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Lo que nos dejó la cumbre del Clima en Egipto

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Foto: AFP
US President Joe Biden delivers a speech during the COP27 climate conference in Egypt's Red Sea resort city of Sharm el-Sheikh, on November 11, 2022. - Biden arrived at UN climate talks in Egypt today, armed with major domestic achievements against global warming but under pressure to do more for countries reeling from natural disasters (Photo by SAUL LOEB / AFP)
SAUL LOEB

OPINIÓN

El mundo apuntó al financiamiento de pérdidas y daños, al tiempo que Uruguay aprovechó la oportunidad para mostrare sus compromisos con el cambio climático.

Las Conferencias de las Partes (COP, por sus siglas en inglés) son el órgano supremo de toma de decisiones de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático. Se realizan una vez al año, desde 1995 que tuvo su sede en Berlín. Todos los Estados que son Partes en la Convención están representados en la COP; actualmente son 198.

En la reunión anual se examina la aplicación de la Convención, las comunicaciones nacionales y los inventarios de emisiones presentados por las Partes. A partir de esta información, la Conferencia de las Partes evalúa los efectos de las medidas adoptadas por las Partes y los progresos realizados en la consecución del objetivo último de la Convención. Finalmente, toma decisiones necesarias para promover la aplicación efectiva de la Convención, incluidos los arreglos institucionales y administrativos.

Hay algunas COP más famosas que otras. Una de las más recordadas fue la de Kioto, donde algunos países desarrollados y en vías de desarrollo tenían la obligación de reducir —en promedio— un 5% sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un período de cinco años (2008-2012) con respecto a un año base (1990). A pesar de haber sido un acuerdo que imponía metas de reducciones y además generó mecanismos innovadores para poder cumplirlos (aceleró el mercado de carbono), fue un acuerdo poco ambicioso en países y metas, para las necesidades que enfrentamos.

La COP 15 de Copenhague de 2009 me marcó personalmente, porque fue la primera que viví profesionalmente y porque, además, se consideró como un fracaso. El objetivo de la conferencia, según los organizadores, era "la conclusión de un acuerdo jurídicamente vinculante sobre el clima, válido en todo el mundo, que se aplique a partir de 2012" (continuación del Protocolo de Kioto), pero que obviamente no ocurrió.

La COP 19 en 2015, conocida por el “Acuerdo de París” fue la sucesión del Protocolo de Kioto. Como comentamos en otra columna , en este acuerdo los países se comprometen a mantener el calentamiento global muy por debajo de los 2°C, prosiguiendo los esfuerzos para limitarlo a 1,5°C. Pero, la gran diferencia radica en que todos los países deben contribuir a la reducción de gases de gases de efecto invernadero mediante Contribuciones Determi-nadas a nivel Nacional (NDC por sus siglas en inglés).

Por otro lado, la COP 25 en 2019 tuvo la particularidad de que tuvo que mudar sede a último momento a España, por las protestas sociales que se vivieron en Chile, y en 2020 no hubo COP por la pandemia mundial causada por el COVID-19.

En 2022, la sede de la COP 27 fue una ciudad-balneario de Egipto: Sharm el-Sheik. ¿Por qué será recordada esta COP? ¿Qué resultado se obtuvo en general para el mundo y en particular para Uruguay?

Asistentes a la COP 27

El nivel de asistentes en esta COP estuvo cerca, pero por debajo, del récord histórico del año pasado en Glasgow. Según algunas fuentes de información se estima que viajaron a Sharm el-Sheikh alrededor de 33.500 personas. Este número se forma por 16.118 negociadores y delegados de los países, 970 observadores del secretariado de las Naciones Unidas, alrededor de 13.000 personas de organizaciones intergubernamentales y no-gubernamentales y 3.300 miembros de la prensa.

Aunque no son datos oficiales, la información disponible al momento es que el país que más participantes registró fue Emiratos Árabes Unidos con 1.073 delegados , enviando 10 veces más delegados que en la COP anterior. Esto no sorprende dado que la COP 28 en 2023 se hará en ese país. La segunda delegación más numerosa correspondió a la de Brasil con 574 delegados.

Por su parte, Uruguay contó con 21 delegados, siendo superado en cantidad por países como Tuvalú (26), Haití (30), Islas Salomón (38) y Ruanda (129). Este último, de los más pequeños del continente africano, pero que nos supera en población y en superficie, tuvo en proporción dos veces y media más delegados que Uruguay. Incluso tuvo su propio pabellón, donde mostró los esfuerzos del país en relación con la mitigación y adaptación al cambio climático.

Algunas de las principales discusiones

Muchos son los temas que se abarcan en la Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas, 32 para ser más precisos, que van desde “género y cambio climático” a “objetivos de financiamiento post-2025”. Cada uno de estos temas son seguidos por “negociadores” de todos los países que participan de la COP, denominados “parties” (como se mencionó, son 198 países).
Si cada país quisiera estar presente en todos los temas de negociación, debería haber más de 6.000 negociadores. Pero no sucede así. Uruguay, por ejemplo, no participa de todas las negociaciones por la simple razón de que algunos temas tienen mayor prioridad para el país que otros y hay que saber ser eficiente con el tiempo de los técnicos que nos representan.

Durante las dos semanas que dura la COP, se discuten todos los temas en paralelo. Por lo que el lugar se torna un laberinto de salas y eventos difícil de descifrar para el que no está acostumbrado a estos eventos.

Uno de los temas más importantes para el planeta fue incluir las “pérdidas y daños” relacionadas al cambio climático en la agenda de la COP. Así, los países que sufren las consecuencias más devastadoras del cambio climático podrán plantear sus casos y llegar a un fondo especial de financiamiento que los resarza. Pero este no es un tema de particular relevancia para nuestro país.

Otro tema de discusión fueron los artículos 6.2 y 6.4 del Acuerdo de París. Estos artículos refieren al comercio de créditos de carbono entre países, como mecanismo para ayudar a cumplir con las NDC de cada país y para promover el financiamiento climático. La discusión se centró en cómo combinar este nuevo mecanismo con los proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) que ya existen en Uruguay, y hemos profundizado al respecto en otra columna .

De cara al futuro

Uruguay tiene mucho para mostrar al mundo en sus compromisos por pelear contra el cambio climático, por ejemplo:

• la matriz eléctrica descarbonizada (prácticamente 100% renovable),

• la forma de producción sostenible de carne, leche, lana y granos (entre otros productos) donde además se protege los ecosistemas nativos (bosque). A diferencia de otros países vecinos donde la deforestación es un problema.

• la emisión de deuda soberana indexada a indicadores de cambio climático. La ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche estuvo presente en la COP contando sobre este sistema innovador de financiamiento. Este instrumento es una muestra de cómo la economía y el cambio climático pueden gestionarse juntos (economía desacoplada a las emisiones de GEI),

• el camino que estamos recorriendo en electromovilidad y para producir hidrógeno verde, reduciendo emisiones en la industria y en el sector de transporte (principal fuente de emisiones luego de la agricultura-ganadería).

• los compromisos de reducción de emisiones autoimpuestos (NDC), que tienen que ver con desacoplar las emisiones al aumento de la economía (menos emisiones por unidad de PIB o menos emisiones por kg. de carne producida) y que llevan a cumplir con la seguridad alimentaria siendo eficientes en emisiones. Actualmente estamos muy cerca de cumplir con nuestras metas al 2025 y estamos elaborando nuevos compromisos al 2030, donde se propondrán objetivos más ambiciosos.

Son sin duda algunos de los diversos y variados elementos que podemos mostrar en un pabellón propio en la próxima COP. ¿Para qué? Para ser ejemplo y fuente de inspiración a otros países que encuentran barreras para su transición a una economía más verde, y hacernos visibles para atraer nuevas fuentes de financiamiento que nos permitan implementar proyectos de mitigación y adaptación al cambio climático.

(*) Agustín Inthamoussu, CEO CLIMIT (www.climit.net), miembro del Observatorio de Energía y Desarrollo Sustentable (UCU), con aportes de Felipe Bastarrica, director ejecutivo del Observatorio de Energía y Desarrollo Sustentable.

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