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Sistema educativo "es muy selectivo"

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En el ciclo básico es cuando ocurre el mayor filtro. Foto: Fernando Ponzetto

Enseñanza

Estudio demuestra que los ingresos filtran al comienzo y luego inciden otros factores.

La educación uruguaya parece un reality show: los participantes van cayendo en el camino y a la final llegan muchos menos de los que comenzaron el programa. Pero a diferencia de los shows televisivos, en que los propios compañeros nominan y el público los expulsa, en el sistema de enseñanza hay criterios (silenciosos) que se van encargando de la selección.

Así lo demuestra un documento de trabajo del Instituto de Economía de la UdelaR. La investigación, liderada por la uruguaya Luciana Méndez y el catalán Xavier Ramos, concluye que el origen de los padres del estudiante o su intensificación étnica son factores de filtro durante toda la escolarización. Pero los componentes a corto plazo, como el ingreso familiar, "disminuyen a medida que los individuos avanzan en el sistema educativo, lo que sugiere un proceso de selección severa en etapas tempranas".

En esta especie de embudo o reality show que es la educación uruguaya, el "gran filtro" sucede en el ciclo básico de los liceos y UTU. Hasta ahí lo que más pesa es el contexto, el clima educativo del hogar y la repetición. Pero desde entonces se abre un abanico de variables que muchas veces pasan inadvertidas, incluso para quienes tienen que tomar las decisiones políticas.

Las mujeres afrodescendientes, por ejemplo, tienen 12% menos chance de completar el bachillerato que sus pares no afro. O los varones que fuman marihuana cuentan con 18% más de probabilidad de abandonar el último tramo del liceo que quienes no consumen esa sustancia.

El haber estado matriculado en un colegio privado parece un factor protector y da entre ocho y 16 puntos porcentuales más chance de salvar con éxito el ciclo básico. Incluso el haber asistido a la educación inicial incide en la selección: las mujeres que fueron al jardín tienen más chance de completar hasta tercero de liceo que sus pares que no asistieron.

El nivel educativo de los padres y el haber repetido al menos un año en la escuela, dejan "secuelas" durante todo el resto del trayecto educativo y limitan las chances de completar cada siguiente nivel. Eso hasta la universidad.

Parecería ser que una vez que los estudiantes llegan a la educación terciaria la mayoría de desigualdades desaparece. Lo que sucede, en realidad, es que los filtros previos ya se han encargado de dejar al resto por el camino. En la universidad, el único efecto arrastre parece ser el hecho de que el padre sea profesional, factor que juega siempre a favor de la continuidad.

Si bien el documento del Instituto de Economía no hace interpretaciones ni se mete en las políticas públicas, el sociólogo Pablo Menese, especialista en la investigación educativa, entiende que el trabajo da mucho para pensar a los tomadores de decisiones. Y se pregunta: ¿tiene sentido apostar tanto a una política de becas en la universidad cuando a esa etapa los mayores filtros son otros?

En esa misma línea, el sociólogo cuestiona el encare con que la universidad aborda la descentralización. El documento y los datos de matrícula vienen demostrando que "en el interior no está lleno de bachilleres esperando que llegue la oferta educativa" a su pago… "no hay un problema de cubrir costos".

La economista Méndez, autora de la investigación, discrepa con esa interpretación del sociólogo: "tal vez la llegada de una oferta educativa al interior aumenta las expectativas y las ganas de completar el siguiente ciclo… no lo sabemos".

Lo que sí se sabe es que la enseñanza es obligatoria en Uruguay desde los cuatro años hasta el fin del bachillerato. Así lo estableció la ley de Educación de 2008.

Sin embargo, la selectividad del sistema educativo (por culpa del sistema o por factores externos a él) hace que muy pocos cumplan con esa obligación.

Entre las diez metas que la ANEP se fijó para este quinquenio, el crecimiento en la cantidad de graduados del bachillerato es la que está más lejos de concretarse. Las autoridades se habían propuesto que, para 2020, el 75% de los jóvenes de entre 21 y 23 años hayan terminado la educación media. Pero a esta altura, apenas lo logra el 41%.

Pese a que no se haya concretado el resultado, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) ve con buenos ojos que, por primera vez, se haya fijado metas quinquenales. En este sentido, esta política ha ido cambiando el discurso de los consejeros de los desconcentrados. Desde hace pocos años, las autoridades le llaman a eso "hablar en clave ANEP". Ya no se trata de que Secundaria le eche la culpa a Primaria, y la Universidad a Secundaria.

Prueba de ello es el debate de la repetición, una de las variables que, según el estudio de Economía, implica más filtro.

El machismo que favorece a algunas mujeres

El machismo le está jugando una mala pasada a los propios hombres Al menos a los varones que salen al mercado laboral a muy temprana edad y abandonan la educación obligatoria. Es que en el reality show del sistema educativo uruguayo, en el que los participantes van cayendo en el camino, las mujeres son las que más sobreviven. Hasta el primer año de liceo o UTU casi no hay diferencias de género, pero a partir del segundo año y aún más en el bachillerato, son ellas las que continúan con más éxito. Según el sociólogo Pablo Menese eso puede estar relacionado a una cuestión utilitaria: el bachillerato "no hace la diferencia" en el ingreso al mercado laboral. Eso hace que muchos varones comiencen a trabajar luego del ciclo básico y posterguen los estudios. Las mujeres, en cambio, son discriminadas por el mercado laboral y se tienen que dedicar al trabajo no remunerado (el cuidado de los hermanos, por ejemplo). Pero lo que a priori es una discriminación machista y de la "sociedad patriarcal", en la práctica termina favoreciendo la permanencia educativa de esas mujeres.

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