Tras el suicidio de una deportista de 16 años, la salud mental en el deporte volvió a estar en la mira. Sobre todo en un país que solo en 2024 tuvo 32 suicidios de jóvenes de 15 a 19 años. El País habló con Verónica Tutte, excimarrona de hockey, psicóloga de salud y el deporte, docente e investigadora en la Universidad Católica (UCU), que además trabaja en fútbol y hockey de élite esta problemática.
-¿Qué diagnósticos de salud mental observa más frecuentemente en el deporte?
-Hay que distinguir entre los deportistas y los ejercitantes. Para llegar a hacer deporte de alto rendimiento hay que tener un perfil de personalidad con una fortaleza para sobrellevar grandes cargas de entrenamiento, presión y demás. No todo el mundo está preparado para el deporte, pero sí todo el mundo está preparado para el ejercicio. A nivel de los deportistas, lo más diagnosticado son los trastornos de ansiedad, estrés y el burnout.
-¿Cómo detectar episodios?
-Como no son los psicólogos quienes van a estar mirando ni las redes sociales del deportista, ni estando en contacto directo durante mucho tiempo, lo más importante es generar agentes de derivación, que son los compañeros. Cuando se clarifican los síntomas, después dicen ‘veo que mi compañero de cuarto llora todas las noches porque no está jugando', y eso permite actuar.
-¿Cómo se previenen problemas de angustia, estrés, burnout, ansiedad?
-La angustia es una emoción que no se va a prevenir, hay que transitarla. No trabajamos para que desaparezcan las emociones incómodas, sino para poder atravesarlas. Diferente es un trastorno, como la ansiedad, la depresión o el burnout. Ahí se tiene que dar información y explicar cómo se le hace frente. Se llaman estrategias de afrontamiento, lo que implica dar un kit emocional para usarse en situaciones difíciles. El entrenamiento mental debería ser un cuarto del entrenamiento total, pero escasamente ocurre.
-¿Hay más trastornos de salud mental en los jóvenes?
-En la población general, sí. Hay un aumento significativo de los trastornos de ansiedad, por estrés y ni que hablar del riesgo suicida. Un estudio de la UCU, en adolescentes, marcó que las mujeres tenían mayor nivel de pensamiento suicida y los varones pasaban más rápido a la acción.
-Este aumento significativo, ¿es efecto de la pandemia?
-No considero que esto sea por la pandemia. Lo que cambiaron fueron los estilos y los medios, pero la intención no se agudizó por ello. A lo largo de 19 años de trabajo con jóvenes he percibido que ha cambiado, sobre todo en la última década, con más casos de autolesiones.
-¿Qué hay detrás de la suba?
-Creo que se ha perdido el proyecto de vida. Los jóvenes no tienen un proyecto vital que los arraigue, tienen proyectos puntuales. Trabajé en fútbol años y los jóvenes hacían un proyecto deportivo imaginándose que iban a ser jugadores profesionales, y eso lo consideraban como su proyecto de vida. Entonces, al no tener un plan de vida cualquier situación incómoda hace que su vida pierda sentido. Pero si se tiene un proyecto vital, cualquiera que tenga un hijo, una familia o una red de contención, lo piensa más por lo que puede significar para el otro.
-¿Cómo recupera ello?
-Es importante entender las alternativas que ese deportista y persona ha generado para su vida. Por ejemplo, en tenis o hockey, no se pone en duda el estudio. Es decir, la preparación académica es tan importante como la preparación deportiva. Pero en el fútbol, boxeo, y otros, muchas veces sí se pone en duda. La manera de volver a tener un proyecto vital es formar primero una persona, no un deportista. El deportista es el resultado después de ese perfeccionismo, esa profesionalización de aquello que hace. Nosotros cambiamos la estrategia de desarrollar un entrenamiento mental basado en tener mejores habilidades deportivas a pasar a tener habilidades para gestionar la vida. Esto es cómo tolerar la frustración, saber manejar la adversidad y trabajar el perfil resiliente. Al cambiar esa mirada, se empieza a devolver a un deportista deshumanizado, que se le valora si rinde o no, que otras cosas hacen su vida.
-¿Qué análisis hace tras el reciente suicidio de una joven deportista de 16 años?
-Éticamente no puedo opinar de un caso que no conozco más allá de los medios, y que no corresponde por la situación familiar y social.
-¿Ha visto casos frecuentes de suicidios en el deporte?
-En mi práctica profesional no he tenido ningún deportista que haya tomado esa decisión. Intentos, varios; en Uruguay y España.
-¿La preparación hostil de deportistas es algo que está instalado hoy?
-La dureza en el entrenamiento siempre estuvo. Hoy hay como una deshumanización del deportista. No se mira a la persona. A veces no se conocen los nombres. Un deportista se lesiona y el comentario es ‘se rompió’. Como si fuera una cosa, y no una persona.
-¿Hay resistencia de los entrenadores de otra conducta?
-No se dan cuenta, hay un desapego emocional. No creo que haya intencionalidad, hay una falta de conciencia de que no se está mirando al otro como persona, sino si responde a las necesidades de ejecución de un sistema táctico, y no tanto a ese joven que puede venir con emociones y problemas, y que quizás si se da una indicación podría cambiar la situación.
-¿Hay un nivel de exigencia deportivo alto en general?
-En alto rendimiento se espera que se rinda todos los días, y cada vez más. El deportista está entrenado para las altas cargas físicas, pero lo descoloca los climas motivacionales hostiles. El trato como una cosa y que no se tengan criterios para explicar la evaluación los empieza a cargar emocionalmente. '¿Por qué hoy sí y mañana no?'. '¿Por qué parece que me quiere y mañana me desprecia delante de todo el mundo?' Eso es lo que más desgasta.
-¿Existe bajo financiamiento de la salud mental a nivel deportivo en Uruguay?
-No hay ningún financiamiento. Por ejemplo, Conmebol exige que los clubes que tengan competencia internacional tienen que tener un psicólogo del deporte y ni siquiera así se cumple, porque muchas veces los clubes contratan a un psicólogo solo para que firme y no tienen un psicólogo estable.
-¿Qué impacto podría generar que las instituciones piensen en esta dimensión?
-Aquellos que deciden ir al deporte, si tienen una institución que trabaja con agentes de salud, van a buscar llegar al mismo rendimiento que quieren todas las personas, pero en un camino diferente. En un club, por ejemplo, no fuimos a buscar el rendimiento de forma directa, sino de forma indirecta trabajando este proyecto de vida como foco y el resto iba a venir por consecuencia. Se prepara a la persona para todo lo que va a venir. Diferente es cuando se exige y el deportista no tiene nada. Está desnudo desde el punto de vista psicológico para hacerle frente a la demanda física y mental.
-Parece que si no se sale de lugares deportivos de élite…
-Esto es muy difícil de encontrar. Solo en aquellos clubes que de alguna manera entienden que es una inversión, porque a la larga te da deportistas que están más tiempo adheridos y rinden más. Entonces esto se convierte en tierra de nadie. Nadie se hace cargo de la salud mental.
-No hay algo generalizado que permita más cobertura…
-Hay que buscar que sea una política pública. Así como los clubes tienen un preparador físico, deberían exigir un agente de salud mental. Y los padres también deben exigirlo.