Publicidad

Enfrentar el deterioro del capital humano

Compartir esta noticia
Foto: Pixabay

OPINIÓN

La pandemia afectó especialmente a los hogares más vulnerables. Es imperativo reforzar el acompañamiento a las familias y sus niños.

La emergencia sanitaria ha profundizado la brecha socioeducativa en el país. Se ha comprometido gravemente el capital humano. Ana Balsa —investigadora de la UM en el área de economía de la salud y editora del Journal of Health Economics— acaba de publicar el reporte “Pandemia, niñez y capital humano” (serie Estados de Situación del RISEP - Red de investigación en ciencias sociales para enfrentar las secuelas de la pandemia). Balsa ofrece allí una revisión de estudios de autores uruguayos dirigidos a entender el impacto del contexto socio-sanitario y eventuales medidas de mitigación a los problemas generados en el capital humano del país. Se centra en investigaciones del impacto de la pandemia sobre la salud perinatal, los ambientes de crianza, el desarrollo del niño y la evolución de la educación formal en la niñez y en la adolescencia.

Embarazo y resultados perinatales

En cuanto a la salud al nacer, Balsa cita estudios que comparan los nacimientos en la maternidad del hospital Pereira Rossell durante el período marzo – setiembre de 2020 contra igual período del año anterior. Se encuentran deterioros en todos los indicadores analizados: la tasa de prematurez aumenta hasta alcanzar casi un 15%; el bajo peso al nacer pasa del 10% al 12% de los partos, y el tamaño pequeño para la edad gestacional sube del 5% al 7%

Entre las posibles explicaciones de este deterioro, se cita el estrés asociado al contexto de pandemia, retrasos en la atención en servicios de salud, dificultad de desplazarse hacia el hospital por temor al contagio, y las mayores cargas de tareas del hogar y del cuidado de los miembros de la familia.

El ambiente del hogar

Se citan varios estudios. Unos son en base a encuestas online, donde los participantes se reclutan a través de avisos en las redes sociales. Otros estudios aplican encuestas presenciales y telefónicas; se trata de otra investigación de Balsa y coautores, que diseñan y evalúan un programa de crianza (“Crianza Positiva”) con seiscientas familias que acuden a los centros CAIF.

Los distintos estudios coinciden en los impactos negativos de la pandemia sobre el ánimo de los padres, comportamientos problemáticos de los niños (dificultad para dormir, pérdida de apetito, accidentes caseros) y dificultades para conciliar las exigencias del trabajo y la familia.

Un porcentaje considerable de hogares —dos de cada tres familias— reportan haber sufrido shocks negativos sobre su situación económica (deudas, descenso de ingresos, desempleo).

En el estudio de Balsa sobre los CAIF, encuentra que los hogares más vulnerables fueron los más afectados: quienes sufrieron shocks económicos, muestran un mayor riesgo de estrés parental y mayor chance de depresión. También muestran evidencia de menor cooperación parental, mayor hacinamiento, mayores niveles de agresión psicológica hacia los niños y más violencia intrafamiliar. Y los niños de esos hogares muestran mayor probabilidad de problemas en su desarrollo socioemocional.

El desarrollo infantil

El reporte de RISEP también cita un estudio donde se comparan resultados y tendencias de desarrollo para dos cohortes de niños (una antes y otra durante la pandemia) que cursaron educación inicial en jardines de ANEP.

Para los niños que les tocó hacer su educación inicial durante la pandemia, los autores encuentran un deterioro en el desarrollo cognitivo y motor, en la disposición para el aprendizaje y en el comportamiento socio-emocional.

Los procesos educativos en la pandemia

Referentes del ámbito educativo citados en el reporte plantean una serie de desafíos vinculados a la imposibilidad que sufren niños y adolescentes de asistir presencialmente a los centros educativos. Estos desafíos tienen que ver con las disparidades en el acceso a las plataformas digitales y el entorno material para el aprendizaje, y con las disparidades en el apoyo que las familias pueden realmente dar a sus hijos.

Otros trabajos citados también destacan las tensiones en el plano laboral, pedagógico y tecnológico que terminaron impactando negativamente en la salud ocupacional y estrés docente.

Desvinculación al sistema educativo

Balsa incluye en su sistematización de evidencia una encuesta realizada a docentes de ANEP.

La encuesta revela que una proporción importante de estudiantes de todos los ciclos no logró mantener un contacto asiduo con el sistema educativo. La mayor desvinculación al sistema de educación formal la sufrieron los estudiantes de los hogares más pobres de Uruguay. Y la tasa de repetición se ubicó en 4,7%. Esta tasa representa un quiebre en la tendencia descendente de largo plazo que venía mostrando. Y la repetición es 2 veces y media mayor para las escuelas de contextos más pobres.

También se incluye un estudio del INEED –“Aristas 2020. Primer informe de resultados de tercero y sexto de educación primaria. Instituto Nacional de Evaluación Educativa”. Allí se señala un incremento en la desigualdad con que se distribuyen los desempeños educativos. En particular, durante 2020 se observó un aumento de las brechas entre niños de escuelas de contextos más y menos desfavorecidos: a) la proporción de niños que no asisten a la escuela es mayor en los barrios vulnerables; b) mientras que el 95% de los niños de escuelas de contextos favorables mostró una asistencia a clase bastante habitual, en las escuelas de contextos desfavorables esa tasa es de sólo 70%).

Los trabajos resumidos sugieren que la pandemia afectó especialmente a aquellos hogares que ya mostraban vulnerabilidades, profundizando brechas existentes. “La pandemia contribuyó a generar ambientes de crianza menos seguros, menos estimulantes y menos proclives al aprendizaje, con más problemas de salud mental en sus referentes y mayores barreras de relacionamiento”, concluye Balsa. Resulta clave colocar en el centro de la atención la familia y la primera infancia. Allí se juega cómo saldremos de la pandemia y cuál será el capital humano con que contará Uruguay para el largo plazo.

(*) Decano de Ciencias Empresariales de la Universidad de Montevideo.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad