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Cómo una empresa debe medir y estandarizar para "ser sustentable, paso a paso"

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Mercedes Viola, copresidenta de Sistema B Uruguay, en el evento Ser Sustentable, paso a paso. Foto: Leonardo Mainé.

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Las organizaciones Sistema B y GRI y dos empresas (Grupo Ta-Ta e Itaú) compartieron sus experiencias de triple impacto en un evento digital organizado por El País

El cambio de paradigma que supone gestionar la empresa con una mirada de triple impacto (económico, social y ambiental) es complejo, ya que implica una transformación profunda en el modelo de negocio, en cómo se toman decisiones y en los procesos de rendición de cuentas. Para bajar a tierra las varias aristas que tiene este proceso, El País organizó el evento digital «Ser sustentable, paso a paso», donde dos expertas y dos compañías explicaron ayer cómo transitar ese desafiante camino. Medir y estandarizar son claves.

En Uruguay hay 14 empresas B certificadas (muchas ya recertificadas) y otras nueve son B en otros países y tienen operaciones a nivel local. Ese «sello» lo otorga Sistema B, una organización sin fines de lucro que promueve una nueva economía que redefina el concepto de éxito, no solo por lo financiero sino por el impacto social y ambiental.

Además, en el país cada año cerca de 1.000 empresas utilizan una herramienta de Sistema B para evaluar «dónde están paradas» en ese camino y entender cómo mejorar. Banco Itaú y Grupo Ta-Ta ya están avanzando en este sentido. Ambas destacaron que este camino tiene muchos beneficios porque compromete más a los colaboradores y estrecha vínculos con clientes, comunidades e inversores (ver recuadros más abajo).

Mercedes Viola, copresidenta de Sistema B, señaló que la medición de impacto B abarca cinco áreas: gobernanza, clientes, comunidad, trabajadores y medio ambiente. Cada una dispara diferentes preguntas: «Te hace ver cosas que antes no te cuestionabas porque tradicionalmente eran así, porque las tenías muy incorporadas», señaló. Puso como ejemplo el «consumo de uso y tiro» o la «naturalización de la exclusión» de personas en situación de calle o discapacidad.

Andrea Pradilla, directora de Global Reporting Initiative (GRI) para Hispanoamérica, señaló que el objetivo de este nuevo paradigma es «que la discusión en las empresas no se dé alrededor de qué hacen con la plata que les sobra sino cómo hacen la plata que ganan, es decir, qué hay detrás del resultado financiero».

Andrea Pradilla, directora de GRI para Hispanoamérica. Foto: Captura.
Andrea Pradilla, directora de GRI para Hispanoamérica. Foto: Captura.

Este enfoque está ganando adeptos. El 99% de las 250 compañías más grandes del mundo reportan públicamente sus esfuerzos en sustentabilidad con los estándares GRI, un proceso que es gratuito. «No tienes que pagar un centavo», remarcó Pradilla. Agregó que cada empresa define cuáles son sus estándares y cuáles prioriza.

«En Uruguay, cerca de 40 empresas hacen reportes de sustentabilidad (grandes y algunas medianas). De esas, el 35% usa estándares GRI», informó Pradilla.

La experta dividió a las compañías tradicionales en cuatro grupos: las entusiastas (que lideran y llegaron muy temprano a la discusión, con rigor y madurez en sus reportes), las seguidoras (que emulan a los entusiastas), las rezagadas (se suman porque, por ejemplo, algún cliente internacional les pidió un reporte para aplicar a una convocatoria) y las negacionistas (que dicen «siempre he hecho los negocios así y me ha ido bien, ¿para qué cambiar?»). Finalmente, agregó las «empresas de impacto», que nacen para resolver un problema de desarrollo utilizando la fuerza del mercado.

Pradilla resaltó la importancia de estandarizar y medir para mejorar la gestión: «Mucha de esa información es vital para ver la viabilidad de la empresa en el mediano plazo».

«La manera en que se construyen los estándares GRI es fascinante, porque surge de un consenso multiactor. La visión del empresario es igual de importante que la del sindicalista, la ONG y el inversionista. En el proceso se trabaja desde el consenso, algo que nos cuesta mucho en Latinoamérica; desde el consenso se determina qué debe decir el estándar», resaltó Pradilla.

Viola coincidió en este abordaje: «No soy yo, en una posición de privilegio, decidiendo qué es lo mejor para el mundo, sino que puedo entenderlo con mis grupos de interés». Las partes se ponen de acuerdo en qué es lo mejor posible, en qué es lo aceptable en cada área.

La herramienta de Sistema B también es gratuita. Viola explicó que «cualquiera puede ingresar» y empezar a medirse, así como «utilizarla como herramienta de gestión», ya que le permite a la compañía también marcar adónde quiere llegar, en qué plazo y qué personas asignar a esa tarea. «Y te llega recordatorio», acotó.

Apuntar a la certificación B requiere un compromiso mayor, ya que implica plasmar en los estatutos que no solo la empresa se debe a sus accionistas sino a todos los impactos. Este proceso sí tiene un costo, pero Viola señaló que es proporcional al tamaño de la organización.

Impuestos y equidad

Existen varios tipos de estándares y algunos se vinculan con temas de gran vigencia: impuestos e inequidad. El más reciente que creó GRI se llama «fiscalidad» y refiere a cuál es la estrategia fiscal de la empresa, con qué frecuencia se revisa y cómo está ligada a la estrategia de desarrollo sostenible.

En tanto, en los estándares de equidad, un indicador que toman en cuenta GRI y Sistema B es la relación entre quien más gana y la media de la organización. «Si bien no les damos un benchmark (referencia) de cuál debería ser el aceptable, esto habilita conversaciones dentro de la empresa sobre dónde quiero estar. En América Latina hay empresas que están en una relación 1 a 40», ilustró Pradilla. Es decir, que el líder gana 40 veces más que la media.

«La cuestión, entonces, no es si esa empresa hace una donación, porque eso no va a solucionar un problema de largo plazo, sino cómo está atendiendo por ejemplo la inequidad en términos de diversidad, ingresos y de pobreza, porque recordemos que la pandemia nos devolvió 15 años en términos de superación de pobreza», destacó Pradilla. 

LUCÍA CABANAS

Itaú: nueva manera de gestionar

¿Es posible que un cliente (sea individuo o pyme) obtenga una tasa de interés más baja en el banco si muestra un comportamiento más sustentable? «Sí, el mundo va para ahí y nosotros también. Hay que empezar a entender, que es lo más difícil, cuál es el marco para comprobar que la gente tiene un comportamiento más sostenible, pero la línea es esa. No necesariamente con tasa, pueden ser otras condiciones como el plazo, pero sí premiar al consumidor consciente», dijo Lucía Cabanas, la gerenta de Marketing, Comunicación Corporativa y Sustentabilidad de Itaú. Mencionó casos como el financiamiento de vehículos híbridos con beneficios y los productos especiales para empresas B (paquete de cuentas sin costo y financiamientos preferenciales). El banco integra el Consejo Empresarial B; por ahora no tiene como meta certificarse, pero se propuso mejorar en su triple impacto. Ya va por su quinto reporte de sustentabilidad bajo metodología GRI y Cabanas dio un fuerte mensaje: «No hay nada que ocultar. El valor económico está publicado, pero lo que falta es explicar cómo ganás esa plata y con qué impacto, dado que sos un actor tan relevante en la sociedad; cómo le devolvés a la sociedad ese valor que te habilitan a generar y cómo mitigás tus impactos negativos». «No hay otro camino. Esta es la nueva manera de hacer empresa», remató.

Lucía Cabanas, de Itaú Uruguay, en el evento "Ser sustentable, paso a paso" de El País. Foto: Estefanía Leal.
Lucía Cabanas, de Itaú Uruguay, en el evento "Ser sustentable, paso a paso" de El País. Foto: Estefanía Leal.
ENRIQUE HERRERA Y ROXANA ALVES

Grupo Ta-Ta: fondos y cultura

¿Las empresas que cuidan su triple impacto tienen más chances de captar socios estratégicos e impulsar sus negocios? «Cien por ciento. Cuando empezamos la conversación con el BID y tuvimos un due dilligence muy exigente, hubo un capítulo entero que fue sustentabilidad. Había voces dentro de la compañía que (cuando les hablaba de sustentabilidad) me decían ‘no me hagas perder el tiempo, estoy trabajando’. Después de lo del BID, me cruzo con ellas y me dicen ‘menos mal que no me hiciste caso’, porque fue clave. Es clave», contó Enrique Herrera. El gerente de Gestión Humana y Relaciones Institucionales de Grupo Ta-Ta se refiere al acuerdo alcanzado con BID Invest, que pasó a ser accionista minoritario y realizará un aporte de capital por unos US$ 14 millones. Herrera también resaltó que así como hubo resistencias puntuales, también al habilitar espacios de trabajo «empezaron a llover proyectos, ideas, cosas que el colaborador veía todos los días pero no encontraba dónde comunicarlo». Grupo Ta-Ta «siempre tuvo en el ADN» el impacto social y ambiental, pero sin un marco específico de gestión. Hace poco, elaboró su primer reporte de sustentabilidad y buscará certificarse como B. «Estamos trabajando en ello», anunció Roxana Alves, coordinadora de Sustentabilidad y RSE.

Enrique Herrera y Roxana Alves, de Grupo Ta-Ta, en el evento "Ser sustentable, paso a paso". Foto: Estefanía Leal.
Enrique Herrera y Roxana Alves, de Grupo Ta-Ta, en el evento "Ser sustentable, paso a paso". Foto: Estefanía Leal.

Para revivir el evento completo, clic acá. Si te interesa la temática, también podés ver acá el evento previo "Líderes de triple impacto", que se realizó en setiembre de este año.

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