Un hombre que actualmente se encuentra privado de libertad fue imputado como coautor del cuádruple homicidio ocurrido en el barrio Maracaná en mayo de 2024. Se trata, según la teoría del caso de Fiscalía, del autor intelectual del crimen. Mensajes intercambiados con su hermano, que sigue prófugo, fueron claves para que la jueza María Noel Odriozola aceptara la formalización.
Cerca de la medianoche del 30 de mayo, una vivienda ubicada en El Ombú y Pasaje La Vía fue acribillada de 130 disparos. Un adolescente de 17 años sobrevivió, mientras que el resto -un hombre de 40, un joven de 18, otro adolescente de 16 y un niño de 11 años- fueron asesinados. "Los matamos a todos", escuchó decir un testigo a uno de los agresores mientras estos se retiraban disparando en ráfaga.
Horas antes del ataque, uno de ellos había ido a visitar a las víctimas y estuvo fumando marihuana junto a ellas. “Nos preguntaron si teníamos armas. Jona (uno de los fallecidos) le dijo que no”, declaró ante la jueza el sobreviviente. Esa conversación no despertó sospechas en quienes luego serían las víctimas, ya que se conocían con el atacante desde chicos. Horas después sucedió el crimen.
Dentro del grupo de agresores —que fueron al menos cinco y portaban una decena de armas— no se encontraba el hombre imputado este lunes, debido a que ya estaba recluido por una investigación vinculada a la incautación de una carga de droga. Por este caso todavía le quedan dos años de pena.
Pero según la teoría planteada por la Fiscalía de Homicidios de 3er Turno, por la que estuvieron en audiencia Adriana Edelman y Alana Eccher, el hombre fue partícipe en la coordinación del crimen desde la cárcel. Para esto se basaron en mensajes de WhatsApp que uno de los asesinos —su hermano— intercambió con un contacto al que tenía agendado como "Mano" (hermano).
-Dueño del celular: Hermano, yo no tengo miedo, si vos querés, lo resuelvo el problema. Están a la mano y tienen una pistola nomás.
-Mano: Nos armamos bien y rescatamos a algún otro.
-Dueño del celular: yo estoy con una (calibre) 40.
-Dueño del celular. Me paro en el medio de la calle y le mando.
-Mano: Llevá un par de herramientas, no dejes huellas. Si vas a algún lado, cuidate. Ponete guantes y capucha, si titubean, escuchá, que solo contra el mundo no podés.
-Mano: Ojo, cuando tiren, con cuidado, no se den entre ustedes.
Esto decían algunos de los mensajes, haciendo referencia al crimen que luego se desarrollaría en el barrio Maracaná.
El abogado Santiago Moratorio, defensa del imputado, se opuso al pedido de formalización y discutió que el contacto agendado como "Mano" fuera su representado, argumentando que se trata de una "forma de decir en la jerga actual" a personas a las que se les tiene afecto, por lo que "podría ser otra persona". "Hay una inexistencia de elementos de convicción suficiente, solo meras conjeturas", aseguró el abogado durante la audiencia presenciada por El País.
Esto fue respondido por el equipo fiscal con otro chat surgido del mismo celular. En este, el dueño del dispositivo le escribió a un contacto agendado como "Thiago": "mi hermano te va a llamar". En un lapso de pocos minutos, compartió el contacto de Thiago a "Mano". Esto indicaría que este último sí es su hermano.
Por otra parte, Moratorio señaló que en caso de que "Mano" fuera su defendido, de los mensajes "no se desprende ninguna orden" para ejecutar el crimen. Además, cuestionó si se conoce cuántos hermanos tiene el dueño del celular, afirmando que en caso de tener más podría ser otro.
Finalmente, la jueza se inclinó por la postura fiscal y aceptó la formalización. "Si no hacemos un análisis de contexto y del paso a paso, no vamos a llegar a los autores intelectuales del hecho", dijo la jueza Odriozola. La defensa apeló la resolución.
Conflicto por el dominio del barrio
La teoría del caso de Fiscalía, expresada durante la audiencia, es que el cuádruple homicidio se enmarcó en un conflicto entre dos grupos del barrio Maracaná. Uno de ellos, el de los agresores, ya estaba asentado y manejaba "armas de todos los calibres y grandes sumas de dinero".
El grupo de las víctimas había instalado bocas en el barrio de forma reciente y buscaba ganar poder. Días antes del crimen, habían intentado dar muerte a uno de los líderes del otro grupo, aunque dejaron herida de gravedad a otra persona tras confundirla por el color de su auto.
También habían golpeado a otro de los integrantes de la banda rival durante una discusión. Fue a raíz de estos cruces, y del conflicto de intereses por la venta de droga, que el grupo que ya estaba asentado decidió planear el cuádruple homicidio.
Allanamientos por este caso permitieron incautar celulares de los que se extrajo fotos de personas con armas largas y pasamontañas minutos después del crimen.
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