Por Eduardo Barreneche
Una consulta en el Hospital Evangélico fue el detonante del caso. El 17 de agosto de 2021, un adolescente de 13 años asistió a una consulta médica pues presentaba una lesión en sus órganos genitales. La médica de la emergencia de la mutualista sospechó enseguida que el menor padecía una enfermedad de transmisión sexual.
La profesional interrogó al adolescente sobre si tenía vida sexual activa y éste admitió haber mantenido relaciones con la madre de una amiga.
Según la investigación realizada por la Fiscalía de Colonia, la mujer, de 31 años, ejerció una “gran presión” sobre el chico para que guardara silencio sobre lo ocurrido.
El adolescente ratificó a su psicólogo el relato que realizó a la médica de la emergencia del Hospital Evangélico. Lo mismo hizo con una psicóloga que le hizo una pericia ordenada por la Fiscalía. A ambos profesionales, el menor narró que estuvo con la imputada “bastantes veces” y que “la primera vez él tenía 12 años de edad”. Agregó que, en algunas oportunidades, no usaron medidas de protección durante el acto sexual.
En una ocasión, la imputada llegó a sospechar que estaba embarazada, según consta en el fallo del Tribunal de Apelaciones Penal de 1er Turno redactado por el ministro Alberto Reyes Oehninger.
De la pericia surge también la manipulación de la adulta al niño. Le hablaba mal de sus padres y le pedía que se escapara de su casa, y si éste le decía que no, ella se enojaba.
Violaciones
El niño de 12 años comenzó a frecuentar la casa de la imputada para ver a la hija, quien tenía su edad. Los dos menores, que cursaban en ese momento sexto año de la escuela, tenían una relación sentimental.
Con el correr de las semanas, la familia del menor y de su compañera se fueron acercando hasta llegar a ir a la playa todos juntos.
El entonces niño comenzó a quedarse por las noches en la casa de su pequeña amiga y se integró a la familia como uno más. La imputada y su esposo dormían en dormitorios separados, y el chico pernoctaba en el dormitorio de la mujer.
La víctima relató a los profesionales que lo asistieron que un día él le pidió a la mujer que le diera un beso, ella se negó y poco después sí accedió. De esa forma, sostuvo, comenzaron a mantener relaciones sexuales.
El niño pasó casi todo el tiempo en la casa de su amiga en el verano de 2021, pero cuando las vacaciones terminaron sus padres le pidieron que regresara. Él se negó y el 16 de marzo de ese año su madre solicitó a la Justicia su restitución.
En una audiencia realizada una semana después, el Juzgado de Violencia de Genero dispuso como medida cautelar la prohibición de acercamiento y comunicación de la madre de la joven hacia el menor por el plazo de 180 días. En forma reiterada, la adulta violó las medidas dispuestas por la Justicia. Poco después, la Fiscalía acusó a la adulta de reiterados delitos de violación y de desacato.
El abogado defensor de la imputada, Enrique Moller, dijo a la Justicia que le llamaba la atención que otras situaciones graves y delictivas hayan sido dejadas de lado por la Fiscalía, como ser una denuncia del maltrato hecha por el niño contra sus padres. “La Fiscalía ignoró dicho aspecto, y tergiversó pruebas por medio de la descontextualización, lo que demuestra que lejos de buscar la verdad, se hizo una caza de brujas”, afirmó Moller.
El tribunal señaló que la defensa de la mujer no rebatió la existencia de relaciones sexuales entre ésta y el entonces niño. Sin embargo, consideró que la pena de cárcel impuesta por la Justicia de primera instancia “era desmedida” y la bajó de nueve años a cuatro.
Argumentó que la condenada sufrió una especie de “trauma” en su niñez y que tiene “incapacidad para relacionarse normalmente con adultos” masculinos, lo que constituiría, entonces, una “imputabilidad disminuida”.