mutuo y la construcción colectiva de una democracia más abierta, inclusiva y conectada con las realidades ciudadanas" o la "transparencia algorítmitca y de gestión de datos en el entorno digital y la cooperación técnica para una gobernanza digital democrática", entre varios otros.
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