En 2015, Wellington Rodríguez Segade (38), un referente de la barra brava de Peñarol, se dirigió al barrio 40 Semanas a hablar con “los Algorta”.
“Tato” Segade, como era conocido en el ambiente del fútbol, estaba molesto con los continuos robos, amenazas y líos que supuestamente protagonizaban los Algorta en el 40 Semanas. Intentó tener una conversación “mano a mano” con los Algorta porque su madre vivía en el barrio. Rodríguez Segade tenía una casa en Sayago.
Sabía que encontraría a los Algorta cerca de Camino Máximo Santos y Dr. Pablo J. Tillaux. En la vereda, el “Tato” comenzó a hablar con sus rivales. Levantó su campera canguro y mostró que estaba desarmado. Pero eso fue su sentencia de muerte. Uno de los Algorta, según declaró un testigo protegido en la Justicia, sacó un arma blanca y trató de apuñarlo.
Segade buscó esquivar los cuchillazos, giró y corrió por Camino Máximo Santos, pero dos miembros de la banda de los Algorta le dispararon por lo menos 20 tiros. Rodríguez Segade recibió ocho balazos en la cabeza y cayó muerto en la esquina de Camino Máximo Santos y Dr. Pablo J. Tillaux.
A partir de ahí se desató una guerra entre las familias de Rodríguez Segade y los Algorta, dos grupos que residían en el barrio 40 Semanas, aunque algunos de los Algorta se domiciliaban en barrio Lavalleja, vecino al 40 Semanas.
Según dijeron fuentes de la investigación a El País, entre 2015 y 2013 fallecieron 12 personas de ambos lados. Durante cinco años, la investigación judicial y policial sobre la muerte de “Tato” Segade chocó contra un muro porque nadie quería hablar en el 40 Semanas por temor a represalias.
En 2020, la jueza penal Silvia Urioste y el fiscal Luis Pacheco solicitaron que el Departamento de Hechos Complejos de la Dirección Nacional de Investigaciones se hiciera cargo de las indagatorias sobre el homicidio. Los investigadores ubicaron a varios testigos de la muerte del hincha de Peñarol, quienes declararon contra Robert Algorta Sacarello (43) bajo la figura de testigo protegido. El hoy procesado es considerado como uno de los “cabecillas” de la familia Algorta, según el Ministerio del Interior.
Durante los tres años siguientes del homicidio de Tato Segade, Algorta Sacarello se mantuvo prófugo hasta que a mediados de 2019 fue detenido por la Policía en un auto hurtado en Zona III (Mendoza y barrios aledaños).
Algorta Sacarello portaba arma de fuego con la que había cometido una rapiña, según las fuentes. Dentro de la cárcel, Algorta Sacarello cometió un homicidio y fue condenado por el Juzgado Penal de Libertad.
Cada vez que era llevado a declarar en la Justicia por la muerte de Rodríguez Segade, Algorta Sacarello brindaba una coartada. Y luego los investigadores de Delitos Complejos debían tirarla abajo mediante nuevas investigaciones. En total, Algorta Sacarello presentó a la Justicia siete coartadas. Finalmente, los policías lograron dejarlo al descubierto.
El pasado miércoles, la jueza Isaura Tórtora, que se encarga de los casos ocurridos antes de la aplicación del nuevo Código de Proceso Penal (CPP) en 2017, procesó Algorta Sacarello por la autoría de un delito de homicidio.
El acusado se encuentra recluido en el Penal de Libertad. Deberá purgar la pena por el homicidio cometido en la prisión y luego cumplirá lo que se le atribuya por la muerte de “Tato” Segade.
Dos barrios conflictivos para agentes de la policía
Los barrios 40 Semanas y Lavalleja, donde hace nueve años se daban escenarios de enfrentamientos narcos, hoy siguen siendo conflictivos para la Policía. Cada vez que los efectivos policiales ingresan a esos lugares para realizar un procedimiento, reciben pedreas y hasta disparos a los móviles. Por eso los operativos se efectúan generalmente con una fuerte presencia de policías y el respaldo de la Guardia Republicana. De todas maneras, 40 Semanas y Lavalleja ya no son los barrios con mayor cantidad de homicidios de Montevideo. En los últimos dos años, los asesinatos se concentraron en Cerro, Marconi y Casavalle. La mayoría de los homicidios en la periferia son por enfrentamientos entre bandas narcos por territorio o por deudas generadas por consumo de drogas.