Noelia Copiz, fundadora y directora de Viasono, es abogada (Universidad de la República), aunque no ejerció porque optó por emprender.
En 2003, y con tan solo US$ 400, fundó su empresa de venta de colchones en Punta del Este. Su enfoque lo tenía claro desde entonces, apostar por promover el descanso y no la venta del producto en sí mismo.
Sobre esa filosofía construyó la empresa que hoy cuenta con cuatro locales, 60 colaboradores, a la que que sumó la vertical de diseño y mobiliario que ya es el 50% de su facturación.
Montevideana y con un MBA, asegura que el presente es “un mejor momento para emprender”, hay “estabilidad institucional, jurídica y social” y los consumidores están dispuestos a invertir más. Estas variables conforman un escenario favorable para los negocios en Uruguay, indicó.
Sin embargo, advierte que hay aspectos a atender para no perder estos diferenciales, como la educación y la seguridad. “Hay que cuidar esta realidad para seguir atrayendo inversiones”, resumió en entrevista con El Empresario.
Copiz está casada, tiene tres hijas y en su mi tiempo libre disfruta tiempo en familia y con amigos. Especialmente compartir "tiempo de calidad con mis hijas", dijo. "Esos momentos simples pero significativos me recargan y conectan con lo que realmente importa. Y me hace soñar e inspirarme hacia proyectos futuros, que muchas veces nacen de esas conversaciones, juegos o silencios compartidos."
A continuación, un extracto de la charla.
—Comenzó en Punta del Este en 2003, con una inversión de US$ 400. Desde entonces, su negocio ha crecido. ¿Cómo está hoy?
—Estoy con el mismo entusiasmo que cuando empecé, y con un poquito de la misma desfachatez. Comencé sin nada, hoy tengo un poquito más y sigo apostando a ir a más. En estos años, el gran hito es la Casa Viasono, que abrimos en 2024. Es la materialización de a lo que apuntamos, de nuestra filosofía, que es el bienestar. En esta casa lo llevamos a los hechos: es un espacio de puertas abiertas, con un jardín hermoso con paisajismo, la extensión hacia el restaurante que creamos con mi hermana (Leticia), que hoy tiene su marca propia, Charo, pero que es parte de esta experiencia de la Casa Viasono. Yo disfruto mucho el desafío de crear, de que nunca nada está dado y que todos los días tengo que venir a trabajar con el mismo esfuerzo del primer día. De hecho, cuando comencé con los colchones, no pensaba en vender esos productos, sino en comenzar a hablar de la importancia del descanso. Por lo tanto, quise ofrecer un producto de calidad en una época que no existía la oferta de propuestas de hoy. Por eso cuando sumé mobiliario no fue solo para vender productos, sino para ofrecer diseño. Eso creció hasta convertirse en proyectos de diseño cada vez más completos y profesionales. Hoy ambos negocios tienen el mismo peso en cuanto a facturación. Comenzamos este proyecto mi madre y yo; hoy somos 60 personas distribuidas en cuatro locales, tres en Montevideo y la tienda de Punta del Este. Crecemos entre un 10% y un 15% anual.
-En los inicios de Viasono no había tantas marcas de colchones ni de mobiliario en el mercado. Eso cambió, y hoy la competencia es mayor. ¿Cómo ha impactado esto en su negocio?
-Las cadenas internacionales hacen que los precios tiendan hacia abajo y ahí es donde nos diferenciamos, en el valor que hemos construido en base a años de confianza. Y cuando la persona entiende el valor, vuelve. Ya estamos en un momento en que vienen los hijos de los padres que compraron primero.
—¿El público uruguayo está dispuesto a pagar más para conseguir mejor descanso o diseño?
—Sí, hay una mayor conciencia. Cuando empecé a vender colchones, era un producto que estaba en el cuarto de la casa y nadie lo veía. Entonces se decía “para qué voy a gastar en eso”, y se compraba lo más barato. Hoy, el descanso es calidad de vida y cada vez hay mayor conciencia de eso. Desde el punto de vista del diseño, cuando se compraba algo se pensaba en que durara; ahora se busca calidad y diseño. Entonces, la marca puede crecer más porque existe una mayor conciencia de que merecemos vivir mejor, de que vamos a estar más contentos porque estamos más cómodos, si descansamos mejor. Eso luego impacta en el día a día, en la productividad y en la felicidad.
—Inició la empresa en 2003, cuando no era tan común ser emprendedor y menos aún para las mujeres. ¿Cómo ve el presente de Uruguay para comenzar nuevos negocios?
—Hoy es mejor momento para emprender. Si bien depende del momento y las ganas de cada uno, existe un ecosistema que ayuda o empuja más el emprendedurismo. En ese momento era difícil, y más siendo mujer, porque había muy pocas emprendedoras. Ahora existen núcleos que ayudan, hay un ecosistema armado. Pero ojo: a veces los jóvenes piensan en esto porque quieren ser sus propios jefes, como si fuera muy fácil o no requiriera trabajar. Y no es así. Emprender requiere mucho trabajo y, sobre todo, tener la empresa en tu cabeza todos los días de tu vida.
—Hoy es una empresaria consolidada, ¿cómo ve las condiciones del país para desarrollar negocios?
—Es un momento desafiante, y uno de los mayores retos es el tamaño del mercado. La escala reducida del mercado interno exige realismo y estrategia. Yo quisiera traer un millón de cosas para ofrecer, pero hay que estar mirando permanentemente, porque una jugada poco pensada puede hacer tambalear (el negocio) en un mercado tan chico, más aún para el nuestro que es de nicho.
—¿Cuáles son las claves para mejorar esto?
—El desafío es mantenerte actualizado, sobre todo en diseño y en tecnologías de descanso, algo que cuesta porque incide también el tamaño del mercado. Otro gran desafío que tenemos es el capital humano. Nuestro equipo es el gran diferencial de la empresa; somos como una familia. Esa sensación que comenzó cuando éramos dos -mi madre y yo- se sigue manteniendo. Para esto trabajamos en el clima del equipo, en la capacitación en diseño y tecnologías. Pero la realidad es que cuesta conseguir profesionales. Estamos en un momento de los más desafiantes en cuanto a las ganas de crecer en una empresa, de hacer una carrera en un lugar. Acá hay gente con muchos años, que creció con nosotros, pero es muy difícil hablar con un chico y decirle eso.
—¿Cómo se soluciona?
-Con educación. Soy producto de la educación pública: estudié en escuela pública y en la Universidad de la República, y creo que en educación es donde hay que invertir. Eso es lo que marcará la diferencia desde todo punto de vista. Por ejemplo, yo nunca ejercí como abogada, pero haber pasado por la facultad me dio mucha resiliencia. Es mucho el esfuerzo que hay que hacer: ir a las seis de la mañana, con frío, a buscar una silla porque no había lugar para todos. Esas cosas te templan el carácter. Entonces, el estudio también tiene mucho de esfuerzo. El título fue mi primer logro tangible, un logro propio. Hice la carrera en paralelo a emprender, abría el local y me llevaba los libros para estudiar.
—¿Qué aspectos tiene a favor Uruguay que pueden potenciar el desarrollo del país?
-Uruguay ofrece estabilidad institucional, jurídica y social. Esta cuestión del diálogo social, por más que por momentos parece que no (funciona), es estable y permite trabajar tranquilo. Eso en los (países) vecinos no lo ves, y es un diferencial que tenemos que cuidar y defender. Pero, además de que Uruguay cuenta con estos atributos, la clave es contarlo más y mejor afuera, transmitirlo al exterior. Yo emprendí casi de cero y lo pude hacer porque tuve reglas claras y conté con la tranquilidad de que no iban a ocurrir locuras, de que si cambiaba el gobierno, se podía estar más o menos de acuerdo, pero se mantendría la estabilidad. Eso sí, debemos cuidar esa realidad para seguir atrayendo inversiones y que sigan llegando empresarios a vivir. Necesitamos gente, somos un país de puertas abiertas, que recibe bien, porque además tenemos seguridad. Acá ves megaempresarios, algunas de las fortunas más grandes del mundo, y viven a unas cuadras de la Casa Viasono. ¿Por qué lo hacen? Porque pueden salir a correr, caminan tranquilos, crían a sus hijos sin problema. Hay que cuidar mucho eso, es el principal activo por lo que eligen venir a vivir a Uruguay.
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