Lo imputaron por matar a su padre: dijo que lo hizo porque él había abusado de varios familiares

El hombre recibió 14 disparos que le provocaron la muerte, su hijo admitió ser el autor del crimen frente a la Policía

Patrullero en Pocitos.
Parricidio. El hombre de 28 años es acusado del homicidio de su padre biológico; le dio 14 disparos.
Foto: Estefanía Leal/Archivo El País.

Cuando su cuñado llegó a la casa, hacía -al menos- horas que el crimen ya se había cometido. Un joven de 28 años, a quien la Fiscalía señala por haber matado a su padre, le gritó a su cuñado por la ventana que había hecho “justicia”, que era “lo que tenía que hacer”.

La Fiscalía de Homicidios de 1er Turno busca determinar en qué momento, entre el domingo 25 y el mediodía del martes 27 de mayo, tuvo lugar el asesinato. El cuerpo de la víctima fue hallado dentro de la casa, en el fondo de la cocina, envuelto en mantas. Tenía 14 impactos de bala.

Luego de que el joven le confesara que había cometido el crimen a su cuñado, él llamó a su pareja -hermana del imputado- y a la Policía. Una de las funcionarias policiales que fue al lugar contó que “se largó a llorar” y decía “lo maté, al fin pude hacer justicia, él violó a mis hermanas”, según el relato de la fiscal del caso, Sabrina Flores, hecho en la audiencia en la que lo imputaron.

Una vecina declaró que la última vez que vio a la víctima fue el domingo por la noche. Cuando una de las hijas del fallecido notó que no le contestaba las llamadas el martes al mediodía, fue que envió a su pareja a chequear que todo estuviera bien en la casa. Durante ese lapso de tiempo -sostuvo la Fiscalía- el joven, que en el último tiempo estaba viviendo en la calle, ingresó al domicilio y lo mató con un arma que aún no se encontró. El agresor, de hecho, le dijo a la policía que lo detuvo que se había encargado de descartar el arma.

No se sabe, dijo Flores, si el arma la llevó él o la tomó de la propia casa, puesto que, según su hermana, el padre guardaba una en la vivienda.

El relato fiscal dio más detalles del diálogo entre los familiares. Al llegar su cuñado al lugar, el imputado le habló desde la ventana. Le dijo: “Hice lo que tenía que hacer, si lo querés ver está ahí”. Dentro de la casa los funcionarios policiales encontraron un “gran desorden” y manchas de sangre en distintas zonas.

La fiscal refirió en audiencia a que el joven tenía problemas de consumo de drogas, pero se le realizó una pericia psiquiátrica que indicó que no tenía enfermedades mentales que le impidieran “autodeterminarse” ni comprender el carácter ilícito de sus actos.

En la audiencia, nervioso, le pidió al juez Marcelo Souto que le repitiera lo que le había dicho. “Nunca pasé por esto”, le explicó, disculpándose. Más adelante, pese a que su abogado le aconsejó que no lo hiciera, habló y justificó: “Cuando lo hice estaba bajo efectos de droga”.

Aparte de confesarle el crimen a sus parientes, a la Policía y al juez, -refirió la fiscal- explicó con mayor profundidad lo que había pasado a la perito que lo valoró. A la psiquiatra le contó que su padre había abusado de él y sus hermanas y que pocos días atrás se había enterado que había hecho lo mismo con otro miembro de la familia, lo que motivó el ataque.

A fines de mayo, el juez Souto aceptó el petitorio fiscal de imputar al hijo de la víctima por homicidio especialmente agravado por haberse cometido sobre su “ascendiente” (padre) y lo envió a prisión preventiva por 180 días. El hombre, argumentó Flores, vive en situación de calle por lo que no tiene “arraigo” y eso genera peligro de fuga, además de que podría entorpecer la investigación porque los testigos que deben declarar son cercanos.

La imputación marca el comienzo de la investigación y ahora la Fiscalía deberá reunir las evidencias para, eventualmente, llevar el caso a juicio. Si no se hallara ninguna causal exculpatoria o que pudiera disminuir la responsabilidad del imputado, este delito se castiga con una pena de entre 10 y 24 años.

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