Esperan que la Justicia boliviana pida la extradición del excura acusado de abuso sexual a menores

El pasado viernes la Policía detuvo al expárroco uruguayo Juan José Sant'Anna en su vivienda en el departamento de Salto donde se vivía hacía décadas.

Juan José Sant'Anna en su casa.
Hallado. El excura Juan José Sant’Anna fue ubicado en su casa en Salto tras una investigación de El País.
Foto: El País

Iba a ser un viernes cualquiera, hasta que pasado el mediodía la Policía tocó la puerta de la familia Sant’Anna en el barrio Palomar, de la ciudad de Salto. Juan José Sant’Anna estaba en el fondo de la vivienda, arreglando las plantas cuando un oficial preguntó por él. Le dijo que debía acompañarlo para tomarle una declaración en la jefatura, según pudo recrear El País. Fue un momento dramático. Sant’Anna pidió para cambiarse de ropa. El mismo oficial le sugirió que no se demorara más: en breve llegaría otro móvil y dos patrulleros en una calle tan tranquila llamarían la atención de los vecinos. Y si los vecinos notaban el movimiento, pronto llegarían los medios de comunicación, les habría advertido el policía para acelerar el proceso. Según un testigo, a Sant’Anna se lo llevaron esposado y frente a ese acto los familiares que estaban con él supusieron que no se trababa solamente de un interrogatorio.

El 17 de agosto pasado, en la sección Qué Pasa, El País publicó una investigación que reconstruyó la trayectoria de Sant’Anna en Uruguay y su partida a Bolivia; la denuncia que en 2007 lo señaló de haber cometido abusos sexuales contra 30 niños que tenía a su cargo en un internado de la provincia de Tapacarí, una zona empobrecida y aislada de Cochabamba en Bolivia. En el informe ahondó en la polémica investigación que llevó adelante la Iglesia Católica de Bolivia y el enramado de acusaciones que luego cruzó con la Policía y la Fiscalía, recriminándose entre sí responsabilidades en un desenlace que había acabado con el excura prófugo.

Sant’Anna se mantuvo oculto en la casa de sus padres en Salto durante 17 años, donde lo halló El País.

La publicación del informe y el eco en medios de Bolivia movilizó un caso que parecía dormido. La fiscal de delitos sexuales de Bolivia, Jessica Echeverría, trajo las novedades: anoche en el país andino los medios empezaron a difundir la noticia de que tras 17 años, el exsacerdote había sido detenido en Uruguay y sería finalmente extraditado.

Internado Ángel Gelmi, en 2023.
Internado Ángel Gelmi, en 2023.
Foto: Erick Ortega.

Según fuentes judiciales de Bolivia, en el juicio contra Sant’Anna, como este no se había presentado ante la Justicia, había sido declarado rebelde. Pero ante una nueva revelación de su paradero, a pesar de los años transcurridos, la Justicia consideró que debía reactivarse la orden de captura y se emitió una alerta roja de Interpol que fue ejecutada en Uruguay el viernes pasado.

Ayer sábado, Sant’Anna tuvo una audiencia de control detención en un juzgado penal de Montevideo. La fiscal de delitos sexuales Daniela Revello actuó en representación del ministerio público, y confirmó a El País que Sant’Anna permanecerá detenido hasta que Bolivia proceda con la extradición. A partir de ahora, la Justicia boliviana tiene 30 días para actuar.

Iglesia de Tapacarí, en Bolivia.
Iglesia de Tapacarí, en Bolivia.
Foto: Erick Ortega.

En Bolivia, en tanto, ya hay un fiscal asignado a la causa en el municipio de Quillacollo. Los rumores que circulan es que las autoridades “no se van a echar para atrás” y que la extradición va a concretarse.

Mientras tanto, la Comunidad Boliviana de Sobrevivientes que agrupa a víctimas de distintos abusos por parte de sacerdotes celebró la captura en territorio uruguayo de Sant’Anna, el protagonista de uno de los casos con mayor número de víctimas y que hasta el momento había logrado escabullirse del proceso judicial.

además

Los hechos que relatan las víctimas en Bolivia

“Invitaba a niños y a adolescentes de entre seis y 18 años de un internado rural a ver videos en su cuarto, luego los encerraba con llave y los sometía a diversos tipos de vejámenes sexuales, desde la masturbación hasta el sexo anal, según testimonios de los agredidos”, publicó en mayo de 2008 el diario Opinión. Por esos días, los medios difundían durísimos fragmentos de los relatos de las víctimas, que extraían de los decretos judiciales que le exigían a Sant’Anna volver a Bolivia y presentarse ante la Justicia. En los meses que siguieron, la prensa registró una confusa investigación en la que la Iglesia Católica de Bolivia por un lado, la Fiscalía y la Policía por el otro, se acusaban entre sí de no haber obrado como se debía para capturar al excura a tiempo.

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