"Marcelo era pura bondad”, asegura Claudia Perna, la esposa de Marcelo Demestoy, el encargado del supermercado Ta-Ta asesinado en el marco de una rapiña el pasado lunes. Cuando lo dice sus ojos se llenan de lágrimas y su mirada se desvía a la izquierda. Allí, sobre una estufa de la casa donde vive con sus hijas -Micaela y Giuliana Demestoy- hay una foto de Marcelo. La imagen -que lo capturó con una sonrisa y un delantal que lleva grabada la frase “Ser el mejor papá y cocinero es posible”- fue colocada por la familia luego del crimen, para sentirlo presente.

Tras 26 años de matrimonio, Claudia conocía al detalle la calidez de su esposo de 56 años, pero el día de su velatorio pudo ver la magnitud.

“Mucha gente se acercó porque lo conocían desde que empezó a trabajar a sus 17 años. ‘Era como un padre para nosotros’; ‘es un referente’; ‘un amigo’ nos decían sus compañeros. Es que él ponía al otro ante todo”, reflexiona la esposa.

Sus hijas lo recuerdan como el padre “más amoroso del mundo” y, aunque no ocultan su dolor por lo sucedido, aseguran que “se les infla el pecho” de orgullo cada vez que escuchan lo que él generó.

Giuliana rememora que como padre solía mostrar la misma entrega. “A mí me habían robado cinco veces en un año, entonces yo le decía al resto de la familia ‘ustedes siempre se salvan’. Por los robos, él me acompañaba a la parada y a todas nos iba buscar siempre en su bicicleta, porque tenía un problema en la pierna y no quería ir al médico para no faltar al trabajo. Todo por nosotras.” relata.

Su hija mayor, Micaela, tiene el mismo recuerdo. Ella tuvo que transitar por una leucemia y su padre fue un pilar en todo ese proceso. La frase de su padre “vos sos una campeona y por eso vas a salir adelante”, la acompañó y es parte de ella hoy en día, cada vez que lo recuerda.

Las tres mujeres saben que lo sucedido no se puede revertir, pero exigen saber al menos lo que sucedió y quiénes lo asesinaron.

Desde que la familia se enteró del crimen, a través de una llamada telefónica de un colaborador de la sucursal de Parque Rodó, la incertidumbre fue creciendo.

“Necesito saber cómo va la investigación y ser la primera persona en conocer qué pasó”, asegura Claudia.

Su reclamo parte de que supo los entretelones del asesinato por la prensa, pero desconoce de primera mano qué avances hay del caso.

Según sus hijas, fue necesario recurrir a las redes sociales para que quienes investigan el crimen hagan partícipes a las principales damnificadas. Las jóvenes hacen mención a un posteo que ambas realizaron, donde figura un pedido al ministro del Interior, Luis Alberto Heber, para que llamara a la familia.

“Si bien se encargaron de dar su pésame, nadie se ha vuelto a comunicar con nosotros como corresponde. Así que, señor ministro, le pido que usted o el oficial a cargo conteste uno de los llamados que hemos hecho”, se afirma.

El mensaje refleja un dolor, que aún se mantiene. No obstante, la familia logró coordinar una reunión con la fiscal del caso, Adriana Edelman, que tendrá lugar hoy. Allí la esposa y sus hijas recibirán la información y tendrán a disposición el apoyo que brinda la Unidad de Víctimas y Testigos del organismo.

La familia deposita su confianza en la Fiscalía y el Ministerio del Interior para encontrar a los responsables.

“Quiero que los encuentren para que mi padre, donde quiera que esté diga: ‘se hizo justicia por mí’. Nada va a calmar el dolor que sentimos en este momento, pero la paz hace su diferencia”, afirma Micaela.

Mientras aprieta un rosario en sus manos, Giuliana asiente y mira hacia abajo. Cuando vuelve la mirada, su hermana concluye con un pedido: “Queremos que paguen por todo el dolor que nos están causando, es lo mínimo”.

La viuda de Marcelo concuerda, pero insiste que no quiere estar al margen de lo que ocurra. “Tenemos el derecho como familia de saber cómo lo mataron y contar con la certeza de que las personas identificadas son los asesinos”, sostuvo su esposa.