En la puerta del juzgado penal, Ana Pereira, hermana de un hombre de 28 años imputado por homicidio, decía con dolor: "Nos siguen matando en vida". El joven enfrentará un juicio en el que piden que sea condenado a 18 años de prisión por haber asesinado de 15 disparos a su padre. Su versión de los hechos desde el momento del crimen —que ocurrió a fines de mayo— es que su padre había abusado sexualmente de más de un familiar.
"Nos siguen enterrando, a pesar de todo el sufrimiento que vivimos durante todos nuestros años. Los abusos y los años de sufrimiento que no te devuelve nadie", dijo Pereira a Canal 12. Agregó que "por supuesto" que su hermano debe "pagar por lo que hizo", pero 18 años le parece "un montón".
Según documentación que relevó El País, la Fiscalía de Homicidios de 1er Turno llevará el caso a juicio y pretende que el joven sea condenado por un delito de homicidio especialmente agravado por haberse cometido contra un ascendente (su padre) y por el uso de arma de fuego.
En la audiencia de formalización, la fiscal Sabrina Flores había explicado que la pena mínima para esta tipificación es de entre "13 o 14 años". En su momento el Instituto Técnico Forense le realizó una pericia psiquiátrica que sostuvo que el joven entendía el carácter ilícito de sus actos y podía "autodeterminarse", por ende, era imputable.
En juicio oral se expondrá una sentencia del año 2010 en la que el fallecido resulta condenado por atentado violento al pudor contra unaintegrante de la familia. La pena fue de tres años y dos meses. Fue la única denuncia por abuso sexual se realizó contra el hombre asesinado, indicó la fiscal adjunta Victoria Ghiorsi en la audiencia de control de acusación realizada esta semana.
El abogado del acusado, Marcos Prieto, planteó que, tras el juicio, debe ser absuelto puesto que actuó en el marco de la excepción prevista en el artículo 36 del Código Penal. Este artículo faculta a los jueces a exonerar de pena a aquellas personas que cometan el delito de homicidio o lesiones producto del "estado de intensa conmoción provocada por el sufrimiento crónico producto de violencia intrafamiliar".
En su caso, dijo el defensor en la audiencia de control de acusación, se darían los requisitos que establece el numeral dos de ese artículo. Esto es "que el autor hubiera sido sometido a intensa y prolongada violencia por parte de la víctima o tuviera conocimiento de igual sometimiento de sus descendientes, ascendientes u otras personas bajo su guarda o cuidado con quienes mantuviera fuertes vínculos afectivos".
El juicio se llevará adelante en 2026. Mientras tanto, el hombre continúa preso preventivamente.
El homicidio
El martes 27 de mayo de 2025, algunos familiares notaron que a la víctima no le llegaban los mensajes, motivo por el que uno de ellos fue hasta su casa. Vio que la vivienda estaba cerrada, lo que le resultó extraño. Poco después, una vecina se le acercó y le contó que no veía al hombre desde el domingo 25.
En ese momento, este pariente —yerno de la víctima— vio al acusado adentro de la casa. El joven salió y le dijo: "Hice lo que tenía que hacer; si lo querés ver, lo tenés ahí", según sostuvo la Fiscalía al momento de imputarlo. Luego, se acercaron más familiares al lugar y llamaron a la policía.
Los oficiales entraron al domicilio, en el que había gran desorden, y encontraron el cadáver de la víctima envuelto en una manta semienterrado en un lugar con piso de tierra al fondo de la cocina. Había recibido, según determinó luego el médico forense, 15 disparos y se lo había ultimado aproximadamente 72 horas antes de la pericia.
Al ser consultado por los efectivos, el hombre repitió: "Lo maté al fin, pude hacer justicia. Él violó a mis hermanas". Una versión similar expuso ante el psiquiatra forense, a quien le dijo que su padre había abusado también de otras personas. El profesional también informó que el acusado sufre de problemas vinculados a las drogas.
Para Prieto, la de su cliente es una "historia de violencia familiar que no puede comprenderse sin dimensionar el régimen de terror que él ha vivido". Pretende acreditarlo en juicio a través de la declaración de cerca de una decena de familiares y una pericia psicológica.