Vendían empanadas en un food truck, abrieron su propia fábrica y ahora venden en cinco países de Europa

Las emprendedoras Micaela y Agustina Geminiani y Juliana Patalagoity crearon la marca Gracianas, con la que comercializan en España, Holanda, Bélgica, Suecia y Francia

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Fundadoras de las empanadas Gracianas.
MARCU OVIDIU

Las hermanas Micaela y Agustina Geminiani y Juliana Patalagoity comenzaron a hacer y vender empanadas en un food truck en Madrid en 2014, donde despachaban unas 3.500 por fin de semana. Hoy elaboran entre 140.000 y 160.000 al mes, cuentan con 17 empleados y comercializan a través de unos 50 clientes mayoristas en España y en otros países de Europa, entre ellos restaurantes de renombre y grandes superficies, además de su propio local en el barrio de Malasaña.

Micaela Geminiani es cocinera, tuvo un restaurante y trabajó en varios locales más. Dejó la Argentina en 2001: «Quería conocer el mundo, cocinar. Era maestra de grado y me fui sabiendo que podía volver». Agustina viajó ocho años después.

«Empezamos con el food truck porque era la movida en ese momento. Arrancamos con los ahorros que teníamos, unos 7.000 euros. Cuando abrimos la fábrica pedimos un crédito para emprendedores», explica.

Patalagoity, directora financiera y comercial del emprendimiento, se sumó poco después, cuando la marca abrió un puesto en el Mercado de Vallehermoso, donde ofrecían unos 15 sabores de sus Gracianas -así llaman a sus empanadas-. En 2019 se trasladaron a la tienda física de la calle Noviciado y allí duplicaron la apuesta, con espacio para una fábrica.

El año pasado, las fundadoras del emprendimiento fueron incluidas en la lista de las 75 mujeres latinas a seguir por Forbes Women. Cuando empezaron, «no había en Madrid tiendas de empanadas como único producto; sí se vendían en restaurantes». «Por eso fue una apuesta fuerte».

Desde el inicio, la decisión de las emprendedoras fue trabajar con materias primas de «excelente calidad; kilómetro cero (producidas localmente) siempre que podemos y sin conservantes».

El nombre del emprendimiento es un homenaje a la tradición familiar: se llama como la bisabuela, la abuela y la madre de las hermanas Geminiani.

Receta para crecer

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Empanadas Gracianas.

La expansión llegó cuando empezaron a recibir pedidos de cadenas importantes que buscaban sumar sus productos. Fue entonces cuando se mudaron a Malasaña, donde hoy tienen el obrador. Prefieren no entrar en el esquema de franquicias porque su decisión es mantener la calidad y el modo de trabajo.

Hace unos meses se convirtieron en la primera marca en elaborar empanadas argentinas sin gluten, para llegar también a ese segmento del mercado. Sus «Gracianas» no son fritas y el 85% del producto, que pesa entre 105 y 110 gramos, es relleno. La masa la importan desde Argentina. Actualmente cuentan con unos 40 sabores.

«Tenemos las tres patas de la empresa -dice Geminiani-: una muy buena gestora, una muy buena cocinera y una excelente controladora de la logística. Nuestro secreto es no negociar la calidad. El 85% de la materia prima es kilómetro cero y también no ser franquicias».

La fundadora subraya que la marca «es de las poquísimas» que exporta a Holanda, Bélgica, Suecia y Francia. «Siempre es súper calidad y trato directo. Nuestros clientes tienen nuestros teléfonos móviles personales. Nos desvivimos, queremos que se solucionen todos los problemas, grandes o chicos. Siempre es de a poquito, paso a paso, eso nos ha permitido crecer», enfatiza Geminiani.

Concluye que en este camino hubo mucho aprendizaje: «No cualquiera sabe vender, hornear o enamorarse del producto. Eso también se aprende».

Graciela Origlia
La Nación / GDA

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