El mundo ha cambiado, en 2008, “se rompió más que una burbuja financiera”, algo así como “la confianza en el capitalismo”, en los mercados y los estados que los controlan]. Yanis Varoufakis[1], lo denomina “tecno-feudalismo”, un sistema que parece capitalismo, pero no lo es[2]. Suena controversial, pero interesante, sosteniendo que los mercados han sido reemplazados por plataformas inaccesibles y los beneficios por rentas.
Los bancos centrales rescataron al sector financiero con crédito “infinito”, se sostuvieron empresas no competitivas y se facilitó el poder de plataformas que concentraron mucho poder y lo han exacerbado[3]. Cambiaron los mercados, la competencia y el empleo. Se aceleró el endeudamiento público, tratando de evitar catástrofes y luego se impuso una austeridad que estresó los servicios públicos y las inversiones en infraestructura. Con ello llegó una trampa de endeudamientos, mal gestionados que complica a las personas y a los estados.
Regulaciones y gobernanzas: buenas y malas
En reciente entrevista con un medio argentino ensayábamos cierto paralelismo en los problemas de regulación en Argentina y Uruguay, avances y ausencias[4]. En Argentina no se puede hacer aún un balance del proceso de desregulación llevado a cabo por el gobierno de Milei, no hay perspectiva para evaluarlo, pero si recordábamos que, en los años ´90, el avance en materia regulatoria/desregulatoria en Argentina fue mayor al de Uruguay[5].
En la ley de presupuesto de enero/96 se incluyeron pocos artículos para mejorar aspectos regulatorios de sectores monopólicos o cuasi monopólicos, muy corporativizados. Se debió a una valoración política, a pesar de las recomendaciones de expertos contratados (combustibles, energía, transporte, comunicaciones, agua), algunas de los condicionamientos de esas corporaciones están todavía presentes.
Luego, mejoras normativas y de gobernanza y las unidades reguladoras (comunicaciones, energía eléctrica, combustibles, agua) fue morigerando esa carencia, mejorando la calidad de la acción regulatoria, pero, aun hoy, sigue habiendo interferencias en las decisiones del regulador, así como influencia de los intereses de los “sujetos regulados”[6].
Hay sectores que enfrentan déficits estructurales en materia de regulación. Sectores con mala regulación, deficiente, o están sobre regulados o sub regulados”. Existen fallas regulatorias estructurales en el transporte, combustibles, el sector financiero, y, obviamente se observa muy claramente en un sector con gran visibilidad: el fútbol. En ellos seguimos atrapados en esquemas de regulación que afectan la competencia, la transparencia y con ello, la eficiencia y resultados.
Soluciones hay
En los últimos años hemos insistido en las deficiencias regulatorios en algunos mercados y en particular en el transporte[7], donde estamos lejos del óptimo desde la perspectiva del usuario. Igualmente hemos avanzado en algunos (telecomunicaciones, energía eléctrica, agua potable) y en otros sectores, lo que queda por hacer es importante (sector financiero, mercado de crédito y valores, sector combustible).
El Gobierno Central y las intendencias (Montevideo, Canelones, San José) tienen una gran oportunidad de hacer una “transformación cuántica” en tecnología y calidad del servicio, hacia un sistema multimodal que incluya “lo actual” (buses y corredores), con otro tipo de tecnología que están disponibles y merecen ser estudiadas y probadas.
Se requieren cambios en la gobernanza del sistema y su operación, que facilite una gestión moderna, con apertura a todos los actores, transparente, de cara a la gente y que tenga en cuenta todas las ofertas de empresas y grupos de empresas, con tecnologías de las que hoy no se dispone en el país y que se acoplen a los modos que ya están operando.
El sistema de transporte metropolitano recibe subsidios elevados[8], lo que exige total transparencia sobre sus costos, estructura y beneficiarios. No se requiere, además, por ejemplo, que el Estado asuma grandes préstamos (U$S 500-1.000 millones, parte del costo total), ya que existen mecanismos combinados, alternativos, instrumentos de participación público privado, que son más eficientes, así como, la estructuración financiera con el formato “project finance”, haciendo uso de instrumentos como los fideicomisos, los disponibles por fondos de inversión, AFAP, la emisión de valores de oferta pública, el financiamiento complementario de la banca nacional e internacional, donde el riesgo se disipa, se comparte y distribuye entre el Estado y el sector privado, de forma mucho más eficiente.
Soluciones hay, se requiere: i. transparencia, ii. evaluaciones profundas e independientes, iii. foco en el usuario y no en el operador y iv. la multimodalidad es esencial. El sistema no tiene que ser 100% buses y/o corredores, más allá de los problemas que estos pudieron haber ocasionado o el impacto negativo que generan frente a otras opciones.
Cuando hay una mala regulación se generan rentas, en lugar de utilidades o beneficios genuinos y cuando éstas se generan, hay dos partes que no están haciendo su trabajo, el que las habilita y promueve y el que sin generar valor se las apropia. El transporte metropolitano está mal regulado, pero, la oportunidad de hacer las cosas bien hechas, es histórica.
El Gobierno y los Intendentes están a tiempo, para hacer algo sustancial por el transporte metropolitano, algo como lo que fue el cambio de la matriz energética, con el apoyo de todos los sectores.
Los recursos disponibles (préstamos) de organismos multilaterales (CAF-BID U$S 20 millones) deberían servir para estudiar las mejores soluciones, en profundidad, con transparencia y comparar opciones, pero no como excusa y condicionamiento, que nos empuje a una solución sub-óptima, porque la tenemos a mano y no colide con las corporaciones.
Existen formas más ventajosas para financiar proyectos de esta envergadura que pedir prestado U$S 800 millones, tomando todos los riesgos para operar una sola opción, la más accesible. Otra es compartir riesgos, recursos, tecnologías e iniciativas con inversores privados, dispuestos a apostar por el país y combinarla con el statu-quo existente.
Los recursos están y el financiamiento genuino se encuentra por distintas vías (ie: fideicomisos, fondos de las AFAP, fondos de inversión, ahorro local), como se demostró con el Ferrocarril Central. Los que votamos a nuestros gobernantes, nos importa, que la solución nos cambie la vida a todos. Para hacer más de lo mismo siempre tenemos tiempo.
[1] Bruno Cabrera, La Mañana, “De la burbuja del 2008 a la nube de la IA”, citas al “viaje al tecnofeudalismo” de Yanis Varoufakis, La Mañana, 10/dic/25
[2] Spencer Johnson, “Who Moved My Cheese? refiere a las distintas formas de afrontar el cambio en el trabajo y en la vida. O resistir al cambio por miedo a algo peor, o aprender a adaptarse, cuando se comprende que puede ser para mejor, o detectar oportunamente el cambio y adelantarse a él tomando acción. New York Times/Publishers Weekly, 1998
[3] El Covid, también consolidó el dominio de plataformas globales y aceleró una interacción digital con intermediarios muy concentrados
[4] Canal E Economico-Radio Perfil, Argentina, dic/2025
[5] El Ec. Pablo Rojo, Mrio. Economía del Gobierno de Menen, presidente del Bco. Hipotecario de Argentina, destacado colaborador de Editorial Perfil, en 1989 a cargo del Programa de Reforma Administrativa y Desregulación y en 1990 Subsecretario de Desregulación y Organización Económica, participando del diseño de gran parte de las reformas económicas aplicadas en Argentina en los años 90´s
[6] Esto posibilitó se concretar la gran transformación de la matriz energética
[7] Eco&Mercado, El Pais, “Crisis de agencia, intereses creados y cómo priorizamos las inversiones”, jun/2025, “Entre rémoras del pasado y otros adefesios”, nov/2017, “Había una vez un país conservador”, jul/2015, “No cebar al monstruo”, set/2015, “Mucha transparencia y sentido común”, abr/2012 y otras columnas del 2025, reflexiones sobre el transporte colectivo de pasajeros y cómo las fallas de la regulación afectan el servicio
[8] Se estima en cientos de millones de dólares para cada período, una información que debería estar disponible en tiempo real (incl. subsidio del gasoil, la transformación de buses de combustión interna a eléctricos, el uso exclusivo del domino público para carriles “solo bus” y corredores, así como su mantenimiento anual y la infraestructura disponible y proyectada con y sin reforma.