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El día en el que Ana volvió a llamarse Mónica Rivero

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Muchos creían que estaba muerta desde 2017, pero no. Ahora debe responder por el faltante de US$ 7,6 millones. Foto: Francisco Flores.

UNA NUEVA PERSONA CREADA EN EL CHUY

La doble vida que tuvo desde 2017 la extesorera de Julio César Lestido.

Ana Fernández es fanática del zumba. El miércoles confirmó por WhatsApp a su profesora y compañeras que estaría con ellas a la hora 20:00. No se perdía ninguna clase. Sin embargo, esa noche faltó y no avisó. Es que a la hora 17:20 Interpol había golpeado a su puerta. La vida que armó en la Barra del Chuy desaparecía para siempre.

De esa forma, Ana volvía a ser Mónica Rivero, la persona que desapareció por dos años y 14 días, acusada de haberse apropiado de US$ 7,6 millones.

Rivero violó la confianza que se había ganado en 20 años de trabajo en la empresa Julio César Lestido, donde llegó a ocupar el cargo de jefa de Finanzas.

Ahora, la mujer está presa. Ayer fue procesada por la jueza Ana Claudia Ruibal por varios delitos de estafa y falsificación de documentos, según informó en la puerta del juzgado su abogada Fabiana González Raggio.

Doble vida

La vida de Rivero es un misterio entre febrero y octubre del año 2017. La Policía intenta desentrañar qué fue de su vida durante esos 8 meses.

Lo que sí se sabe es que a partir de octubre de 2017, eligió montar una doble vida en la Barra del Chuy con historias inventadas sobre su familia, trabajo y dinero.

Bajo el nombre de Ana Fernández alquiló por Internet un monoambiente, propiedad de Ivone Florin. El día que llegó por primera vez a la ciudad rochense, Ivone la esperó en la parada del ómnibus. Apenas la vio, percibió que arrastraba un mal estado de ánimo. “Estaba muy pobrecita, como perdida en el mundo y abandonada. Muy diferente a lo que después se transformó”, comentó ayer a El País la mujer que terminaría siendo su mejor amiga durante un año y cuatro meses.

Mónica Rivero declara ante la Justicia. Foto: Francisco Flores
Mónica Rivero al llegar a declarar ante la Justicia. Foto: Francisco Flores

La hoy procesada le fue contando poco a poco algunos detalles de su vida. El más impactante era que hacía poco había quedado viuda: su marido había fallecido en un accidente de tránsito. De él recordaba anécdotas de sus viajes al exterior. Las mentiras abarcaron a su familia directa: dijo que su padre había muerto primero que su mamá y que era hija única.

Cuando pasaron unos 20 días, Rivero -quien decía haber trabajado en una empresa como administrativa, aunque no ahondaba en detalles- le pagó en efectivo por esa renta. Rápidamente, Florin le hizo una propuesta que intensificó el vínculo: “Yo pensaba que no podía pagar el alquiler, entonces la invité a venirse a vivir conmigo. Quedó muy contenta cuando le dije y nos hicimos amiguísimas”. Tanto, que vivieron casi un año en su casa de tres dormitorios.

Ivone le presentó a sus amigas del club, con quien Ana Fernández (Mónica Rivero) también entabló una amistad. “Era tremendamente solidaria. Una chica alegre. No parecía tener ningún tipo de problema (…) Jamás se pisó el palito ni me dio a dudar nada”, relató Florin.

Llegó a cuidar los hijos de algunas personas y ayudó a Ivone en la limpieza de algunos apartamentos donde trabajaba.

En el Chuy, fue haciéndose un cambio de look paulatino, según contó a Canal 10 la encargada de la peluquería en la que se atendía. Tampoco usaba lentes. Estaba distinta a cuando se la vio por última vez.

Respecto a su solvencia económica, a las amigas les llamaba la atención que pudiera mantenerse sin trabajar. Ella decía que cobraba un seguro por la muerte de su esposo. Pagaba todo en efectivo. Nunca exhibió tarjetas.

Una vez al mes viajaba a La Paloma. “¿Te llevo y vamos a pasar el día?”, le preguntó Ivone más de una vez. “No, yo voy sola”, le contestaba. Nunca supo qué iba a hacer allí.

Mónica Rivero fue procesada con prisión. Foto: Francisco Flores
Mónica Rivero fue procesada con prisión. Foto: Francisco Flores

En agosto, consiguió un nuevo apartamento donde vivió sola un tiempo. En los dos últimos meses lo hizo con su pareja que conoció en Rocha. Para ese nuevo hogar compró varios electrodomésticos, los que ayer fueron incautados por la Policía. Según Ivone, con él, a quien también le contó la misma historia, acudían a reuniones y cumpleaños.

El miércoles de mañana se vieron por última vez. “La vi muy feliz”, contó Ivone. Cuando se iba en el auto, propiedad de su novio, Rivero le dijo: “Te quiero mucho”. “Yo también, loca”, le respondió ella.

Ivone se siente traicionada. “Le di mi hogar, mi confianza, todo. De la noche a la mañana me dicen que es otra persona, es algo horrible”, declaró.

Clases de zumba

En octubre del año pasado iniciaron las clases de zumba en un local de la zona. Ana Fernández asistía tres veces por semana. Y pagaba, puntualmente, 50 pesos la hora de clase.

Ya el primer día le dejó en claro a la profesora, Ana Rodríguez, que no le gustaban las fotografías, aunque aceptó tomarse alguna siempre y cuando no la subieran a las redes.

La docente tomó el pedido como algo normal. “No a todos les gustan las redes sociales”, dijo Rodríguez a El País. “Era una persona amable y muy tranquila, completamente normal. Nunca nos íbamos a imaginar que era otra persona. Estamos bastante conmocionados porque convivíamos casi a diario, comentó la profesora.

El grupo de zumba que se había creado era muy unido. Tanto que no faltó a ninguna clase, salvo el día de su cumpleaños, el 20 de febrero, donde celebró “sus 51” (tiene 46). Lo festejó junto a Ivone y amigas.

Su novio, un hombre mayor de 60 años, rechazó dar declaraciones a El País porque -aseguró- Interpol se lo tiene “prohibido”. A él lo llegaron a presentar en sociedad. De hecho, acudió junto a Rivero a un evento deportivo de zumba y fútbol femenino que hubo en la playa. “Es un hombre muy bien y también está muy sorprendido por todo lo que ha pasado”, comentó Ivone.

La batalla que ganó un conocido mentalista

El 22 de marzo de 2017, El País publicó una nota titulada “Batalla entre videntes por apostadora desaparecida”. En ella, se señalaba que un grupo de “psíquicos” que asesoraba a familiares de Mónica Rivero “veía” que estaba muerta y que su cuerpo podría encontrarse en el predio del Parque Roosevelt. En realidad, en ese entonces había una batalla de clarividencias en la que participaban mentalistas y tarotistas. Y que a la luz de la información que hoy es pública, ganó el conocido vidente Marcelo Acquistapace, quien no solo predijo que la mujer estaba viva, sino que además aseguró que se movía con una identidad falsa y había cambiado su color de pelo. Todo eso era así.

Finalmente, Acquistapace se desvinculó de la familia de esta persona que se escondía -al menos en los últimos dos años y cuatro meses- en Rocha bajo la falsa identidad de Ana Fernández.

Marcelo Acquistapace
Marcelo Acquistapace, mentalista. Foto: archivo El País.

Acquistapace también creía que la mujer estaba viviendo en una ciudad “intermedia” entre Punta del Este y Montevideo, como Atlántida o Pando. No se sabe, hasta ahora, dónde estuvo Rivero en los primeros meses de su ausencia.

El mentalista Marcelo Acquistapace hace 30 años que participa en la localización de personas desaparecidas y que aporta datos en casos de investigaciones criminales. En su blog señala que colaboró en casos como la desaparición de Natalia Martínez (2007), el homicidio de Paula Iglesias (2005), la desaparición de Ana Paula Graña (2000) y los asesinatos de Ana Luisa Miller y María Victoria Williams en 1993, entre otros.

MÁS INFORMACIÓN

El faltante denunciado es de US$ 7,6 millones

Mónica Rivero fue procesada ayer por la jueza Ana Claudia Ruibal por varios delitos de estafa y falsificación de documentos. La mujer violó la confianza que se había ganado en 20 años de trabajo en la automotora Julio César Lestido, donde llegó a ocupar el cargo de jefa de Finanzas. Su abogada, Fabiana González Raggio, confirmó en el propio juzgado que la compañía detectó un faltante de US$ 7,6 millones y no de US$ 2,5 como se indicó en un comienzo.

De acuerdo a los datos obtenidos por la investigación policial, la mujer fue retirando el dinero de a poco. No obstante, se sabe que obtuvo dos millones de dólares en un movimiento relacionado con dos proveedores del exterior.

El delito de falsificación se le imputa por haber modificado los balances de la empresa para no alertar acerca de los retiros.

Por otro lado, la abogada indicó que posiblemente se apele la decisión judicial y se use como condición atenuante que Rivero es ludópata y asidua a los casinos, a los que iba junto con su familia. González Raggio indicó que la familia no estaba enterada de su paradero.

En la mañana de ayer Rivero llegó al juzgado, ubicado en Uruguay y Convención, con la cara tapada, buzo rojo, jean y championes para declarar tras 2 años y 14 días desaparecida.

La mujer figuraba desde el 13 de febrero de 2017 en la lista de personas ausentes del Ministerio del Interior y se creía que podría haber sido asesinada o secuestrada.

El día de su desaparición, Rivero dijo a su familia y compañeros que salía hacia una peluquería ubicada en Parque Batlle. Una cámara de videovigilancia de la empresa detectó que en su último día de trabajo la mujer salió con un bolso, cuando habitualmente andaba con una cartera. Ese detalle fue el detonante que provocó el inicio de las investigaciones que apuntaron a su trabajo.

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