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El último adiós a Micaela reunió a miles en Rodríguez

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Micaela Onrrubio. Foto: Darwin Borrelli.
MARCELO BONJOUR

SAN JOSÉ

El pueblo quedó vacío durante el cortejo y sepelio de la mujer asesinada.

Una multitud despidió ayer a Micaela Onrrubio. Llovía y en silencio cientos de vecinos y amigos de la joven mujer asesinada por su ex pareja el pasado 27 de marzo se arrimaron a la casa velatoria Bacigalupe, del pueblo Rodríguez, en San José.

Las hijas de la víctima, que tienen 8 y 9 años de edad, llevaron dibujos en las manos con frases como “mamá te quiero”.

El velatorio se cumplió en apenas dos horas. Antes pasaron 77 días de afanosa búsqueda de sus restos. El pueblo entero salió a rastrear a la mujer por los campos de la zona.

Los restos fueron encontrados junto a una pequeña cañada, un lugar por el que cientos de policías, militares y vecinos habían pasado antes.

Después, tras el hallazgo, surgió la espera. Debieron aguardar a que se cumpliera con todas las pericias. Darío Onrrubio, padre de Micaela, definió esa etapa como una “tortura”. “Tengo el cuerpito, tengo lo que quería, que era que las niñas y yo mismo pudiéramos tener un lugar a donde llevarle una flor”, dijo Onrrubio.

El cura del pueblo, Nelson González, se puso una larga estola morada. Con la Biblia y el misal en las manos, se refirió a los presentes y no dejó dudas sobre la terrible tragedia que empezaba a cerrarse con el sepelio: “esta muerte violenta nos arrancó algo del corazón, nos sentimos lastimados, heridos”.

“Despedimos hoy a Micaela con un sí por la vida, con un pueblo que seguirá luchando para que no vuelva a suceder esta situación. Micaela va a seguir viva en tantos gestos de afecto y cariño”, dijo González.

De lejos, con rostros apesadumbrados, el intendente José Luis Falero y el alcalde Alfredo Barreiro observaban la liturgia bajo un paraguas. También se pudo ver al sub jefe de Policía de San José, John Saravia.

Micaela Onrrubio. Foto: Marcelo Bonjour.
Un símbolo. La carpa en Rodríguez. Foto: Darwin Borrelli.

Símbolo

Una vez cumplida la ceremonia, la familia Onrrubio y sus amigos se dirigieron hacia la plaza de Rodríguez, en donde habían instalado una carpa. Desde ese lugar salían cada día a realizar rastrillajes por los campos de la zona o recibían a las autoridades policiales.

Con el paso de los días la familia hizo su propia investigación. La carpa también fue utilizada como centro de acopio de información. Todas las pistas fueron seguidas, nada se dejó sin confirmar o analizar.

La carpa se volvió un símbolo y un lugar de referencia para todos los vecinos. Antes del hallazgo de los restos, junto a la carpa había un lugar destinado a los útiles de trabajo para la búsqueda: palas, picos, cuerdas, varillas con punta y varios detectores de metales.

Ayer desarmaron la carpa. La familia buscó de esa manera dar por cerrada la primera etapa. Sin embargo, la familia cree que la tarea no ha terminado. Ya está previsto que la semana próxima la familia salga a realizar nuevos rastrillajes, esta vez para tratar de ubicar el arma que dio muerte a la mujer, según explicó a El País Fanny Cabrera, prima de Micaela y una de las protagonistas de la primera etapa. “Hoy, por fin, pudimos darte lo que mereces después de la atrocidad que pasaste. Tus niñas, tus padres, tus hermanos, tus amigos, tus vecinos y el pueblo entero necesitaba esto”, escribió ayer Cabrera en las redes sociales.

El único imputado por el crimen, Gabriel Pistón, continúa en la cárcel esperando por el juicio. Fue a prisión dos meses antes de que apareciera el cuerpo. En ese momento, la fiscal René Primicieri sostuvo que tenía elementos para defender una condena por homicidio especialmente agravado.

Pistón niega todo. Sin embargo, hay varios testimonios que confirman el vínculo del hombre con el crimen. Además, en las primeras horas de búsqueda se encontró en el mismo lugar, bajo el puente de Carreta Quemada, un pantalón con sangre de la mujer y una alfombra del coche del imputado.

El abogado de la familia, Germán Sfeir, anunció que solicitará la máxima sanción que prevé el Código Penal: 45 años.

Micaela Onrrubio. Foto: Marcelo Bonjour.
Solidaridad. La caravana de gente dolida e indignada. Foto: Darwin Borrelli.

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