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Por Rosina de Armas
Al líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, no le caen en gracia los politólogos y analistas. Lo ha dejado claro desde su ingreso a la arena política, cuestionándolos por no haber podido encasillar a su partido dentro del tradicional esquema de izquierdas y derechas -a su juicio- y por no haber logrado predecir su caudal electoral.
Sin embargo, la sucesión de hechos de los últimos días, con la expectativa sobre si Cabildo Abierto (CA) rompería formalmente con la coalición de gobierno ante el pedido de renuncia a la ahora exministra de Vivienda, Irene Moreira, dejó la mesa servida para el festín de los analistas y periodistas.
Pero antes de ver cuánto margen de negociación podría tener la alianza oficialista ahora que Manini Ríos amagó con irse y decidió quedarse, cabe repasar algunos aspectos de la interna cabildante. Una alta figura del partido señaló a El País que “la repercusión negativa del episodio es más para adentro que hacia afuera”.
Antes de que la Mesa Política de CA resolviera por mayoría quedarse, el lunes pasado, se sucedieron las conversaciones telefónicas entre los integrantes del ex Movimiento Social Artiguista (MSA), un grupo de exmilitares y civiles que, previo a las elecciones de 2019, allanó el camino para que el excomandante en jefe del Ejército pudiera presentarse como candidato de un nuevo lema. Este espacio, en los hechos, tiene casi igual peso que el máximo órgano de definición, compuesto solo por los ministros, subsecretarios y legisladores cabildantes.
En esos diálogos a distancia Manini Ríos se mostró decidido a respaldar a Moreira, su esposa, hasta las últimas consecuencias. Pero la mayoría le remarcó lo inoportuno que sería romper filas con la coalición de gobierno, según supo El País. Sobre todo si el desencadenante de la ruptura sería la adjudicación discrecional de una vivienda por parte de Moreira, dada a conocer por Radio Universal, que era rechazada por parte de sus correligionarios.
Y es que en CA ya había malestar con la conducción de Moreira. Un día antes de que se conociera el hecho, el director general de Vivienda, Gabriel Albornoz -que formó parte del MSA- había renunciado por “razones personales” al cargo. Aunque el exjerarca negará la vinculación con el episodio, fuentes políticas confiaron a El País que dentro de sus motivos pesaron el “mal relacionamiento” con la ministra y discrepancias con su gestión.
Ya un año antes el jefe de Gabinete ministerial, Gonzalo Reissig, también del MSA, había dado un paso al costado por entender que ya no contaba con la “extrema confianza” de Moreira.
La disconformidad con la exministra no es unánime, pero sin dudas su renuncia y las circunstancias en que se dio agitaron las aguas cabildantes.
Cenizas
Ahora sí: ¿qué implicancias tiene todo lo sucedido en el funcionamiento de la coalición de gobierno, según los analistas?
Para el politólogo Mauro Casa, magíster en Políticas Públicas por la Universidad de Londres, la salida de CA solo hubiera supuesto la pérdida de sus cargos políticos, lo que conllevaría la merma de ingresos a las arcas del partido, además de la resignación a espacios de poder en el gobierno.
“A los efectos prácticos, CA ya no funciona como un socio de la coalición. Desde que el Poder Ejecutivo tiene que negociar con ellos cada proyecto de ley que envía al Parlamento, como si fuera un partido aparte, se marca la pauta de que no hay un funcionamiento de coalición. Desde hace tiempo CA se lleva los beneficios de ser parte, pero no compromete sus votos de antemano; se tienen que negociar caso a caso y es un juego disparejo”, planteó.
Es por esto que para Casa, después del mal trago de haber tenido que renegociar la reforma de la seguridad social, Lacalle Pou optó por romper “de facto” con la coalición de gobierno al pedirle la renuncia a Moreira, a lo que no necesariamente estaba obligado. Esto implicaría resignar su agenda parlamentaria, con proyectos como la revisión de la ley de medios en juego, pero también desentenderse de los reclamos cabildantes.
“Entiendo que el presidente un poco desiste y dice: ‘Me alcanza con lo que he realizado para encaminar al Partido Nacional hacia las elecciones del año que viene, mostrando lo hecho en la pandemia, la reforma de la seguridad social, la Ley de Urgente Consideración y la Transformación Educativa’. Seguramente va a poder pasar la Rendición de Cuentas, que básicamente es una actualización del Presupuesto”, agregó.
Siguiendo su análisis, al pedirle la renuncia a Moreira, el presidente optó por no continuar “desgastándose” ante la opinión pública en negociaciones con un socio “que cada vez le exige más”.
Por su parte, el publicista Francisco Vernazza -que orquestó las campañas presidenciales de José Mujica, Julio María Sanguinetti y Ernesto Talvi- también entiende que el jefe de Estado salió fortalecido. “La trama, y sobre todo el desenlace, de la crisis con Cabildo por Moreira, beneficiaron la imagen de Lacalle Pou. Lo ocurrido sumó puntos en los aspectos más valorados de su imagen pública: seriedad, intransigencia ante los desvíos y pulso para navegar con oleaje fuerte. Fue como una aplicación en escala pequeña de los atributos que Lacalle quiere mostrar”, opinó.
Categóricamente, el especialista señaló que CA “jugó con fuego y se quemó”. “Si pretende mantener de aquí en adelante un cierto peso en el mercado electoral, no le queda otra opción que transformarse en una agrupación más lacallista que Lacalle. O sea, conseguir que sus votantes de 2019 le perdonen los repetidos amagues de abandonar la coalición. Ante sus votantes, empieza a ser sospechoso de alta traición, porque la causa sagrada que le consiguió su apoyo fue sacar del poder al Frente Amplio. Participó como el ala derecha de un ejército homogéneo, no como una unidad independiente que se sumó a la tarea”, planteó el publicista, y agregó: “No hay atenuantes ni matices: quien favorezca directa, indirectamente o por carambola al FA, está traicionando el principal mandato de los cabildantes. Los temas públicos de enojo, como la reforma jubilatoria, las normas para la forestación o el despido de un ministro, tienen una entidad muy menor, comparadas con el deseo de que el gobierno permanezca entero y no dé ventajas al FA”.
Vernazza planteó el riesgo de que CA pierda peso en 2024 si sigue siendo el socio díscolo. “Manini Ríos tiene un capital muy importante de notoriedad y la imagen de ser un duro. Con la ayuda del tiempo, puede volver a ser percibido como quien mejor representa a los antifrentistas de dientes apretados y a quienes demandan mano dura con la delincuencia. Y por supuesto, ser quien mejor protege a la corporación de los uniformados. Ahí están los votos incondicionales, por la sencilla razón de que soldados y policías saben que lo mejor solo pueden esperarlo de uno de los propios. En 2019 Cabildo sacó 270 mil votos. De esos tiene seguros los 60 mil de las Fuerzas Armadas y la Policía sumadas. Esas cantidades aseguran tres diputados y un senador. Los otros 210 mil votos y sus consiguiente ocho diputados y dos senadores, tendrá que renovarlos con la misma oferta con la que los consiguió: un militar inteligente, austero, que aportará dureza a un nuevo gobierno”, acotó.
No obstante, el politólogo Casa se mostró menos convencido de que Manini Ríos pierda al desmarcarse de sus socios blancos, colorados e independientes. “Sabemos que en Uruguay existen dos bloques y, más o menos, la mitad de la gente va a votar al FA y la otra mitad a la coalición. La discusión es cómo se reparten los votos”, señaló como preámbulo de su argumentación.
“Al día de hoy creo que Cabildo no está mal posicionado. Porque es el único partido de la coalición que tiene un candidato que, para bien o para mal, es conocido por la ciudadanía y tiene una posición clara sobre la mayoría de los temas, que para el votante de derecha o de centroderecha no tiene por qué ser poco atractivo”, planteó.
Para el analista, a esta altura del partido “no es disparatado” pensar que CA podría lograr una buena votación. “Si uno mira el escenario de la coalición, Manini Ríos y CA tienen razones para ser optimistas. No me extrañaría que pudieran mejorar su votación de 2019 o que blancos y colorados pudieran perder algunos votos con CA. La veo como una opción electoral al día de hoy más sólida, más armada, se sabe lo que propone, lo que piensa. Tiene una figura conocida. Y si se lo compara con los demás socios, ha funcionado de manera más autónoma, ha podido marcar mucho más sus posiciones. Al día de hoy no hay una línea divisoria muy marcada entre el Partido Nacional y el Partido Colorado; uno no ve en qué se pueden diferenciar y eso es un problema para los colorados”, complementó.
El expresidente Julio María Sanguinetti, actual secretario general de los colorados, calificó a CA en su última columna del Correo de los Viernes como un partido “inestable en sus acuerdos” y cuestionó el tono “inusualmente agresivo” de Manini Ríos hacia Lacalle Pou. Consultado sobre la postura del exmandatario, el doctor en Ciencia Política Jorge Lanzaro analizó que Sanguinetti se comporta como el “anciano de la tribu, que habla desde la sensatez, la ponderación y el cuidado del capital político”. Para este analista, la coalición salió “más o menos ilesa” de la última tormenta y Lacalle, “relativamente fortalecido”, al haber hecho “lo que tenía que hacer”. Ahora, el mandatario podrá analizar con mayor “parsimonia” las demandas de CA.
La salida de CA del gobierno no solo hubiera implicado que algunos dirigentes dejaran de percibir ingresos, sino también un potencial agujero en las arcas del partido. Su estatuto prevé que quienes representen a CA en algún cargo aporten un porcentaje de las ganancias. El artículo no especifica cuánto tendría que dar cada uno, pero fuentes cabildantes señalaron a El País el esquema resuelto: 10% deben donar quienes perciban más de $ 300.000 al mes; 7% de $ 120.000 a $ 300.000; 6% de $ 100.000 a $ 120.000; y 5% de $ 80.000 a $ 100.000. Quienes cobran menos contribuyen con $ 1.000. Los cargos que se ponían en jaque eran más de 50.
Así lo vieron ellos
“La trama, y sobre todo el desenlace, de la crisis con Cabildo Abierto por Irene Moreira, beneficiaron la imagen de Lacalle Pou. Lo ocurrido sumó puntos en los aspectos más valorados de su imagen pública. Sumó en seriedad, intransigencia ante los desvíos, pulso para navegar con oleaje fuerte. Fue como una aplicación en escala pequeña de los atributos que Lacalle Pou quiere mostrar”.
“Creo que la coalición de gobierno sigue más o menos ilesa. Parecería que pasó el mal trago. El presidente hizo lo que tenía que hacer. Manini hizo todo un alegato como para irse de la coalición, pero se quedó en una situación de cierta incomodidad. No sé si va a haber muchas demandas importantes de aquí al final del mandato. Lacalle las mirará con parsimonia, diría que está relativamente fortalecido”.
“Creo que el que prepara esta jugada es el presidente. Terminó de asumir que con este socio, en todas las reformas o políticas públicas con las que quiera avanzar, se va a terminar encontrando siempre con lo mismo. Probablemente confíe en que pueda llevar algunas políticas más desde el Poder Ejecutivo, con medidas administrativas, y no confiando tanto en la coalición parlamentaria”.