Sabían lo que hacían y estudiaban cada lugar con detenimiento. La pareja de rapiñeros conocía los horarios de los trabajadores (que contaban con botones de pánico) y el dinero que tenían tanto en las registradoras como en las cajas fuertes.
Sus objetivos eran pequeños comercios de cosméticos, comida o tiendas de ropa. Se cubrían el rostro y casi siempre fingían ser un cliente más para tomar por sorpresa a los trabajadores. En ocasiones ella ingresaba antes que él, consultaba por determinado producto y luego comenzaba el robo.
Siempre iban juntos y escapaban en ómnibus, lo cual culminó siendo su talón de Aquiles. El pasado 12 de abril la Justicia resolvió condenar a un hombre de 33 años y a su pareja de 27 a través de un acuerdo abreviado, obtenido por el fiscal Raúl Iglesias, a siete años de penitenciaria por reiterados delitos de rapiña especialmente agravada.
Roles
El hombre tenía un arma, que llevaba en un pequeño bolso de mano con el que ingresaba a los comercios. Ingresaba con una gorra, que le permitía pasar desapercibido de algunas cámaras internas al local. Ella no llevaba un arma, pero se encargaba de distraer y luego sustraer el dinero.
Así actuaron el pasado 17 de junio de 2022, en el interior de una farmacia. En este caso la mujer ingresó al local y consultó por el precio de una prueba de embarazo. Una vez que recibió la respuesta se retiró del lugar. Cinco minutos más tarde ingresó con su pareja y sin mediar palabra trepó al otro lado del mostrador y pidió el dinero. Una funcionaria tocó el botón de pánico.
El hombre, que mostraba el arma en su bolso de mano, pedía el dinero “grande”, por lo que fue guiado hasta otro espacio del comercio donde se encontraba la caja fuerte. De allí tomó $ 63.000 que depositó en una mochila y emprendió su salida del local.
En ese momento sonó el teléfono de la farmacia y el hombre advirtió antes de retirarse: “No atiendan, no llamen a nadie, y no toquen ningún botón. Sé la hora en la que salen. No me hagan volver”. Fue ahí cuando la pareja se retiró del lugar.
Era habitual que ingresaran de esa forma y que ambos utilizaran tapabocas celestes para cubrir su cara. El antes mencionado fue el primer delito de 12 que se les imputa a la pareja, entre los cuales dos fueron tentativas. Fue la primera de seis rapiñas a distintas farmacias, que se sumaron a cuatro en locales de comida rápida, una heladería y una zapatería. Todo en dos meses.
La presa principal eran los locales de la cadena Farmashop, donde en ocasiones ingresaron con un tercer implicado, quien no fue identificado a través de la investigación.
Era poco común que tuvieran complicaciones en los robos, pero cuanto más se acercaba la fecha de su captura, la pareja comenzaba a trastabillar. Luego de un robo frustrado, en un comercio de comida rápida donde las empleadas salieron corriendo del lugar asustadas, el dúo eligió un local de Farmashop para asaltar.
Utilizaron el mismo modus operandi, pero una de las empleadas se resistió al robo y se trabó en lucha con la rapiñera. El hecho llevó a que su pareja de 33 años apuntara a la funcionaria y bajo amenaza le pidiera el dinero. Ante la negativa la mujer sacó un cuchillo y esto generó que les dieran la plata. Aquel 16 de agosto fue su último atraco y fue el inicio de su caída.
Pudieron ser rastreados por sus viajes en bus
El paradero de la pareja era poco claro, aunque se contaba con imágenes de vestimenta, rasgos faciales y accesorios de los asaltantes. Entre los testimonios recabados, surgió el hecho de que los ladrones se habían retirado de algunos robos en ómnibus, por lo que comenzaron a rastrear los viajes y se corroboró la hipótesis. Uno de los ómnibus que tomaron los implicado tenía por destino una zona, que resultó ser donde se encontraba la casa de la pareja. Se trató del puntapié inicial para atraparlos unos días más tarde, el 22 de septiembre del año pasado.
Ambos se encontraban acostados en la casa que compartían y el hombre tenía una herida de bala de un cruce de disparos con la Policía, por lo que luego de ser asistido fue derivado a prestar declaraciones.