Se entregó en el Cerro por homicidio que no cometió, lo descubrieron y ahora investigan a bandas narco

Dijo que había matado a un hombre, contó lo que pasó en la escena del crimen y entregó un arma; Policía Científica luego descubrió que mentía.

Cerro: un hombre confesó homicidio que no cometió, lo llevaron a la comisaría y luego Científica descubrió que estaba mintiendo.
Cerro: un hombre confesó homicidio que no cometió, lo llevaron a la comisaría y luego Científica descubrió que estaba mintiendo.
Foto: Archivo El País

El 28 de febrero, casi sobre la medianoche, un joven del Cerro de Montevideo se presentó frente a un policía y le dijo el nombre y apellido de la persona que había matado la noche del 16 en ese barrio. Cuando lo llevaron a la comisaría, contó que había huido por el fondo de una casa cuando había visto a un móvil de la policía, que había dejado tirada su moto y que, cerca del cadáver, había un morral con el documento de un amigo. Aseguró que él le había prestado la moto para que pudiera ir a buscar droga.

También dijo que el fallecido era amigo suyo y que no entendía por qué le había disparado primero, pero que él solo buscó defenderse y lo terminó matando. A su minucioso relato, sumó una prueba física: entregó el arma con la que había cometido el crimen.

El único obstáculo para encarcelarlo por el homicidio era que, en realidad, no lo había cometido. Era todo mentira. Lo desenmascaró la Policía Científica, que logró determinar que el arma que presentó el joven no era aquella que había sido utilizada para cometer el crimen.

El arma que llevó consigo era propiedad del Ministerio del Interior, había sido denunciada como robada en una rapiña y había sido alterada para aumentar su capacidad de tiro.

No solo no había sido el arma homicida, sino que tampoco se había disparado en el lugar del crimen. Sí se había utilizado a seis cuadras, en Río de Janeiro y Holanda, donde casi simultáneamente al homicidio tuvo lugar un tiroteo.

Salvo por esa falla, la mentira era perfecta: era cierto que el homicida se había escapado por el fondo de la casa y que había un morral con un documento muy cerca del cadáver.

“El señor, o estuvo en el hecho, o sabe quién fue. Y nos indujo en error”, señaló la fiscal del caso, Mirta Morales, minutos antes de pedir la imputación del joven por encubrimiento y receptación agravada, según el registro de la audiencia al que accedió El País.

Lo que hizo el joven “muchas veces sucede”, se excusó su abogada defensora, y sostuvo que él actuó de esa forma para proteger su vida e insistió en que no realizaría la denuncia por amenazas.

No fue el único involucrado en este hecho que no quiso llevar su caso a la Justicia. Cuando la Policía se topó con el homicidio el 16 de febrero, en realidad estaba yendo camino al tiroteo que habían denunciado unos vecinos en Río de Janeiro y Holanda. En ese momento, lograron interceptar un auto marca Gol que había sido agredido a disparos, pero el conductor no quiso radicar la denuncia.

En el Cerro de Montevideo hay personas dispuestas a entregarse por homicidios que no cometieron y víctimas que no quieren denunciar sus casos en la Justicia.

Cerro y Casabó

El 1° de febrero, el ministro Nicolás Martinelli decidió de intervenir policialmente los barrios Cerro y Cerro Norte. Dos heridos de bala y la incautación de un arsenal de armas fueron la gota que rebalsó el vaso para que tomara la decisión. Unos días antes, el 19 de enero, en Carlos María Ramírez y Gibraltar, habían ejecutado, de un tiro en la cabeza, a un hombre que había parado a comprar un chorizo en un carrito.

El mapa de la guerra de bandas en el Cerro viene sufriendo cambios a lo largo de los años y para los investigadores es un desafío diario vincular los casos concretos a los esquemas de poder. Un caso en el que esto se pudo hacer con claridad tuvo su primera condena a fines del año pasado, cuando la Fiscalía de Homicidios de 1er Turno pudo llegar a un acuerdo abreviado con un joven apodado Sicario.

Según esgrimió el fiscal Carlos Negro en la audiencia en la que lo imputó, llevaba ese apodo por la tarea que hacía para un hombre conocido como Fisura, un narco de la zona del Cerro y Casabó que se había transformado en un “mando medio” y que venía “a ocupar el lugar de un famoso narcotraficante”. Aunque en ese momento el fiscal no lo nombró, Fisura pretendía destronar a la banda de Luis “Betito” Suárez, quien desde hace años gobierna el mercado de la droga en esos barrios.

Junto a su hermano, Ricardo “Ricardito” Cáceres (hoy preso en un módulo de máxima seguridad), lograron expandir tanto el negocio que llegaron a tener influencia en otros barrios e incluso funcionar como abastecedores de otras bocas.

Fisura y Sicario están presos desde setiembre de 2023 y ahora el último de ellos aceptó un acuerdo por un cargo de tentativa de homicidio y cumplirá una pena de tres años y tres meses. Fisura aún está preso, preventivamente, mientras continúa la investigación.

En el relato de hechos que aceptó el llamado Sicario al ser condenado, la fiscal adscripta de Homicidios Natalia Pereira expresó que junto a Fisura estaban en la puerta de una boca de drogas cuando la víctima, que era un adicto, pretendió “pispear” el auto en el que los imputados habían llegado. Eso fue lo que desató el conflicto.

Operativo policial en Montevideo
Operativo policial en Montevideo.
Foto: Estefania Leal

A partir de eso, Sicario le disparó, la víctima logró caminar unas cuadras herido, y ahí lo rociaron con combustible para intentar prenderlo fuego, pero no pudieron. El joven finalmente sobrevivió.

Desde setiembre hasta ahora, reconstruyó El País, algunos de los miembros de la banda de Fisura pasaron a participar de las escalas menores de la organización que comandan los Suárez.

La que ha visto menguada su influencia en esa zona es una banda compuesta por varios jóvenes de una familia de apellido Toledo. Una de sus figuras más importantes está preso preventivamente por un doble homicidio que se investiga desde el viejo Código del Proceso Penal y otro de ellos es uno de los condenados por el crimen de la joven Allison Fernández en Canelones.

En la sentencia por el crimen de Fernández, la Justicia reconocía que el asesino era “proveedor” de drogas y que venía de Montevideo. Había llegado al departamento de Canelones “de forma muy agresiva” e incluso había amenazado a varias bocas de droga.

Además

Incautaciones de armamento sofisticado en el Cerro

Uno de los motivos que generó la intervención de Interior en el barrio, fue la incautación de un arsenal de armas en Cerro Norte tras una persecución a tres jóvenes a los que finalmente lograron detener. A partir de eso se encontraron armas sofisticadas comparado a lo que se suele encontrar, entre ellas un fusil y un rifle con mira telescópica. Además, se habían incautado cuatro pistolas y una de ellas llevaba la leyenda “Policía Federal Argentina”.

Unos meses antes, a fines de setiembre de 2023, en un allanamiento ordenado por el fiscal de Estupefacientes Rodrigo Morosoli, se había incautado una granada inglesa MK1. Este tipo de explosivo se utilizó, aproximadamente, entre los años 1930 y 1970. Pese a su antigüedad, estaba lista para ser detonada y tenía el seguro parcialmente destrabado. Por eso, a juicio del escuadrón antibombas, la forma más segura de removerla fue a través de una detonación controlada.

En ese lugar también habían encontrado otros elementos que permitían confirmar que se dedicaban al negocio de las drogas: handies, balanza de precisión y envoltorios.

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