Las oportunidades que ofrecen los países del Golfo para Uruguay: ricos, abiertos al mundo y consumidores de lo que producimos

Hay que invertir y viajar; estos países dan mucha importancia a las relaciones personales para abrir un vínculo comercial

Santiago Garcia Couto, Doctor en Economía ; Docente en Georgetow University en Qatar.
Santiago Garcia Couto, Doctor en Economía ; Docente en Georgetow University en Qatar.
Leonardo Mainé, El País

Una región del mundo a la que miramos poco y le vendemos menos. Los países que integran el Consejo de Cooperación del Golfo(Arabia Saudí, Baréin, Omán, Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait), en base a la renta derivada del petróleo y el gas se erigen como naciones top en ingreso per cápita. Santiago García-Couto, uruguayo, es docente en la Georgetown University en Qatar, y destaca la necesidad de “observar con atención” esa región del mundo. A partir del manejo de las rentas por medio de sus fondos soberanos, apuestan a invertir en aquellos sectores que identifican como “campeones” en el futuro. “Las tecnologías, las energías renovables, hacia allí miran y no importa dónde —asegura— por lo que podríamos pensar que hay oportunidades para Uruguay”. Existe la posibilidad de exportar bienes a mercados “de alto poder adquisitivo, con bajas barreras de entrada y demandantes de los alimentos que producimos”, subrayó. Se necesita “mucha paciencia e inversión” para acceder a una cultura “donde las relaciones personales son indispensables para concretar negocios”, advirtió. A continuación, un resumen de la entrevista.

— Los países del Golfo, claramente han tenido un desarrollo exponencial en las últimas dos o tres décadas.

— Así es. En particular, en Qatar, todo comienza a mediados de la década de los `90, cuando asume el padre del actual emir, que abdicó en el año 2013, y hace una apuesta fuerte por el gas natural. Qatar empieza a tener unos ingresos muy fuertes, sigue haciendo exploraciones y esto ha llevado que básicamente el país pasara de unos 200.000 habitantes a alrededor de 3 millones en la actualidad. Y cuando uno mira los rankings de PIB per cápita, Qatar está en el top 10 en cualquier año que tomemos. Hablo del caso de Qatar, pero esto aplica lo mismo para Emiratos o Arabia Saudí, incluso, en menor medida, para Kuwait y Omán. Las rentas del gas y el petróleo en la región son muy grandes, configurando el principal rubro exportador, con un peso en el PIB en el entorno del 50%. Y el poder económico de la región se observa en diversos frentes; hay cuatro grandes premios de Fórmula Uno por temporada, en Qatar se realizó un Mundial de Fútbol y ahora quiere ir por los Juegos Olímpicos de 2036; pensar en la organización de esos eventos da la pauta del potencial.

—Los niveles de producción de hidrocarburos y las enormes reservas probadas sostienen la economía, pero detrás de ello están también los fondos soberanos que aseguran intergeneracionalmente la riqueza del país…

—Ese es uno de los aspectos más importantes de estas economías, y una estrategia clave para su desarrollo, sobre todo mirando al futuro. Básicamente lo que han hecho es tomar una parte de las rentas del petróleo y gas, y a partir de ese fondo las invierten, en cualquier lugar del mundo y en los activos que se consideren convenientes. Apuntan a aquellos sectores que consideran que serán los “campeones” en el futuro.

—¿En dónde están canalizando esas inversiones?

—Por ejemplo, ahora están invirtiendo mucho en inteligencia artificial, tecnología en general y energías renovables. Esos fondos, administrados de forma muy profesional, básicamente tratan de asegurar, ante un recurso que es finito, las condiciones económicas del país para las próximas generaciones.
Tienen la ventaja de un poder político centralizado, que define hacía dónde orientar el país. Por supuesto, la desventaja es la participación de la sociedad, que es mucho menor que en nuestros países.
Otro sector donde han sido exitosos es en financiero. Especialmente Dubai, es un centro financiero con muchas ventajas, entre otras las regulatorias. También se ven favorecidos por el huso horario, y su ubicación en relación con los principales centros económicos. Atraen capitales de todo el mundo y están catalogados como muy seguro.
También han trabajado mucho en relación al turismo, donde Dubai y Abu Dhabi están más consolidados. Qatar está tratando de emerger con ese objetivo, tienen mucha infraestructura y están apuntando a convertirse en un destino de turismo familiar para a región.

—El otro gran objetivo en la región ha sido el desarrollo educativo…

—Sin dudas, hay una gran apuesta a eso. Trayendo centros educativos de primer nivel del mundo, con muchas universidades instaladas y apuntando a la captación de talentos y la producción de conocimiento. El mejor ejemplo es Qatar, con el desarrollo de Education City, donde hay varias universidades de Estados Unidos y algunas locales, en particular, de posgrados. Y cada campus, con una orientación diferente; en mi caso, soy docente en Georgetown University y nosotros somos la School of Foreign Service. Básicamente, una escuela fundada por Woodward Wilson en Estados Unidos para formar diplomáticos en Estados Unidos. Acá se forman en relaciones internacionales y diplomacia, con diferentes orientaciones. En otras se forman en Medicina, Economía, etc, con formación de excelencia. La intención no es competir entre universidades, sino trabajar en conjunto, en un modelo único. Aquí se forma gente de muy diversos países.
Abu Dhabi, y Sharjah, están desarrollando modelos similares y atrayendo gente de todo el mundo.

—Captan talentos fuera y forman su propio capital humano…

—Así es, compiten y van a contratar en todo el mundo, buscando ser una opción a nivel global, pero en paralelo, están poniendo educación de primer nivel para sus propios ciudadanos y la región, formando una red de líderes con formación académica de excelencia.
Y es clave para ellos formar sus propios recursos. Muchas veces uno acá se pregunta, dada la riqueza excepcional que existe, que no saben qué hacer con el dinero, que están varias generaciones para adelante ya cubiertas en todas sus necesidades… ¿cuáles son los incentivos para crecer y desarrollarse? Hace 70 años, este país vivía de la caza de perlas y del Jamur, que es el pescado tradicional en esta zona. Y esos eran los abuelos y o los bisabuelos de mis estudiantes. Entonces, hay una generación que de repente se encuentra con este nivel de riqueza, y no es sencillo el estímulo para “hacer cosas”. Por suerte ha comenzado a mirar hacia delante con otra ambición. Están invirtiendo bien, se están formando, están apostando al conocimiento. Tienen fondos de inversión locales, de capital semilla, hay todo un ecosistema de emprendedurismo muy bueno, pero no es fácil esa transición.

—En el Golfo son unos 60 millones de habitantes entre los seis países y en todos los casos con niveles de ingreso per cápita muy altos…

—Así es, y en todos se repite también la presencia de un importante porcentaje de extranjeros. El caso de Qatar es extremo, donde más del 80% de la población no nació allí. Imagínense vivir en un país donde los locales son la tercera o cuarta comunidad… suena extraño, pero eso pasa en este país, que ha atraído gente de muchas nacionalidades.

Santiago Garcia Couto
Santiago Garcia-Couto
Leonardo Maine/Archivo El Pais

—El Consejo de Cooperación del Golfo, ¿funciona como una Unión Aduanera?

—En parte, sí. Están muy integrados comercialmente, y hacia afuera los aranceles son muy bajos, de 3% a 5%, ya que a ninguno le conviene mucho poner barreras a la importación porque no tienen básicamente productos con los que competir.
Ese no es un problema. Lo que sí falta es más integración, porque realmente compiten mucho entre sí. No se complementan y es los frena un poco como comunidad. Un ejemplo de colaboración que sí ha funcionado es el turismo, con una visa común para todos los países del Golfo.
Hay otras áreas donde se están intentando avanzar, por ejemplo el transporte, dada la geografía de la región, bastante complicada. Por ejemplo, un importante proyecto de un tren entre Emiratos y Qatar, que va a acortar mucho las distancias. El nivel de infraestructuras, vale la pena reafirmarlo, es espectacular, parece de ficción.
Pero volviendo a la integración, también hay diferencias geopolíticas…

—Especialmente con Qatar…

—Sí. Qatar tuvo entre 2017 y 2021 un bloqueo de sus vecinos, acusado de financiar el terrorismo. Hubo un quiebre de relaciones, que se han reconstituido bastante. Después Qatar ha tenido su estrategia de ir como por su en el rol de mediador internacional en muchos temas, etcétera. Todavía hay algunos aspectos donde existe recelo.

—El Consejo de Cooperación del Golfo tiene libre comercio acordado con Singapur y con EFTA, ¿algo más?

—Bueno, otros acuerdos parciales, Arabia Saudí tiene un TIFA con Estados Unidos, pero poca cosa más. Y después mucha negociación abierta, pero sin terminar. No hay una postura activa, agresiva en ese sentido.

En la práctica, cada uno de los países ha ido por su cuenta en acercamientos comerciales, según les convenga. Son pragmáticos. Detrás de cualquier negociación está el activo estratégico que estos países tienen, algunos más petróleo, otros más gas. La explotación, el manejo de las reservas, los costos de extracción. Esos son los temas más importantes allí.

—Es una de las zonas más calientes del mundo desde lo geopolítico. ¿Es una dificultad para la región?

—Sí es una dificultad, por supuesto, porque básicamente una de las tragedias más importantes que ocurriendo en el mundo está muy cercana, con un conflicto extremadamente complejo, y eso genera externalidades negativas de todo tipo.
La primera es reputacional, ya que no resulta tan seguro estar allí. Después, si bien son todos árabes y hay una visión común sobre Palestina, el actual conflicto genera algunos posicionamientos que no son todos idénticos. Es extremadamente complejo.

—¿Qué postura han tomado los países del Golfo en relación con la actual guerra arancelaria?

—En este contexto, los países del Golfo están siendo, como siempre, muy pragmáticos. Pero además, tampoco ellos tienen mucho que perder, porque no les afectan demasiado los aranceles. Le venden mucho a Estados Unidos, es cierto, pero habrá un reordenamiento, de ser necesario. Pensando en un mundo que se reorienta, algunos que buscan nuevos aliados, seguramente puedan sacar provecho. Por ejemplo, hay un acercamiento a Europa, y Qatar le va a vender gas a Alemania, favorecido por el corte de los servicios de Rusia luego de la guerra en Ucrania. Ese tipo de situaciones es probable que puedan darse en medio de la actual guerra arancelaria.

—Uruguay le exporta muy poco a esos seis países…

—Colocamos algo de lácteos, algo de carne, cereales, madera, fármacos, pero muy poco. Sin duda que las oportunidades son enormes, porque Uruguay produce una cantidad de cosas que son consumidas con mucha intensidad en una región de alto poder adquisitivo. Hay nichos específicos de altísima calidad donde el producto uruguayo tiene una oportunidad enorme, como la carne o los lácteos. Pero también otros quizás de menor volumen o relevancia en Uruguay, pero que con importantes. Por ejemplo, el aceite de oliva es un producto muy preciado. Hay otros productos como los arándanos, que llegan desde Estados Unidos exclusivamente. Observando las góndolas uno piensa en productos uruguayos que sin dudas podrían estar allí. La carne en Qatar, si pensamos en nuestra región, es mayormente de Brasil, a veces de Argentina, pero no hay carne uruguaya.

—¿Qué se puede hacer para mejorar eso?

—Un tema importante es que en estos países, donde el poder está concentrado en pocas personas y esas personas toman la mayor parte de las decisiones, incluso para importar bienes, por ejemplo. Lo que quiero decir es que las relaciones personales aquí juegan un rol importantísimo en las negociaciones, eso hay que tenerlo en cuenta. Son hospitalarios, generosos, pero hay que cultivar esa relación; hay que invertir en viajar, en enviar capital humano con buena capacidad, conocerlos, explorar sus gustos e inquietudes, eso lleva tiempo y dinero, pero detrás hay un mercado muy importante.
Además, hay países que tienen una producción similar a nosotros que ya comercian en el Golfo, caso Sudáfrica o los países de Oceanía, donde tienen relaciones de confianza establecidas. Hay que abrirse un lugar.
El sector privado tendrá que analizar la posibilidad de incursionar en estos mercados; capaz que ya lo ha hecho y no resulta conveniente. Invertir en relación es muy caro. Y en paralelo, desde el Estado, una profundización diplomática. Hay embajadas y hasta donde conozco tienen la mejor disposición de buscar oportunidades y allanar el camino. Son gente exigente en la calidad que demandan, son de negociaciones largas porque hay que basarse en una relación de confianza. Se necesita paciencia e inversión, pero una vez que se abre la puerta, son países que están proyectando siempre al futuro, con planes súper ambiciosos, es importante relacionarse con ellos.

—¿Se puede pensar en generar relaciones que posibiliten también inversión desde esos países en Uruguay?

—Hay capitales del Golfo invertidos en todo el mundo. A través de sus fondos soberanos, por ejemplo, estos países no tienen ningún prurito en invertir en donde consideren que puede haber condiciones para ello y generen rentabilidad. Un sector donde Uruguay tiene una ventaja comparativa desde hace años y donde esos países les interesa invertir, es la tecnología.
Las TIC, servicios de valor agregado, Inteligencia Artificial, ahí están invirtiendo mucho. Y otro sector donde también apuestan a invertir es el de las energías renovables.
Lo que debe quedar claro es que la gente de la región del Golfo están abiertos al mundo, están mirando a todos lados y necesitan invertir en cosas que van a generar rentabilidad, porque esa rentabilidad es la que les va a marcar el ingreso en el futuro, cuando se terminen estos recursos de los que hoy viven.

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